OPINIóN
Coronavirus

Es primordial sostener los buenos hábitos al finalizar el aislamiento

La crisis por el coronavirus puede ser una oportunidad para cambiar algunas costumbres de la vida cotidiana y hábitos de consumo nocivos para el medio ambiente.

josefinamendoza_diputados_07/04/2020
La diputada más joven de la Cámara Baja indaga sobre el cambio climático | Cedoc

Desde que se tomó la medida del “aislamiento preventivo y obligatorio” provocado por la aparición del Coronavirus COVID-19 en múltiples rincones de nuestro planeta, han sido muchos los comentarios respecto de la drástica reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, principales generadores del cambio climático, y cómo este suceso ha tenido presuntas consecuencias positivas en el ambiente.

Es un hecho que en la Ciudad de Buenos Aires la contaminación bajó un 50%. Así lo indican las mediciones de las estaciones de control atmosférico que el gobierno porteño tiene en distintos puntos de la Capital. Y también es un hecho que el mismo fenómeno se repite en todas las ciudades del mundo en las que se ha establecido la “cuarentena” para evitar seguir propagando el virus.

En nuestro país, y en el mundo, esta circunstancia responde fundamentalmente a la brusca disminución de la cantidad de vehículos en circulación, pero también al drástico cambio en el modo de vida urbano y los hábitos de consumo. 

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El cambio drástico en la calidad del ambiente, aunque a consecuencia de una pandemia, hace que nos replanteemos múltiples cuestiones, entre ellas, el impacto positivo que tendría que las personas dejemos de usar nuestros vehículos particulares y, al mismo tiempo, que pudiéramos contar con medios de transporte más amigables con el ambiente. Esto hace que consideremos qué tanto afecta negativamente el accionar irresponsable de los seres humanos en el ambiente y por qué cuesta tanto darnos cuenta y modificar nuestros hábitos, así como qué papel cumple la política en todo este escenario. 

Naomi Klein en su libro esto lo cambia todo, afirma: “el cambio climático no es un ‘problema’ o una ‘cuestión’ que añadir a la lista de cosas de las que nos hemos de preocupar, en el mismo plano que la sanidad o los impuestos. Es la alarma que nos despierta a la realidad de nuestro tiempo, es un poderoso mensaje -expresado en el lenguaje de los incendios, las inundaciones, las sequías y las extinciones de especies- que nos dice que necesitamos un modelo económico totalmente nuevo y una manera igualmente novedosa de compartir este planeta. Nos dice, en suma, que necesitamos evolucionar”. 

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Esta crisis, sin dudas debe ser una oportunidad para evolucionar. Estamos frente a una pandemia que está interpelando absolutamente todo lo que creíamos estaba preestablecido, y a todos. Estamos frente a un virus que no distingue clases sociales ni países, un virus que pone en jaque a nuestros sistemas de salud ya sea que vivamos en Reino Unido, Estados Unidos o la Argentina. ¿No deberíamos entonces replantearnos algunas cuantas cosas? ¿Qué haremos cuando esto pase? Me animo a plantear algunos desafíos. 

El primer lugar, es primordial ser capaces de sostener los buenos hábitos al finalizar el aislamiento, consolidarlos y entender que el futuro cercano -pero en muchos lugares, el presente también- está en juego si no lo hacemos; 

En segundo lugar, esta crisis está poniendo a prueba muchas empresas e industrias y sus respectivos modelos de negocio. Son las empresas más sostenibles, las que han sabido equilibrar la rentabilidad financiera e impacto social y ambiental, y quienes están resistiendo mucho mejor esta crisis;

Por último, exigir un Estado presente, ya que su rol es irreemplazable frente a toda problemática socioambiental, son necesarias las acciones coordinadas entre los gobiernos de todos los países implicados en menor o mayor medida en el cambio climático. Por otro lado, aseverar que ha sido, y debería ser, la política la responsable de cambiar el curso de la historia con respecto al cuidado de nuestro planeta, para que esto pueda ser sostenido y legitimado en el tiempo.

Muchos dirán “¿de qué habla? Vivimos en un país con otras prioridades: pobreza, desigualdad, recesión económica…”, no desconozco nuestra realidad como argentinos, también es por todos conocido que son los sectores más vulnerables, social y económicamente hablando, los primeros que sufren las consecuencias de la crisis climática. Es hora de entender que todos nuestros problemas están relacionados y mientras sigamos viendo a la crisis climática como algo lejano, más lejos estaremos de encontrar soluciones. Este es el planeta que habitamos y este es el momento de actuar. También en tiempos de coronavirus podemos pensar qué hacer después del coronavirus. 

 

**Diputada nacional por la UCR, integra el interbloque de Juntos por el Cambio. Con 27 años, es una de las legisladoras más jóvenes de la Cámara Baja.