El 19 de septiembre de 1955 fue la última vez que Juan Domingo Perón pisó el suelo argentino cuando abordó la cañonera Paraguay y rumbeó al exilio tras el triunfo de la autodenominada Revolución Libertadora.
En el escenario nacional, en esos 17 años, el peronismo fue prohibido, perseguido y fusilado; hubo dos gobiernos semidemocráticos, el de Arturo Frondizi (1958-1962) y el de Arturo Umberto Illia (1963-1966); dos dictaduras militares autoproclamadas revoluciones, la Libertadora (1955-1958) y la entonces vigente Revolución Argentina (desde el año 1966).
También surgieron poderosas organizaciones armadas, influenciadas por el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, como los Montoneros (de filiación peronista) y el Ejército Revolucionario del Pueblo, de ideología guevarista. Por su parte, en el movimiento obrero aparecieron sectores con una clara orientación anticapitalista (Agustín Tosco, la CGT de los Argentinos) que cuestionaban el accionar de la tradicional conducción peronista que bregaba por paritarias y aumentos salariales sin poner en cuestión al sistema.
17 de noviembre de 1972 | Una fecha gloriosa en la historia del peronismo
En lo que atañe al contexto internacional, brevemente, en esos 17 años, asistimos a grandes ideas de transformación. Por ejemplo, el Vaticano se aggiornaba de la mano de Paulo VI con su encíclica Populorum Progressio, en que sostenía la necesidad de reequilibrar las riquezas mundiales en beneficio de los países y las clases más pobres. Así, afirmaba que: “la propiedad privada no constituye para nadie un derecho incondicional y absoluto. No hay ninguna razón para reservarse en uso exclusivo lo que supera a la propia necesidad, cuando a los demás les falta lo necesario”. Además, los norteamericanos estaban sufriendo una durísima derrota en la guerra de Vietnam y los obreros y estudiantes franceses se unían en Mayo de 1968 con el objetivo de “cambiarlo todo”. En Latinoamérica, la Revolución Cubana se consolidaba, en México, en la Plaza de las Tres Culturas, se producía la masacre de cientos de estudiantes, a manos del ejército y en Chile tenía lugar la vía “pacífica” al socialismo de la mano de Salvador Allende.
El contexto argentino, 1971-1972
El presidente de facto era Alejandro Agustín Lanusse, el tercero de la Revolución Argentina puesto que la movilización popular y el accionar guerrillero ya habían eyectado a Juan Carlos Onganía (1966-1970) y a Roberto Marcelo Levingston (1970-1971). Así, la dictadura que había llegado para gobernar veinte años y que no hablaba de plazos sino de tiempos (económico, social y político), comenzaba a preparar las valijas.
Para julio de 1971, Lanusse convocó al GAN (Gran Acuerdo Nacional) en que hizo un llamamiento a todas las fuerzas políticas y prometió que se realizarían elecciones sin proscripciones en marzo de 1973. El objetivo era canalizar la inmensa protesta social por vías institucionales (electorales) y dejar en “off side” a las organizaciones guerrilleras que, con las armas en la mano, se proponían la destrucción del sistema capitalista y la construcción del socialismo.
Lanusse le encargó las gestiones políticas a su Ministro del Interior, el radical Arturo Mor Roig, quien diseñó dos estrategias: la cláusula de residencia y el ballotage. Respecto al primer punto, se estableció que los candidatos debían residir en la Argentina antes del 25 de agosto de 1972 y permanecer en el país (recordemos que Perón vivía desde inicios de la década de 1960 en Madrid, en la quinta Puerta de Hierro). Con respecto al ballotage, como es sabido, el candidato más votado debía sacar el 50% de los votos para evitar una segunda vuelta. Lanusse, creía, ¿incrédulamente? que el peronismo no alcanzaría ese caudal de votos y entonces se unirían las fuerzas antiperonistas y lo podrían derrotar en las urnas.
Puerta de Hierro: lo que quedó de la mítica quinta de Perón luego de ser comprada por Jorge Valdano
Así, se animó a torear a Perón y en declaraciones a la prensa afirmó que “no voy a admitir que corran más a ningún argentino diciendo que Perón no viene porque no puede. Permitiré que digan: porque no quiere; pero en mi fuero íntimo diré: porque no le da el cuero para venir”. Por otro lado, también hizo algunos gestos favorables como iniciar gestiones para devolverle el cuerpo de Evita (profanado por la Libertadora y enterrado en Milán con un nombre falso) y su grado de general.
Una vez que se empezó a vislumbrar la salida electoral, la organización Montoneros modificó su estrategia y se produjo el “engorde” de la guerrilla, con la creación de organizaciones de “superficie”, legales, en distintos ámbitos: las fábricas (Juventud Trabajadora Peronista), las barriadas humildes (Movimiento Villero Peronista) y las universidades (Juventud Universitaria Peronista), etc. Así, la consigna de estos grupos, denominados Tendencia Revolucionaria del Peronismo fue “Luche y vuelve”.
