Si bien el reemplazo de los humanos por las máquinas es algo que inquieta al mundo desde la Revolución Industrial, la reciente irrupción de la inteligencia artificial generativa ha potenciado fuertemente esa inquietud, dividiendo a la población entre los que creen que la IA reemplazará todos o casi todos los puestos de trabajo y los que creen que no hay forma de que una inteligencia artificial realice en forma idónea el trabajo que vienen ejecutando las personas.
La buena noticia es que, en parte, ambas miradas están en lo correcto: la IA efectivamente va a reemplazar muchos puestos de trabajo, en especial los que están asociados a roles muy operativos, a acciones que se pueden sistematizar y automatizar.
Pero, por el otro, también va a generar nuevos puestos, como prompt engineers, arquitectos de workflows de IA, analistas de datos de personas, diseñadores de experiencia del colaborador y otros que no existen y seguramente se crearán en los próximos años.
La segunda buena noticia es que no va a disminuir sino potenciar el carácter humano y necesariamente creativo de los puestos existentes o venideros.
A los hechos
En el área de Recursos Humanos, que es la que más conozco, la IA está transformando la manera de trabajar en forma profunda. Hoy en día ya se aplica en automatización de tareas repetitivas (búsqueda de candidatos, contacto y seguimiento, screening y agenda de entrevistas), mejora en la toma de decisiones (predicción de rotación, performance, clima), personalización en escala (onboarding, capacitación, bienestar) y reducción de sesgos en procesos de selección.
Siendo bien concreto, hoy un agente de IA puede entender lo que busca una empresa más allá de las keywords o filtros booleanos; buscar candidatos de forma proactiva aunque no estén buscando trabajo activamente, inferir habilidades que no están escritas, pero se infieren por el perfil; escribir mensajes personalizados y humanos, a escala; hacer seguimiento sin depender de la memoria del recruiter; agendar entrevistas en el calendario y llevar un CRM actualizado automáticamente.

Todo esto permite ganar velocidad, acortando los tiempos de contratación en un 50%. Por otro lado, ganar calidad, permitiendo encontrar un mejor talento, más alineado al perfil. Y también escalabilidad: un reclutador puede manejar más procesos, con menos desgaste.
¿Y las personas?
Lo interesante no es solo lo que la IA hace, sino lo que libera. En este caso tiempo, energía y foco para que las personas puedan dedicarse a lo que realmente importa. No es que el reclutador desaparece sino que justamente comienza a aportar valor humano, sin tener que dedicarse a copiar y pegar perfiles todo el día.
El reclutador sigue siendo el que entiende, acompaña y lidera la búsqueda. Para sintetizarlo, podríamos decir que la IA se ocupa del cómo, el reclutador del por qué y el para quién. En ese sentido, el factor humano sigue siendo esencial (pero ahora con mayor poder y menos desgaste) para entender el contexto de la empresa y el equipo, leer lo que un CV no dice, sentir si hay fit o no, aunque todo parezca encajar, acompañar al candidato y cuidar la experiencia humana, y tomar decisiones difíciles, con variables emocionales o culturales.
Di Doménica: “La inteligencia artificial debe complementar, no reemplazar al docente”
La conclusión (si bien el tema seguirá abierto, lógico) es que se trata de una integración más que un reemplazo. El potencial real está en combinar lo que la IA hace mejor (procesar datos, automatizar) con lo que las personas hacen mejor (sentir, conectar,
crear).
Capacitarse para no quedar afuera
Dicho todo lo anterior, la pregunta es qué deben hacer los especialistas en Recursos Humanos -esto se podría extrapolar a otros rubros- para no quedar afuera de esta nueva era de integración de IA y personas.
Lo primero, perderle miedo a la IA: no es magia negra sino una herramienta. La segunda recomendación es formarse, no por eso convertirse en un programador, pero sí entender cómo funciona; luego, experimentar, probar herramientas, jugar, etc.; cuestionar procesos, en el sentido de ver si hay formas mejores de hacer lo que se venía haciendo; trabajar con datos, que son la materia prima de la IA y su desarrollo y, por último, pero no menos importante, volver a lo humano, justamente porque la IA se encarga del resto.
Por lo tanto, podemos afirmar que la IA no va a reemplazar a los RRHH, pero sí a quienes no quieran evolucionar. A su vez, va a potenciar a los que sí, a quienes abracen el cambio con curiosidad, humildad y foco en las personas. Porque, al final, ninguna IA reemplaza el sentir. Y en Recursos Humanos, eso sigue siendo lo más importante.
(*) Joaquín Titievsky es CEO de Talentum.