OPINIóN
Paradigma monetario

Inclusión social y dinero digital

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Estados Unidos. Cerca de 40 millones de personas han realizado alguna inversión o utilizado criptomonedas. | cedoc

Sólo uno de cada cinco operaciones comerciales en el mundo se hace en efectivo. Desde que se inició la pandemia, el uso de dinero físico disminuyó 32% (Global Payments Report, FIS). La digitalización acelerada de los medios de pago incluyó un boom de las billeteras virtuales que ya concentran 1 de cada 10 transacciones. También abarca la expansión de las criptomonedas, que atraen miles de inversores minoristas dispuestos a experimentar con instrumentos financieros innovadores. A este ritmo, en 2025 el dinero digital se usará incluso más que los billetes clásicos (Payments go (even more) digital, Red Book Statistics).

América Latina necesita adaptarse rápido al nuevo paradigma monetario. Apenas 20% de la población utiliza en ocasiones una forma de pago diferente del efectivo mientras que este porcentaje es de 90% en las economías avanzadas (Global Findex, Banco Mundial). Los marcos normativos nacionales están llamados a considerar esta nueva realidad para ofrecer confianza en las nuevas formas del dinero.

Así lo entienden muchos países que comenzaron a diseñar monedas digitales, conocidas como CBDC (del inglés Central Bank Digital Currency) y competir con las stablecoins privadas, que también focalizan su propuesta de valor en un respaldo real del activo digital.  Más de 90 países, que representan 90% del PIB mundial, ya lanzaron o están explorando crear una CBDC.

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La semana pasada fue el turno de los Estados Unidos, donde 16% de la población adulta, cerca de 40 millones de personas han realizado alguna inversión o utilizado criptomonedas. A través de una Orden Ejecutiva, el Presidente Joseph Biden instó a la agencias estatales, incluyendo a la Reserva Federal, a analizar la emisión de una CBDC, su impacto en la inclusión financiera, la relación con otros criptoactivos, y las implicancias para el financiamiento del crimen y las actividades ilícitas.

Los pagos digitales permiten realizar operaciones sin necesidad de abrir cuentas bancarias

También el Banco Central Europeo (BCE) inició en 2021 un estudio que demandará 24 meses para recomendar el mejor diseño posible de un euro digital. Países muy diversos, como Suecia, China o Nigeria, ya lanzaron pilotos de monedas digitales oficiales. También en la región hubo avances en Ecuador y Perú, o en Uruguay con el e-Peso. En tanto que el Banco Central de Brasil anunció que avanzaría este año en una prueba acotada.  

Los pagos digitales permiten realizar operaciones sin necesidad de abrir cuentas bancarias ni pagar costos de intermediación financiera en un horario 24x7. La introducción de una CBDC al sistema monetario será positiva si logra reducir los costos de transacción en operaciones de compraventa y sumar nuevos usuarios que hoy realizan sus actividades en la informalidad. En este sentido, las estimaciones para Estados Unidos y Canadá muestran incrementos de hasta 1,6% en el consumo agregado (Central bank digital currency and monetary policy,  HYPERLINK “https://www.sciencedirect.com/journal/journal-of-economic-dynamics-and-control” \o “Go to Journal of Economic Dynamics and Control on ScienceDirect” Bank of Canada). La lógica es sencilla: la facilidad del pago genera que se hagan más transacciones en un período de tiempo determinando.

Resultan igualmente relevantes otras ventajas, como la posibilidad de abaratar el costo de transferencias internacionales ligado a las remesas de migrantes. Además, se reduce el costo de impresión de billetes y monedas, y se establece un registro de transacciones que contribuye a reducir la evasión fiscal. Como su acceso no depende de la existencia de cajeros automáticos, ni sucursales bancarias, sino del acceso a internet y a un teléfono inteligente, la infraestructura de conectividad digital aparece como una condición necesaria para la inclusión financiera.

Es importante establecer canales de diálogo entre países para facilitar el comercio transfronterizo y la interoperabilidad. Sin una adecuada cooperación multilateral, el alcance de las CBCD permanecerá en la esfera de la economía doméstica y proliferarán decenas de proyectos con impacto acotado.  

La aparición del metaverso como mundo paralelo en la realidad virtual brindó a las criptomonedas un enorme horizonte de potencial expansión, al tratarse de un mercado que podría alcanzar los 800.000 millones en 2024, según el pronóstico de Bloomberg Intelligence.  

Un artículo de agosto pasado en este mismo espacio comentaba el llamado de atención de la Comisión Europea y el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), entre otras instituciones, sobre los peligros asociados a la multiplicación y expansión de criptomonedas descentralizadas. Así como el desafío que enfrentan los gobiernos para no alterar la oferta de crédito, sufrir inestabilidad financiera o ver comprometida la capacidad recaudatoria del Fisco. También aparecen cuestiones relacionadas con la privacidad de los datos, y con el futuro del sistema financiero tradicional si los ahorristas minoristas se vuelcan en masa a la nueva moneda.

Se necesita diálogo entre países para facilitar el comercio transfronterizo y la interoperabilidad

Si la CBCD muestra bondades muy superiores al billete tradicional, se podría cumplir la ley de Gresham, que acontece cuando circulan dos monedas en un país y la mala expulsa a la buena, en el sentido de que nadie quiere quedarse con un activo de menor respaldo y las transacciones se hacen en moneda mala, mientras se ahorra en moneda buena. Una dinámica con resultado incierto. Las criptomonedas descentralizadas o privadas se han caracterizado por una gran volatilidad difícil de absorber para una moneda de curso legal y general.

Uno de los delitos financieros más comunes es el phishing, por el cual se engaña a las personas para que compartan información confidencial como contraseñas y números de tarjetas de crédito. El uso más general de criptomonedas precisa acompañarse por programas de alfabetización digital y financiera, y regulaciones sobre ciberestafas.

Una encuesta global de PwC a nivel global estimó que 90% de las personas planea reducir el uso de efectivo en el futuro próximo (The Evolution of Money: Why Financial Institutions Should Start Paying Attention to CBDCs, PwC).  

Con la participación de empresarios, sindicatos, la academia y loa sociedad civil, el Consejo Económico y Social (CES) continúa avanzando en aplicaciones de blockchain para el bien común, ya sea en la dimensión monetaria como en la economía real, donde la tokenización de servicios ecosistémicos ofrece la oportunidad de poner en valor y cuidar la riqueza natural.

La tecnología solo abre una puerta. Nuestra es la responsabilidad de cruzarla.   

 

*Secretario de Asuntos Estratégicos. Presidente del Consejo Económico y Social.