El canto coral es una de las actividades más importantes que existen dentro de la amplia usina cultural que es la Ciudad de Buenos Aires. No importa qué rincón porteño recorramos, encontraremos allí a alguien dirigiendo y a un grupo de personas siguiendo sus instrucciones, conformando así una orquesta que utiliza como instrumentos la tonalidad de cada una de sus voces.
Esta actividad tan llena de mística y pasión, se produce a partir de la síntesis entre el esfuerzo individual, y muchas veces amateur, de cada coreuta y el profesionalismo y dedicación de cada director que se encarga de complementar todas esas individualidades sonoras, para producir ese sonido tan característico que nos hace poner la piel de gallina cada vez que escuchamos a este tipo de formaciones.
Si bien este universo es enorme en la ciudad, se encuentra muchas veces oculto a plena vista para quienes no participan de los mismos o no tienen seres queridos que intervengan en ellos. Es así que existen formaciones corales en cada institución pública, en cada club de barrio, en cada iglesia o parroquia y en cada asociación de colectividades que funcionan muchas veces como salvaguarda para sus canciones tradicionales. Cada uno de estos coros ejecuta su arte con un estilo propio y que puede incluir cancioneros contemporáneos, clásicos o de temas que todos conocemos.
“Los clásicos siempre los elige la gente”
La Ley de Promoción y Desarrollo de la Actividad Coral que aprobamos el pasado 3 de noviembre, con el voto casi unánime del pleno de la Legislatura de la Ciudad, viene a saldar esa deuda y a reconocer finalmente, el esfuerzo y la trayectoria de quienes desde hace décadas dedican su vida a cantar y a organizar estos grupos.
Nuestra propuesta fue fruto de un trabajo conjunto con la Asociación de Directores de Coro de la República Argentina (ADICORA) y la Red Coral Argentina, las principales organizaciones que nuclean a Directores y coreutas en la Ciudad, representando un hecho histórico que marca un antes y un después para las miles de personas que conforman el mundo coral.
Los lineamientos de la ley
Entre las herramientas que promueve, la Ley crea un Registro de coros porteños, impulsa la incorporación de grupos corales en festivales musicales organizados por el Gobierno de la Ciudad y promueve la generación de instancias de formación coral, así como de concursos y certámenes. Asimismo, y con el objetivo de garantizar espacios para el intercambio de experiencias y el enriquecimiento de cada formación, avanza con la creación de un Encuentro Anual de Coros de la Ciudad, del que además podrán participar agrupaciones de otras provincias y países. También constituye una mesa consultiva, como un órgano en el que el Poder Ejecutivo podrá citar a representantes de las organizaciones para dialogar y coordinar su puesta en práctica.
Sabemos que la aprobación llega en un momento justo, porque la actividad coral fue sumamente perjudicada por la pandemia. Las restricciones a la movilidad, razonables para controlar la propagación del virus, golpearon directamente a las agrupaciones, que durante casi un año y medio no pudieron encontrarse para ensayar y sostener su ritmo de canto.
A diferencia de otros rubros, la virtualidad no pudo remediar las consecuencias negativas del aislamiento. Tenemos muchísimas expectativas sobre el impacto que va a tener la nueva norma, con la mira puesta en recuperar, y por qué no superar, sus niveles prepandémicos, habilitando con su difusión que más personas conozcan lo que hacen los coros y se acerquen a participar en sus barrios. Y lo hemos previsto a partir de una política que ha tenido éxito en otros rubros, y que le otorga al Estado instrumentos que le permitan acompañar su crecimiento mediante mayores y estables espacios de participación, de formación y de publicación para su obra.
La masividad que tiene la comunidad coral -cuya magnitud algunos directores comparan directamente con la del fútbol- y el sentido de pertenencia que genera para quienes forman parte nos motivó a estudiar posibles medidas para ayudarla a crecer.
En ese camino, que iniciamos en la Cámara de Diputados hace más de una década, nos topamos con que hasta el 3 de este mes, era una de las pocas disciplinas artísticas que no contaba con un régimen de promoción específico, como si tienen las Librerías, los Bares Notables, los Centros Culturales o el Teatro.
Celebramos haber conseguido este objetivo tan esperado y reafirmamos nuestro compromiso de seguir trabajando para proteger y fortalecer la tarea que llevan adelante cada uno de sectores que conforman la vasta vida cultural de la Ciudad de Buenos Aires.
*Vicepresidente Tercero y Presidente de la Comisión de Cultura, Roy Cortina.