La masacre de Trelew, agosto de 1972
Pese a los gestos de apertura electoral, cabe señalar que el gobierno de Lanusse era una dictadura con todas las letras. Así, además de tener lugar las primeras desapariciones, en agosto de 1972, se produjo una masacre en la lejana y helada ciudad de Trelew, cuando fueron fusilados 19 guerrilleros y guerrilleras que habían fracasado en un intento de fuga de la cárcel de Rawson. Este hecho produjo una gran conmoción en la opinión pública como se pudo observar en las multitudes que asistieron al velatorio de las personas asesinadas (entre ellas, la esposa del líder del ERP, Mario Roberto Santucho), realizado en la sede del Partido Justicialista metropolitano.
La fecha límite del 25 de agosto para que los posibles candidatos estuviesen radicados en la Argentina ya había pasado y las juventudes de la izquierda peronista, con gran algarabía cantaban: “Lanusse, marmota, Perón vuelve cuando se le cantan las pelotas” y “Lanusse gorilón, rajá de la Rosada que es la casa de Perón”.
El regreso de Perón
En noviembre de 1972, Perón decidió emprender el regreso a su amada patria. En su cabeza, seguramente, anidaba el recuerdo de aquel frustrado retorno en 1964, durante el gobierno de Illia, cuando fue detenido en Río de Janeiro y obligado a volver a España.
Así las cosas, Perón, desde Madrid, diseñaba su estrategia y organizaba futuras reuniones con las fuerzas políticas, en especial con la Unión Cívica Radical (conversaciones iniciadas tiempo antes, en La Hora del Pueblo en noviembre de 1970). Al mismo tiempo se conformó una comitiva para ir a buscar a Perón. Ésta estaba integrada por un centenar de figuras de la política, el espectáculo, el deporte y el quehacer cultural.
El objetivo era desestimar cualquier intento de los sectores más “gorilas” de derribar el avión que traería de regreso al General. La comitiva, que voló en un avión de Alitalia, estaba integrada -informaba Clarín-por “113 peronistas”. Entre otras personas, cabe señalar a su delegado personal Héctor José Cámpora; a dirigentes políticos y sindicales como Raúl Lastiri, Carlos Saúl Menem, Ricardo Obregón Cano, Antonio Cafiero, Guido Di Tella, Lorenzo Miguel y Vicente Solano Lima; el padre Carlos Mugica, fundador del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y el sacerdote Jorge Vernazza; intelectuales como Rodolfo Ortega Peña y Raúl Matera; deportistas como el futbolista José Sanfilippo y el boxeador Abel Cachazú y personalidades del mundo cultural como Hugo del Carril, Leonardo Favio, Sergio Villarroel, Chunchuna Villafañe y Marilina Ross.
El 14 de noviembre de 1972 Perón viajó de Madrid a Roma adonde fue recibido por Giulio Andreotti, Presidente del Consejo de Ministros de Italia. Luego fue entrevistado por el diario romano Giornale D’ Italia al que le indicó que regresaba sin odios ni rencores, que no tenía ambiciones de poder y que estaba muy preocupado porque el país “estaba al borde del desastre” por la deuda externa, porque los precios habían aumentado 70% y los salarios solo 12%. También, Perón renunció voluntariamente a una audiencia con el Papa Paulo VI para evitar erróneas interpretaciones que comprometerían a la Santa Sede. En Roma, informaba Clarín, se reunió con Cámpora y con su secretario José López Rega, mientras que su esposa, Isabel Martínez “paseaba por Roma, ciudad que dijo encontrar adorable”.
Al día siguiente, 15 de noviembre, una solicitada de Perón en los diarios -a página completa- generó un gran impacto. Allí señalaba la profunda emoción que embargaba su alma porque volvería a ver de cerca a tantos compañeros de los viejos tiempos “como a tantos compañeros nuevos, de una juventud maravillosa, que tomando nuestras banderas para el bien de la patria, están decididos a llevarlas al triunfo”. Asimismo, pidió que se mantuviesen todos en el “mayor orden y tranquilidad” y que su misión era de paz y no de guerra.
Sobre la repercusión en la prensa mundial del retorno de Perón, Clarín informaba que los diarios de Estados Unidos llamaban a Perón ex presidente, en vez de ex dictador como lo habían hecho antes; el influyente diario británico Financial Times decía que el objetivo del ex presidente era acrecentar su poder “y debe demostrar que no es tan cobarde como para no regresar”. Por su parte, algunos diarios sudamericanos -Colombia, Brasil, República Dominicana- expresaron miradas críticas hacia Perón y sus “cantos de sirena” y consideraron “novelesco” su regreso. Por último, el New York Times informaba sobre el viaje de manera pormenorizada y en un ranking de popularidad realizado durante la semana, Perón había superado al Che Guevara, Salvador Allende y Fidel Castro.
