El voto castigo nos volvió a colocar frente al abismo, el domingo pasado hemos repetido la película de las elecciones del 2019. Mientras la oposición en los meses previos y durante toda la campaña, de la mano del ex Presidente Mauricio Macri, se dedicó a silenciar a las nuevas fuerzas políticas que podían hacer alguna sombra a Juntos por el Cambio. Esto ocurrió en la creencia que aquellos espacios serían el único obstáculo entre sus intereses y una victoria en las primarias abiertas simultáneas y obligatorias.
Al mismo tiempo orientaron los esfuerzos en sostener al candidato “antisistema” por considerarlo funcional a la estrategia de Patricia Bullrich; pero se les “escapó la tortuga”.
La oposición se dedicó a demonizar al gobierno sin ofrecer propuestas y a subestimar la bronca de la gente. La interna con Horacio Rodríguez Larreta, con una intensidad como no se veía hace rato, los desgastó y la falta de opciones en el medio, producto de una estrategia equivocada, canalizó todos los votos hacia la única opción restante. El ex mandatario jugó al titiritero y fue artífice de este fracaso de su espacio; repitiendo la estrategia de su Jefe de Gabinete, Marcos Peña, cuatro años atrás.
Errores del pasado
Hoy el país enfrenta un escenario de “cuartos”. Por un lado tenemos a un candidato que aspira ser Presidente y que obtuvo la mayor cantidad de votos, con una inconsistencia que alarma a los principales actores sociales. Esta persona no lidera, señala que “La Jefa” política es su hermana, de profesión tarotista, y que lo suyo es “divulgar”. Se trata del mismo que en su mensaje la noche de las PASO agradeció el triunfo a sus perros, quienes son los únicos que no lo traicionaron; transmitiendo la sensación de una peligrosa paranoia.
Cuenta regresiva de un gobierno con dólar en ascenso
Por otro lado tenemos al ministro Sergio Tomás Massa, que promete arreglar la economía que él mismo está rompiendo; y finalmente una candidata como Patricia Bullrich, que creció bajo la sombra de su padrino político y fue parte de la estrategia de eliminar a otras fuerzas políticas en beneficio de quien fue finalmente su verdugo, el candidato ganador, en esta elección primaria.
Finalmente está ese 40% que no fue a votar o lo hizo en blanco, en las manos de quienes estará el futuro del país. El electorado se cansó de la improvisación y la falta de propuestas, y aún sabiendo que la bronca siempre nos llevó al desastre, parece que esta vez tampoco importaron las consecuencias.
La campaña intrascendente
La campaña electoral fue la más pobre de la que podemos recordar en muchos aspectos, sin cartelería ni presencia de la militancia en las calles. Todo se definió en la TV, donde solo se le daba aire a los candidatos de las principales fuerzas, y se protegía al candidato “antisistema” como seguro para evitar que emergieran nuevas propuestas.
El asesinato de Morena Domínguez en la localidad de Lanús, desactivó los cierres de campaña de las principales fuerzas, recordándonos lo ocurrido en agosto del 2013, con la tragedia de Rosario. Para ese entonces, desde Tigre se había activado el plan para acompañar al candidato funcional al massismo en su acto de cierre y luego en la fiscalización.
El triunfo de Ignacio Torres en Chubut resultó en un cimbronazo para el gobierno, ya que la provincia anticipaba lo que ocurriría a nivel nacional. El festejo fue de Patricia Bullrich, que también se preparaba para derrotar a Horacio Rodríguez Larreta en las PASO.
El discurso del Ministro Sergio Massa en plena campaña era igual al del Presidente Alberto Fernández, que giraba sobre el tema de la pandemia, la guerra, y otros slogans agotados desde hace tiempo. El dólar que cotizaba $557 durante las últimas semanas previas a la elección, arrancó llegando a los $800. La economía esta detonada, los u$s7,000,000,000 que llegarán en breve serán para pagar otros vencimientos; aunque le garantizarán algo más de vida política al candidato del oficialismo.
La solución geopolítica
La solución al problema económico argentino pasa por la geopolítica, pero ninguno de los candidatos con posibilidad de llegar a la presidencia lo ha entendido, sea por falta de asesoramiento o de formación personal. En efecto, la ambigüedad ideológica de Sergio Massa, aplicando a sus frecuentes visitas a los EEUU sus sucesivos guiños a China, a quienes entre otras cosas intentó entregarles la red 5G, y el desesperado pedido de recursos a Qatar, muestran su “panquequismo” político también en el plano internacional; algo que no genera la confianza necesaria para que la ayuda que el país necesita se encuentre al alcance de la mano.
En el caso de Patricia Bullrich, si bien se muestra amigable con los EEUU, su vínculo destacado es con Israel, y en este sentido no se puede estructurar la política exterior de un país como el nuestro en base a relaciones con un miembro secundario de la coalición de países libres. A esto debemos sumar la influencia de Mauricio Macri, que siempre ha sido cercano a Europa y China, pero distante en lo estratégico con los Estados Unidos. En efecto, JxC tampoco tiene pensado un rumbo exterior para una eventual gestión para el período presidencial venidero.
Finalmente tenemos al candidato “Antisistema”, a nuestro vendedor de tónicos milagrosos de la política local, que nos viene enrostrando una especie “indigencia intelectual” en material internacional. El ganador de las PASO nos tiene acostumbrados a su curanderismo económico, prometiendo lluvia de dólares, y disparates como mover la embajada ubicada en Tel Aviv a Jerusalen; algo que los propios israelíes no piden ni quieren.
Esto último se trata de algo que había planteado el ex Presidente Donald Trump, y que este señor repite como loro sin el menor conocimiento de algo tan específico en esta materia. Sumemos que afirmó que “No comerciaría con países comunistas”, en referencia a China, una definición propia de un niño que todo lo desconoce; pues hay que distinguir relaciones comerciales y las que son geoestratégicas.
Estas elecciones nacionales 2023 se preparan para darle salida a la mitad de nuestra clase política, algunos por un tema natural como es la edad, y otros por un desgaste propio de la pérdida de credibilidad, tanto para viejas como nuevas figuras. Es un momento de nuestra historia que no debemos desperdiciar ni cometer los errores del pasado, evitando las falsas soluciones fáciles y otros cantos de sirenas. Se sale con un plan, con propuestas racionales y mucho sacrificio.
