Según datos difundidos por la ONU, 160 millones de niños están en situación de trabajo infantil, lo que representaba 1 de cada 10 niños en todo el mundo. Algunos de ellos con tan solo 5 años de edad.
Si vemos a un chico vendiendo en la calle tenemos que preguntarnos por qué está ahí en lugar de estar en la escuela, tenemos la obligación de formularnos algunas preguntas. ¿Qué nos impide hacernos las preguntas que hay que hacerse? ¿Será que a lo mejor nos duelen las respuestas?
También hay algo relacionado con la posibilidad de mirar al otro. Si no se lo mira, el otro no existe, se vuelve invisible.
Trabajo infantil y embarazo adolescente: realidades dolorosas
¿Qué posibilidades tenemos de mirar a través de los ojos del otro? Porque tal vez esté ahí el secreto de entender ciertos reacciones, ciertos resentimientos y ciertos olvidos.
Se suele mirar para otro lado y esconder bajo la alfombra el trabajo infantil. La violencia ejecutada por humanos hacia otros humanos debe tener sanciones fuertes y concretas, máxime cuando se trate de vulnerar los derechos de la niñez.
Frente a situaciones de explotación infantil hay que preguntarse: ¿dónde está el Estado? Es inadmisible la desidia y la desprotección de la niñez.
La pandemia duplicó la cifra de los menores que trabajan
Los estados están obligados a contener a los niños y sus familias con políticas eficaces que eliminen por completo los condicionantes que impulsan el trabajo infantil.
Necesitamos una revolución humanitaria tendiente a frenar la sobreexplotación, la esclavitud contemporánea y la acumulación de riqueza desmedida y que se ponga el foco en la inversión en planes de protección social para la niñez.
* Guillermo Whpei, presidente de la Fundación para la Democracia Internacional.