Soy musulmán y hace cinco años que vivo en Buenos Aires. Mi esposa y yo somos muy felices aquí y nos encanta pasear por la ciudad. Nos suele pasar que cuando visitamos un nuevo lugar, la gente se detiene por unos segundos y deja su mirada fija sobre el velo de ella. En general, lo percibimos simplemente como un gesto de curiosidad. Sin embargo, hace poco, me pasó algo diferente. Una señora, tras observar el velo de Adila, me confrontó directamente. Me preguntó, para mi sorpresa, por qué obligaba a mi esposa a usar el velo. Debo confesar que al principio me pareció muy chocante su actitud y en seguida pensé que en una sociedad pluralista como la nuestra, que garantiza la libertad de religión, ningún devoto de ningún credo debe dar explicaciones al otro sobre su código de vestimenta. No obstante, me doy cuenta de que la muerte de la joven iraní, como consecuencia de haber llevado mal el velo, dio la vuelta al mundo y dejó también una mancha sobre la imagen del islam. Sin dudas, esa señora que mostró su enojo no es un caso único en relación con ciertas conjeturas erróneas sobre el velo islámico, por eso considero oportuno transmitir lo que realmente enseña nuestra religión sobre este tema.
En primer lugar, es primordial destacar que el islam se define por sus propias fuentes y se basa en la revelación del Corán, en la vida práctica y en las palabras del profeta Muhammad, el fundador de la religión.
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Según el Corán, el pudor y la castidad, tanto de hombres como de mujeres, son principios fundamentales para la espiritualidad y se logran mediante el establecimiento de ciertos códigos de comportamiento y vestimenta:
“Y di a las mujeres creyentes que recaten su mirada y protejan sus partes privadas, y no muestren su belleza y sus adornos, excepto lo que sea visible de ellos, y coloquen sus velos sobre sus pechos...” (24:32)
Sin embargo, el islam es una religión universal y no pretende reflejar una cultura en particular. No hay un vestido específico u obligatorio para las mujeres, sino que cada país adapta su atuendo de acuerdo con sus costumbres y tradiciones en pos de cumplir los valores de la fe. Un error común actual es la presunción de asociar el velo exclusivamente a la religión musulmana, aunque hallamos el uso del velo como una expresión de castidad en todas las religiones abrahámicas. También en el Corán, se presenta a la Virgen María debido a su pudor como un modelo para todos los creyentes.
De este modo, el velo no es un signo de la autoridad del hombre sobre la mujer, como tampoco es solo tarea de ella establecer la modestia en nuestras sociedades. Al contrario, se exige primero de los hombres que ellos cumplan su responsabilidad en observar la castidad y no cosificar de ninguna manera a la mujer como objeto sexual. Por ello, irrelevantemente si ella usa el velo o no, es siempre la responsabilidad del hombre tratarla con dignidad y respeto.
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Por otro lado, todas las leyes islámicas se enraízan en el ejercicio del libre albedrío y la libertad de religión. El profeta Muhammad manifestó con su propio ejemplo que no debe existir coacción en los asuntos de la fe y ordenó la separación de estado y religión. Entonces, si bien el velo es un mandamiento religioso para la mujer musulmana, el islam prohíbe categóricamente el uso de la coacción en asuntos religiosos. Una musulmana debe usar el velo como símbolo de su espiritualidad únicamente por su propia elección y convicción. Ningún hombre y ninguna institución tienen el derecho de intervenir o imponerlo en nombre de Dios.
En conclusión, la noticia espantosa de la muerte de Mahsan Amini no coincide con los valores auténticos del islam. Cuando algunos grupos en el Occidente quieren prohibir por coacción o quitar por obligación a una musulmana el velo nos causa indignación y tristeza de la misma forma que cuando ciertos grupos en nombre del islam quieren imponérselo a la mujer. En fin, como musulmán, jamás obligué a mi señora el uso del velo ni apoyo a ningún hombre que lo haga, sino que defiendo categóricamente la libertad de religión y, por sobre todas las cosas, la santidad de la vida.
Marwan Sarwar Gill es Imam (teólogo islámico) y presidente de la Comunidad Musulmana Ahmadía en Argentina.