OPINIóN
Economía

Quiénes pagan los impuestos en Argentina

Uno por uno, los actores del sistema tributario argentino: trabajadores, autónomos y empresas sostienen a la economía del país.

Billetes de 100 pesos.
Billetes de 100 pesos. | Cedoc

Desde hace muchos años, en Argentina conviven cinco actores que frente a los tributos tienen situaciones diferentes. Están conformados por el sector formal de la economía; los que circulan por el sector informal; la clase pasiva; los “blanqueadores” ocasionales; y por último, algunos sectores de Estado que tienen privilegios de exenciones tributarias.

El primer grupo está  integrado por los contribuyentes autónomos, los empleados en relación de dependencia y las empresas, cualquiera sea su tamaño y el formato o el tipo societario que adquieran para funcionar. Por otro lado, existe un sector informal que contribuye muy poco, limitándose únicamente al pago de los impuestos al consumo, en la etapa final de la cadena, que es el momento en que adquieren bienes o servicios que consumen.

También, existe un sector que no paga los impuestos que tendría que pagar; espera que, cada tanto, se habilite un blanqueo de capitales para limpiar, en forma mínima, su pasado tributario. También, está la clase pasiva que tributó oportunamente cuando desarrollaba su actividad, pero como cada tanto el Estado ingresa en estado de necesidad por el déficit fiscal, tienen que seguir haciéndolo.

Existe un quinto actor que está representado por el Poder Judicial, que no paga el Impuesto a la renta (Ganancias) a pesar que la ley 20.628 no lo exime, sino que no lo hace porque a través de una acordada de la Corte Suprema (20/96) se declaró la inaplicabilidad de la derogación de la exención en el impuesto para los magistrados y los funcionarios del Poder Judicial de la Nación que se había realizado en 1996.

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Mediante la última modificación realizada en el tributo, a través de la ley 27.346, se dispuso que tengan que pagar Ganancias los Magistrados, Funcionarios y Empleados del Poder Judicial de la Nación y de las Provincias y del Ministerio Público de la Nación cuando su nombramiento haya ocurrido a partir del año 2017.  Este tema genera diferencias entre pares que realizan las mismas, tareas por las debería percibirse igual salario.

Cada uno de los actores, los cinco, reciben bienes y servicios por parte del Estado, que es independiente del aporte que realizan. Como el aporte efectuado por cada uno de ellos es desigual, algunos reciben más de lo que contribuyen y otros mucho menos, generándose de esta manera una contribución desigual que no guarda justicia.

Se produce, entonces, que el sector formal que paga los impuestos sostiene con  exagerada presión tributaria a los que no aportan, que después de la pandemia irán en aumento.   

 

 

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Quién es quién:

  • Sector formal:

Prácticamente sostiene al Estrado, pagando altas tasas nominales de tributos para compensar a los aportes efectivos insuficientes que se obtienen de los que no pagan. Solventan solidariamente a los que no pueden y a los que no quieren pagar sus impuestos. Abonan tributos al consumo, casi sin darse cuenta, en cada compra que realizan y en todos los servicios que contratan en el sector formal.

Como consumidores finales pagan el Impuesto al Valor Agregado con tasas altas y el Impuesto sobre los Ingresos Brutos, que se va incrementando en efecto “cascada” en cada una de las etapas de producción y comercialización, llegando al último eslabón muy recargado.

Además, estos actores pagan el impuesto a la renta (Ganancias), que no es tan progresivo como debiera ser. Por ejemplo, los autónomos abonan más que los que se encuentran trabajando en relación de dependencia, porque deducen un importe notoriamente inferior, sin justificación alguna.

Ocurre a veces que las personas llegan a pagar de Impuesto a las Ganancias con la tasa máxima del 35%, que iguala lo que pagan las grandes empresas. Se encuentran “presos” de los impuestos porque sufren retenciones “en la fuente” que les efectúa el que les paga el sueldo o le abona el honorario.

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Pagan impuestos al patrimonio, sin poder descontar los pasivos, no midiéndose de esta forma correctamente la capacidad contributiva que tiene cada persona o empresa. Es un impuesto patrimonial que considera que las deudas que una persona tiene no integran su patrimonio, gravando de la misma manera al que no tiene deudas con el que se encuentra endeudado con descubierto bancario, con un préstamo, con la tarjeta de crédito.

