OPINIóN
Columna de la USAL

Educación universitaria en casa: la internacionalización y el atajo de la virtualidad

Todavía la vuelta a las aulas se avizora lejana, y tal vez no vuelva a ser como antes por mucho tiempo.

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Ideas | Free-Photos / Pixabay

La cuarentena preventiva y obligatoria ante el avance del virus Covid-19 llegó para quedarse, y los cursos universitarios no son la excepción a este cambio de paradigma. Como ha sucedido con el resto de las actividades a las que estábamos habituados, las clases han adoptado la modalidad no presencial a través de plataformas virtuales.

Todavía la vuelta a las aulas se avizora lejana, y tal vez no vuelva a ser como antes por mucho tiempo. En la Universidad del Salvador (USAL) se ha adoptado la plataforma Balckboard de aulas virtuales que permite no sólo el dictado del curso, sino también el intercambio entre estudiantes, permitiendo el contacto entre ellos tanto antes del inicio del curso, como durante las pausas y una vez finalizado el dictado de clases. Los aspectos tradicionales del curso se mantienen (como puede ser los horarios, la forma de exposición, etc.) pero tiene cambios fundamentales que enriquecen el proceso de aprendizaje.

En mi caso particular, desde nuestra Cátedra de Derecho Comercial hemos buscado nuevas formas de atraer la atención del estudiante, compartiendo contenido virtual durante la clase y sometiendo cuestiones a discusión, o realizando trabajos prácticos de manera virtual. En mi experiencia, los alumnos pierden el miedo a interrumpir al orador dejando mensajes en el chat en lugar de hacer consultas por micrófono. Cuando algún alumno se pierde en la discusión, consulta en el chat y se ve la rápida respuesta de los compañeros, que en muchos casos se adelanta a la explicación del profesor. Así se convierte claramente en un proceso de enseñanza y aprendizaje colaborativo.

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La normativa ministerial y la presencialidad remota en la educación universitaria

Este empleo acelerado de la tecnológica en la enseñanza a la que fuimos empujados por la pandemia, nos ha importado un desafío como profesores. Primero en el uso de plataformas, pero sobre todo en la construcción de un vínculo de confianza con nuestros alumnos. Así es que nos mantenemos en contacto con los estudiantes incluso luego del horario de clase, ya sea circulando información, trabajos prácticos o contestando consultas. Si bien esto sucedía con anterioridad, la cuarentena parece haber roto con los calendarios y los horarios, y se reciben consultas en cualquier momento del día.

Así, se forma una relación asincrónica en la cual ya no es necesario que el alumno y el profesor coincidan en tiempo y espacio en todo momento para generar aprendizaje. Sin embargo, esta comodidad que otorga la virtualidad, demanda al mismo tiempo de ambos interlocutores, un compromiso mayor en materia de participación y creatividad.

Educación en cuarentena: no es un cuatrimestre perdido

Por otro lado, si bien la virtualidad implica muchos beneficios, la interacción sigue siendo clave en el aprendizaje, y el desafío reside en encontrar nuevas formas de enriquecer este intercambio digital. El caso de las competencias académicas no es un tema aparte. Desde el Grupo de Trabajo en Derecho y Economía de la USAL participamos hace cuatro años del Moot de Libre Competencia organizado por la Universidad del Pacífico de Lima (Perú) y el Estudio Bullard Falla Ezcurra +.

Como sucedió con el Moot de Arbitraje de Viena, la competencia de Perú tendrá lugar esta vez en forma digital. Este tipo de competencias enriquece la experiencia del estudiante al permitirle interactuar con personas de otras naciones, con ordenamientos jurídicos, sistemas de aprendizaje y experiencias distintas. Es la externalidad positiva de la internacionalización en la educación superior. En la competencia, se trata de convencer de nuestro caso (simulado) a personas con idiosincrasia diferente. Además, en nuestra experiencia la presencia física del estudiante ante un jurado de jueces y una audiencia simulada, permite vencer muchos miedos. En este sentido, se observa la evolución del estudiante a medida que avanza en los desafíos que implica cada ronda. Si bien al principio pueden actuar algo dubitativos, a medida que avanzan las rondas vencen los miedos y entran a competir con mayor firmeza.

Cómo reconvertir la educación universitaria a la modalidad virtual

Esta vez, sin embargo, la competencia se realizará de manera remota. En esta modalidad, la internacionalización termina llegando a casa. Los costos de participar se reducen para los alumnos al evitar los costos de traslado y hospedaje en un contexto inflacionario y de crisis cambiaria. Podría decirse que los costos se reducen a cero y en consecuencia la competencia es más inclusiva. Ahora el desafío conjunto reside en conformar un equipo de participantes que tal vez nunca se ha visto personalmente, para que actúen de forma sincrónica y organicen la defensa de una manera virtual.


* Profesor Adjunto Derecho Comercial. Facultad de Cs. Jurídicas, Universidad del Salvador.