OPINIóN
cultura

Juan Sasturain, agitando el avispero

Juan Sasturain Director Biblioteca Nacional Mariano 08012020
Juan Sasturain, quien acaba de ser nombrado Director de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. | Pablo Cuarterolo

En 1988, Amnesty Internacional le otorgó a Juan Sasturain y a Alberto Breccia un premio por la historieta Perramus. Alberto siempre contaba que, a partir de entonces, las bases se modificaron para que no volviera a premiarse una obra del noveno arte. Sostenía que algún despistado había cometido un desliz.

En Perramus a Juan se le ocurrió hacer justicia histórica, en ese mundo alternativo, Jorge Luis Borges recibía el Premio Nobel. Algo que, todos sabemos, nunca sucedió. Sin embargo, a veces, la realidad comete un desliz en su larga tradición de injusticias y nos sorprende con una buena noticia. Esa buena noticia es la elección de Juan Sasturain como director de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno.

Me cuesta pensar en una persona más merecedora y adecuada para dirigir la Biblioteca Nacional. Juan Sasturain vive y respira literatura. Es imposible encontrárselo en la calle sin uno o dos libros bajo el brazo. Juan no sólo es licenciado en Letras, fue también un excelente docente universitario y posee una vastísima experiencia en todas las áreas de la literatura, desde el trabajo más básico y sumiso de corrector de galeras hasta dirigir colecciones para prestigiosas editoriales y revistas. No se concentra en un área de la literatura, a pesar de ser nuestro mayor especialista en el género policial y de historieta, sino que liba de todos los géneros literarios. La curiosidad de Juan es legendaria y los derroteros que uno puede tener en una conversación literaria con el autor de El último Hammett son cuasi infinitos, desde la literatura clásica hasta los entretelones más detallados de la vieja literatura popular y de kiosco. En el edificio Otto Wulff, posee un cubil donde alberga lo que, a mí modo de ver, es el reservorio más importante de literatura policial en todo Latinoamérica.

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Por lo general, las personas, cuando comienzan a hacerse mayores, empiezan a perder el interés por los desafíos literarios. Reservan sus energías para las relecturas de aquellos libros que le dieron más satisfacción. Juan continúa descubriendo autores y comprando libros (se llama a sí mismo “un acaparador”) con la misma energía que tenía en su juventud. Al tiempo que escribe y pergeña novelas y cuentos casi a diario. La vitalidad, en estos tiempos aciagos, es un bien escaso. En Juan es una de sus mayores cualidades y sabe cómo transmitirla e inculcarla a los demás.

Como prueba de lo anterior, basta recordar que a su eximia labor literaria, asentada en premios y en excelentes libros, ha sumado un exótico perfil como conductor de programas culturales que ya podemos considerar clásicos. Su empaque y personalidad los hacen tan únicos como, en su momento, lo fueron Caloi en su tinta o El otro lado.

Más allá de las simpatías políticas que cada cual posea, el cargo que alguna vez desempeñó Paul Groussac o Jorge Luis Borges, está tallado a la medida de Juan Sasturain. La Biblioteca Nacional es nuestra máxima usina cultural. A la cultura, cada tanto, hay que agitarla como a un avispero y liberar esas avispas a las que muchas personas le piantan, pero cuyo aguijón es necesario que nos inoculemos. Considero que Juan tiene mucho de apicultor para sacudir ese avispero y hacer más accesible la cultura.