Puede llegarse al absurdo de tener que incluir en la liquidación un auto que salió por sorteo en la segunda cuota de un plan de ahorro, por  su valor total a pesar que se deban 82 cuotas.

Pagan el IVA e Ingresos Brutos de dos maneras: 1) dentro de sus propios consumos, y 2) por el valor agregado incorporado en la etapa que intervienen y que luego, en el caso del impuesto nacional, trasladan como débito fiscal al comprador que sigue.

El aporte que realizan no se condice con lo que reciben del Estado, ya que tienen que hacerse cargo de la educación de sus hijos, de la atención de la salud y de la seguridad. Alcanza a casi un tercio de la población total, que aporta pagando impuestos casi el mismo porcentaje al PBI anual del país.

 

Compras consumo supermercado compras shopping

 

Se podrían clasificar en informales “justificados” y en los “no justificados”. Los primeros se encuentran literalmente caídos del sistema y que por los vaivenes de la economía, les resulta muy difícil incorporarse al sector formal.

En muchos casos tampoco hacen mucho esfuerzo para lograrlo, conformados con la insuficiente ayuda que les brinda el Estado y que los ata con el voto a las sucesivas elecciones futuras.

No pueden contribuir, por eso el Estado no los puede desatender, luego de la pandemia seguramente más del 50% de la población estará debajo de la línea de la pobreza.

 

  • Economía informal

Se podría afirmar que transitar por el sector informal es la única expresión o muestra de la llamada economía de mercado, que existe donde el Estado no interviene en lo más mínimo. Estos actores informales “justificados” reciben subsidios representados por más de 25 tipos de planes sociales que se encuentran vigentes, que fueron aumentados año tras año por cada gobierno que estuvo, a partir de la recuperación de la democracia. Esta secuencia, que lleva casi 40 años, comenzó en el año 1984 con las cajas del Plan Alimentario Nacional (PAN) y llegó hasta ahora, después de los sucesivos fracasos de los planes económicos que se pusieron en práctica.

Otros son los informales “no justificados” que eligen transitar por el sector informal, realizan actividades por afuera del circuito legal de la economía sin pagar impuestos. No contribuyen al Estado del cual paradójicamente reciben contraprestaciones de bienes y servicios. Estos últimos reciben subsidios indirectos soportados por los que están en el circuito formal, que termina manteniéndolos. Tienen una mirada individualista, no les importa vivir de esa manera. Se encuentra representado por empresas y personas que deciden no pagar impuestos.   

 

  • 3 Los blanqueadores:

Tienen una buena situación económica, conseguida por realizar actividades lícitas o ilícitas por las que no se abono impuestos. Su capacidad económica les permite asesorarse para acceder en tiempo y forma a los blanqueos que con frecuencia aprobó el Estado en todos los años anteriores. Sólo tienen que aguardar que pase la sortija de un nuevo plan de exteriorización de activos para abonar una mínima tasa de penalidad que les limpia su pasado.

Aprovechan la necesidad que tiene el Estado, cada tanto, de hacerse de fondos para mejorar la macroeconomía. Se genera una suerte de injusticia, en comparación con los que pagan los tributos sin atrasos. Desde el regreso de la democracia ya hubo seis blanqueos.

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  • 4 El sector pasivo:

Está representado por los jubilados y pensionados que precisan de una mayor asistencia por parte del Estado y muchas veces no la tienen, o es insuficiente. Ya contribuyeron en su vida activa, cuando ahorraron parte de sus ingresos para que su jubilación futura sea digna.

Sin embargo, en muchos casos, tienen que continuar pagando impuestos descontados de lo que reciben en sus prestaciones previsionales, provocándose que tengan que tributar dos veces por el mismo motivo, sin que exista una nueva actividad que genere una nueva renta. Un ejemplo de esta distorsión es el Impuesto a las Ganancias en las jubilaciones.

También pagan el IVA en la mayoría de los productos que integran la canasta básica de alimentos; el 10,50% del impuesto si pretenden tener una obra social privada, ya que muchas veces PAMI no puede darles el servicio que se merecen. Son la variable de ajuste siempre que tiene que implantarse algún plan impuesto por los organismos de crédito internacionales.

