Según se hable desde la heterodoxia o la ortodoxia económica, se suelen presentar distintas recetas para contener o bajar la inflación en los países donde crece a ritmos descontrolados. Abundan las opiniones de expertos y economistas que aconsejan tomar ejemplos de terceros actores casi en forma absoluta.
Lo cierto es que no hay una única receta que pueda funcionar, ya que la realidad económica y financiera de cada país, el momento histórico, el contexto interno y externo, la estructura económica, productiva y social, etc., demuestran que se deben tomar caminos particulares: cada país es un mundo. Pero sí hay ciertos lineamientos, o formas de actuar, que pueden servir como una guía general.
En primer lugar, hay que entender que la Economía no consiste sólo en fórmulas o teorías para aplicar en la realidad. Se trata por definición de una ciencia social, no exacta. Y ver la inflación meramente como un problema monetario, de exceso de oferta de dinero, o de déficit fiscal, o de independencia del Banco Central -si bien son variables a considerar dentro de un plan general-, no resuelve el problema.
Sobre todo con altas tasas inflacionarias (superiores al 100%) como han tenido algunos países y como tiene hoy la Argentina, donde juegan además las expectativas, la inflación de costos, el endeudamiento, la percepción, la inercia, etc.
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En concreto, ¿cuáles fueron las herramientas más utilizadas -y las condiciones generadas- por diversos países que han logrado bajar una alta inflación?
Hay varias, y en suma podemos mencionar:
- responsabilidad fiscal, que no significa sí o sí un déficit 0, sino un manejo responsable de un déficit relativamente bajo y con destino –de presentarse ese déficit- a fines productivos, a innovación tecnológica, a infraestructura;
- regulación de tarifas de ciertos servicios esenciales y de la energía;
- suba de la tasa de interés;
- lograr y mantener un bajo endeudamiento externo;
- emisión responsable y a la baja;
- contención de la puja distributiva entre empresariado, sindicatos y trabajadores;
- contener las expectativas inflacionarias;
- perseguir el superávit comercial, fortalecer las reservas, etc.
Estas y otras medidas no deben ser aisladas, siempre deben formar parte de un plan integral. Así lo han logrado los casos exitosos.
Inflación: ¿Cómo hace el resto del mundo?
Países como Vietnam, Israel, México y otros que han tenido una inflación superior al 100% en ciertos períodos de tiempo, han tomado medidas similares, o algunas de ellas en forma combinada considerando su realidad socioeconómica y el momento histórico, su lugar en la geopolítica global, y su potencial productivo.
Israel llegó a sufrir en los ´80 una inflación superior al 400% (contexto de tensiones bélicas, crisis del petróleo y endeudamiento del 200% del PBI). Redujo el gasto notablemente, sobre todo el gasto militar, ejerció control de precios, bajó la emisión monetaria, encaró un proceso de industrialización con innovación tecnológica, logró un gran acuerdo político entre las fuerzas en puja, asoció el incremento de salarios a las metas de inflación, y recibió una importante ayuda de EEUU (por su interés geopolítico en Medio Oriente).
Todo, como parte de un paquete general y con otras medidas adicionales. Por ejemplo, un acuerdo de precios y salarios no sirve si los costos siguen subiendo, por ejemplo, en insumos y en el precio del combustible y tarifas. Así como tampoco las medidas aplicadas deben sostenerse en el tiempo indefinidamente.
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Vietnam –a diferencia de Israel y México, su Banco Central no es independiente-, además de algunas de las medidas mencionadas, congeló el precio del combustible, producto que afecta a los demás precios de la economía, subió las tasas de interés, devaluó su moneda, realizó cambios para aumentar la productividad de la tierra y encaró un importante proceso de industrialización (mejoró sus relaciones con EEUU y con China), atrayendo inversión extranjera de manera notable.
Las exportaciones industriales de Vietnam representan el 40% del total, frente a un 20% de las de origen agropecuario. Y mantiene un bajo endeudamiento externo, incluso con un déficit fiscal del 3.4% (2021). Reitero, cada país es un mundo.
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Los ejemplos exitosos de diversos actores deben poner adaptarse a la realidad de cada país donde se busquen replicar, no sirve hacer un copy-paste. De otro modo, todo puede llevar a la catástrofe. Recordemos la nula inflación argentina en 1999 y 2000, e incluso negativa. Ya sabemos cómo terminó la historia. Y si no se comprende, tarde o temprano se puede repetir.
Sin lugar a dudas, los países industrializados tienen tasas de inflación más bajas y cuentan con mayores herramientas para hacer frente a shocks externos, mientras tengan acceso a recursos naturales. Logran mayor fortaleza en sus monedas, competitividad en los mercados internacionales, costos más bajos, mayor innovación tecnológica, menor vulnerabilidad a las variaciones del precio de las materias primas, etc. Ese es el camino.
En síntesis, habiendo observado éstos y otros ejemplos históricos, hay elementos clave a tener cuenta para atacar una alta inflación y afrontar los grandes desequilibrios económicos y sociales que genera: moderación en el endeudamiento externo (si es posible menor al 50% del PBI), resguardar las reservas internacionales y fortalecerlas, mesura en el gasto público y en la emisión monetaria, inversión en innovación tecnológica, industrialización y aumento de las exportaciones de origen industrial y regulación de ciertos precios (sobre todo alimentos, servicios esenciales y el combustible).
Per además, un verdadero acuerdo entre las fuerzas políticas, de la industria, del sector primario, los trabajadores, sindicatos y las finanzas, para contener la puja distributiva y afianzar un sistema económico y productivo viable en el largo plazo: un verdadero pacto de rentas e inversión para mantener las expectativas inflacionarias a raya, resultado que a fin de cuentas beneficia a todos, trae mayor estabilidad y funciona como atractivo para la inversión.