En las últimas semanas se ha escrito y comentado muchísimo, a través de diferentes canales de comunicación, acerca del crecimiento del comercio electrónico y de la aceleración de procesos de comercialización que provocó la pandemia de COVID-19 en todo el mundo. A los números que se van presentando y actualizando cada semana a través de diferentes organismos y entidades falta todavía sumarles un dato que debería aplaudirse, al menos en la Argentina: la formalización de las transacciones que genera el comercio electrónico redundará en mayor recaudación fiscal y menores resquicios para el contrabando y la falsificación marcaria.
Si bien es difícil cuantificar con precisión el perjuicio que el comercio ilegal produce al fisco argentino, se estima que la pérdida alcanza a los 125 mil millones de pesos anuales. Además de los daños que provoca a las compañías y comercios formales, y por los que venimos reclamando hace años desde la Asociación Civil Antipiratería Argentina.
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Algunos de los resultados que mostró la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE) arrojan que en las primeras semanas de la cuarentena obligatoria se produjo un avance más rápido que el que se esperaba para los próximos tres años. Obviamente, no todas las empresas que ofrecen productos y servicios estaban listas para esa aceleración; muchas se vieron sorprendidas, pero tuvieron que adaptarse lo antes posible.
Un ejemplo claro de una industria a la que le costó acomodarse es la de los supermercados. Casi todas las grandes cadenas ya contaban con sus canales de venta online o telefónica pero se encontraron, de repente, con un nivel de demanda que superó las previsiones. Tuvieron que ajustar procesos para poder responder de la mejor manera y en un par de semanas lograron acomodarse para afrontar los pedidos de los clientes.
Coronavirus, trabajo y nuevos desafíos
Del mismo modo, en escalas mucho menores, miles de comercios descubrieron nuevos sistemas o adaptaron los que ya tenían para poder dar respuesta rápida a una nueva modalidad. Para eso también fue importante la reacción de cámaras y asociaciones que lanzaron capacitaciones online para que la digitalización de muchos sistemas que seguían siendo demasiado caseros acompañara una realidad diferente.
Las cifras regionales que presentó hace pocos días Marcos Galperin, el fundador de Mercado Libre, impactan. Desde que se registraron los primeros casos de Coronavirus y hasta la primera semana de mayo, la plataforma sumó cinco millones de compradores nuevos en Latinoamérica; la mitad de ellos en Brasil, y un 12 por ciento (unas 600 mil personas) en la Argentina. Lo importante ahora es que la Argentina pueda aprovechar esta crisis para que se transforme en un punto de quiebre fundamental en una economía que se dio de frente contra la necesidad de formalizar sistemas y números. Las transacciones electrónicas cuentan con control fiscal, por lo que para el Estado nace una oportunidad.
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Justamente desde Mercado Libre, se actualizó el año pasado el Brand Protection Program mediante el cual se trabaja junto a las marcas para la protección de sus derechos de propiedad intelectual y como una manera de combatir el contrabando y la falsificación para mejorar las transacciones y cuidar también a los compradores. Según la compañía, solo el 0,1% de las publicaciones del sitio son denunciadas por falsificación, cada mes.
Mientras se habla de aplanar la curva de contagios por Covid-19 como estrategia sanitaria, la curva de crecimiento del comercio electrónico se eleva de manera contundente. Y si bien la salida de esta crisis económica que afecta a todo el mundo va a ser muy complicada, la nueva realidad para industrias, comercios y servicios genera una mirada positiva pensando en que cada día va a ser más difícil para contrabandistas, falsificadores y comerciantes ilegales. Sería ingenuo pensar que van a desaparecer, porque las transacciones electrónicas no son perfectas ni podrán terminar por completo con los productos falsos; lo positivo es que es un paso hacia adelante y que, en estos meses, con las casi 600 Saladas y Saladitas que funcionaban en el país cerradas, el delito marcó una tendencia en baja.
* Presidente de la Asociación Civil Antipiratería Argentina