Recibieron la Reparación Histórica, cuando en realidad fue el reconocimiento de la inflación que hubo ese año por sobre los aumentos previsionales. Nunca cobran el 82% móvil, y los ajustes de la movilidad se retocan para abajo cada vez que el Estado necesita hacerse de fondos.

 

jubilados cobro 040402020

 

Tipos de impuestos:

Existen los impuestos que gravan el patrimonio, los que alcanzan al consumo y los que se aplican sobre la renta. Se los define como directos e indirectos, los primeros gravan a las personas y a las empresas, los segundos a las actividades que ellos realizan.

Otra clasificación que existe es: impuestos regresivos, que afectan a todos por igual sin considerar la capacidad contributiva que posee el contribuyente; mientras que los progresivos, gravan con tasas más altas a los que más capacidad contributiva poseen.

Los directos son progresivos; en cambio, los indirectos son regresivos. Un ejemplo de los primeros sería el Impuesto a las Ganancias, bien aplicado, (a más ingresos más impuesto); una muestra de los segundos el Impuesto al Valor Agregado (la misma alícuota a todos por igual).   

 

Un caso testigo:

La evolución del empleo no registrado en el país, desde el año 1990  hasta el año 2003, medido como el porcentaje de asalariados a los que no se les descuenta el aporte jubilatorio, demostró que se produjo un incremento del “empleo informal” del 78%.

Según datos oficiales, surgidos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), el porcentaje de asalariados no registrados se incrementó del 25,2% al  44,8% en ese período. Este es sólo un síntoma de la enfermedad conocida con el nombre de economía informal, y que aparece cuando las  actividades se desarrollan al margen de la ley y en consecuencia sin pagar tributos.

En esos trece años, la menor brecha de informalidad se produjo en la Ciudad de Buenos Aires, incrementándose el empleo no registrado un 28%; en la Provincia de Buenos Aires el empleo informal tuvo un aumento de más del 73%. Mientras tanto, el incremento promedio en todo el interior del país fue alrededor del 87%.

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Los números demuestran que los niveles de empleo no registrado se incrementaron en los años en que se aplicaron políticas de flexibilización laboral en el país, justamente en la famosa década del 90. Posteriormente, del año 2003 al año 2013 los porcentajes de empleo no registrado bajaron al 32%, pero a pesar de ello siguen siendo altos en comparación con los que había al inicio de la década de los 90.

Esto sucedió a pesar de la existencia del generoso blanqueo laboral que hubo en el año 2008. Actualmente, se encuentra encajonado en los escritorios del Congreso, otro proyecto de blanqueo laboral, que condona las deudas del sistema de seguridad social, sin limitaciones para los empleados a regularizar.

Siempre se piensa que una ley va a posibilitar, en época de crisis económica, que las empresas contraten sus trabajadores en blanco y que adicionalmente haya menos desocupación. En realidad las empresas contratan cuando el desarrollo de la economía lo pide; o sea, cuando tienen ventas. Nadie va a contratar más trabajadores ni registrarlos porque sólo  haya una ley que dé beneficios.

Las medidas de flexibilización laboral en realidad terminan desfinanciando al sistema previsional. Una muestra fue la del último blanqueo de Macri, que para reconocer la llamada “Reparación Histórica”, fue necesario sancionar esa ley para atraer fondos por los bienes no declarados de los contribuyentes. Flexibilizar primero, desfinanciando al sistema previsional y luego aprobar blanqueos para reforzarlo.     

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Entonces, qué es lo que prevalece:

Por lo expuesto se hace difícil asegurar si:
a) la inequidad impositiva, con alta presión tributaria, es lo que provoca la economía informal: los contribuyentes se resisten, o no pueden a pagar tributos que son altos e injustos.

O en cambio, b) la inequidad impositiva no se puede mejorar, la alta presión tributaria es la única respuesta que permite mantener los niveles de recaudación que necesita el Estado.

En ambos casos, el resultado es el mismo: cobrar altas tasas nominales al tercio de la población que paga. Pero, el límite es el ahogo fiscal de los que pagan, que cada vez es mayor, sosteniendo a cada vez  a un mayor porcentaje de la población que sigue sin pagar impuestos.