El jueves 16 de noviembre a las 20:25 (hora exacta en que murió Evita en el año 1952), el DC-8 Giuseppe Verdi de Alitalia con 154 personas a bordo, decoló del aeropuerto romano de Fiumicino con destino a la ciudad de Buenos Aires. Viajaban en él, Perón, su tercera esposa Isabel, su secretario José López Rega y la nutrida comitiva ya referida.
La militancia
Mientras el avión cruzaba el océano, cientos de miles de personas comenzaron a caminar hacia Ezeiza para recibir a Perón, pese a que la dictadura anunció que desplegaría un fuerte operativo de contención de los manifestantes “con el encargo de reprimir, con la energía necesaria, todo intento de violentar la tranquilidad pública”. Pero, sin importar la copiosa lluvia y el frio -poco usual para esa época del año- la muchedumbre caminaba sin pausa, coreando “Evita, Perón, Revolución”.
La Confederación General del Trabajo, conducida por el gremialista José Ignacio Rucci, decretó un paro general y como respuesta, el gobierno de facto declaró el 17 de noviembre como “día no laborable”.
Finalmente, luego de quince horas de vuelo, incluida una escala técnica en Dakar, el DC-8 tocó pista en el aeropuerto internacional de Ezeiza. Eran las 11:09 de la mañana de un día lluvioso y gris. Para evitar que Perón se mojase, Rucci, rápidamente, subió la escalinata del avión, abrió un paraguas negro y cubrió al anciano General, en una imagen que quedó para la posteridad. Cerca de ambos se encontraba Juan Manuel Abal Medina, Secretario del Movimiento Nacional Justicialista y hermano de Fernando, fundador de Montoneros y quien ejecutó al dictador Pedro Eugenio Aramburu (un cantito de la época decía: “Abal Medina, la sangre de tu hermano es fusil en la Argentina”).
El regreso de Perón trastocó los tradicionales almuerzos de Canal 9 que ese día transmitieron desde Ezeiza con el anfitrión y zar de la televisión Alejandro Romay y participaron varias de las personas que venían en el avión con Perón. Por su parte, el editorial de Clarín que llevaba por título “Unidad y paz”, remarcaba la importancia del dialogo y de ganar la paz entre los argentinos; era preciso superar los factores de división y postergación del país, puesto que asistíamos a un momento decisivo en que “todos, sin exclusiones, debemos realizar aportes en favor de una paz perdurable”, por ello, el primer paso era olvidar los resentimientos del pasado y actuar por encima de las banderías.
La dictadura de Lanusse le encomendó al Brigadier Ezequiel Martínez que entrevistará a Perón y le consultará sobre las actividades que tenía previstas en su visita al país. Para ello, lo trasladaron al Hotel Internacional de Ezeiza donde debió permanecer largas horas, en un clima tenso, rodeado el edificio por las fuerzas de seguridad. Cabe señalar, informaba Clarín, que previamente el hotel había sido desalojado, sus 81 habitaciones en sus tres plantas quedaron vacías, a la espera de Perón y su principal comitiva.
A Gaspar Campos
Finalmente, en la madrugada del 18 de noviembre, Perón fue autorizado a dirigirse a la casa de dos plantas, jardín y pileta que el Partido Justicialista había adquirido en la calle Gaspar Campos 1065, en el partido bonaerense de Vicente López. Allí, por varios días, tuvo lugar el peregrinar de miles de personas que vieron por primera vez a Perón. Así, pudieron “ponerle cara” a la persona por la cual durante tantos años venían luchando, militando e incluso dando la vida.
En su breve estadía en la Argentina, Perón convocó a todas las fuerzas políticas y les propuso conformar un gran frente popular que arrasara en las urnas, poniendo fin a la dictadura militar. Los encuentros se realizaron en un restaurante familiar de Olivos llamado Nino. También, en Gaspar Campos, recibió a dirigentes políticos y sindicales peronistas que le llevaron diferentes nombres para encabezar la fórmula, puesto que su candidatura no era posible por la cláusula de residencia. Tras una maratón de reuniones y encuentros con su pueblo, Perón volvió a dejar la Argentina. Una vez en Madrid, indicó que la fórmula del FREJULI (Frente Justicialista de Liberación), sería encabezada por su fiel delegado personal, Héctor J. Cámpora y el político conservador Vicente Solano Lima. Ese regreso de Perón, aunque breve, tras 17 años de exilio, insufló energías en la militancia juvenil. Se aproximaban las elecciones, en un contexto dictatorial (con sectores importantes de las Fuerzas Armadas reacios a los comicios) y con escasos recursos financieros. Había que pintar paredes, pegar afiches, convencer a la gente en los barrios y en las fábricas que el peronismo tenía los mejores candidatos. Así, la Juventud Peronista, creó un eslogan simple, claro y contundente: “Cámpora al gobierno, Perón al poder”.
El 11 de marzo de 1973, el FREJULI obtenía el 49.5% de los votos y la Unión Cívica Radical se bajaba de la segunda vuelta. Tras dieciocho años de proscripción, persecuciones y fusilamientos, el peronismo volvía al poder. Pero esa historia la contaremos en otra oportunidad.