Hace 85 años la DAIA se constituyó como la entidad central de la comunidad judía argentina. Su fundación, en 1935, fue la respuesta a la tragedia del nazismo en Europa y las persecuciones sistemáticas a los judíos que, para salvar sus vidas, debieron escapar.
Se consolidó así en la representación política de la comunidad judía local, interlocutora frente a la sociedad civil y los gobiernos. Desde el primer día, su única guía fue trabajar por el interés de sus representados, que son los miles de judíos que participan en las 140 instituciones adheridas y en las 25 filiales en todo el país que forman parte de la DAIA. Se trata de escuelas, templos, clubes sociales, centros culturales que mantienen viva y activa la vida judía en Argentina.
Sabemos que la “representación política” es un concepto que está en constante transformación y que sigue siendo materia de debate entre los teóricos y los académicos de las ciencias sociales. En la DAIA la ejercemos siempre poniendo en el centro las necesidades de los miembros de la comunidad judía argentina.
Tomamos las decisiones siendo muy conscientes de nuestra responsabilidad. Sabemos que lo que hacemos o decimos va a repercutir sobre la vida de nuestros representados. La DAIA tiene bien en claro cuál es su principal rol: actuar para defender la dignidad de los judíos argentinos.
Ejercemos una representación política democrática, abierta y plural. Y podemos decir con orgullo que la DAIA goza de un alto nivel de legitimidad y de aceptación por parte de las instituciones y de los miembros de la comunidad.
Luchar contra el antisemitismo y educar sobre la Shoá fue y sigue siendo la columna vertebral de nuestras acciones respondiendo a las muchas y variadas necesidades que se van presentando. Pero la DAIA, a lo largo de su historia, se vio atravesada por múltiples desafíos, paradigmas en permanente cambio y al ajuste de su misión en la dinámica de la sociedad argentina.
Con el correr de las décadas, se perfiló como una organización de protección de los derechos humanos, comprometida con la riqueza de la diversidad, construyendo una red sinérgica con 17 colectivos vulnerables a la discriminación destacando la idea de la inclusión y la interseccionalidad de factores identitarios que aún se perciben como “inferiores” o, lisa y llanamente, “invisibles”.
Desde su organización federal, en un territorio de dimensiones considerables, y siendo la voz de instituciones judías de distintas orientaciones, miradas y funciones, la DAIA se erige como un faro que ilumina la igualdad ante la ley, la detección y denuncia de los discursos de odio y todo acto que menoscabe los pilares de la convivencia pacífica democrática.
La DAIA defiende los derechos humanos de todos. Lo estamos haciendo con coherencia, coraje y convicción. Diariamente asumimos el compromiso por la construcción de una Argentina plural y diversa, donde las identidades individuales y colectivas puedan desarrollarse en un entorno de respeto y multiculturalismo.
El ejercicio pleno de esta representación es un paradigma, entendiendo como paradigma todo aquel modelo, patrón o ejemplo que debe seguirse en determinada situación. Y en esta situación, la que transita nuestra república, la DAIA como organización de la sociedad civil es impactada por las mejores y las peores cuestiones en debate. Y lo hacemos en consenso, intentando en una institución heterogénea como la nuestra, integrados por instituciones de intereses diversas, hacer de esa heterogeneidad un ejemplo y hacer de los disensos un ejemplo de consenso.
* Presidente de la DAIA.
Producción: Silvina Márquez.