OPINIóN
Arte de la política

La mentira de cada día

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Pandemia. En estos tiempos vivimos, con vacunatorios VIP y con oscuras transas. | cedoc

En su Antimanual de Filosofía, el francés Michel Onfray, fundador de la Universidad Popular de Caen, doctor en filosofía, pensador punzante y siempre opuesto a todo tipo de conformismo u obviedad intelectual, pregunta: ¿hay que ser obligatoriamente embustero para ser Presidente? Su respuesta es afirmativa, y los hechos parecen darle la razón. Es difícil imaginar, dice Onfray, que alguien dispuesto a sacrificar su vida a la verdad haga carrera en la política. En esa carrera, agrega, solo importan dos cosas. Cómo llegar al poder y cómo mantenerse en él. Frente a ambas cuestiones el fin justifica los medios y se sostiene con base en mentiras.

La sucesión de mentiras empieza en desacreditar a los adversarios, en no reconocerles inteligencia o méritos, en convertirlos en culpables de todos los males, en presentarse como único propietario de la verdad y desautorizar con cualquier falacia a quien lo cuestione. Luego se miente acerca de uno mismo, ocultando las propias zonas oscuras, borrando las evidencias de los propios fracasos, blasfemias, contradicciones, tomas de posición y manchones éticos. Y ya en el poder se plantean nuevos interrogantes: ¿cómo mantenerse o, en caso de ser eyectado, como regresar lo antes posible? Una vez más, dice Onfray, todos los medios valen y están justificados. El arte de la política, concluye el filósofo francés, es un arte de la sofística y, por lo tanto, de la mentira. Los sofistas, como se recordará, fueron verdaderos reyes del marketing en la Atenas del siglo V antes de Cristo. Cobraban por convencer a las muchedumbres exponiendo con notable capacidad retórica y verbal argumentos falsos, vacíos o reñidos con la realidad, y haciéndolos sonar convincentes. Sócrates y Platón lucharon incansablemente contra estos embusteros, cuyo arte sobrevive en los publicistas, políticos y mandatarios de hoy. Otro francés, el historiador y filósofo Pierre Hadot (1922-2010), llamó a los sofistas “mercaderes de apariencias”.

¿No hay vacuna contra este virus letal para las sociedades que son los mentirosos de la política, y especialmente los que llegan a la cima del poder? El mexicano Óscar Diego Bautista, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid, docente en la Universidad Internacional de Andalucía y profesor e investigador en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), propone antídotos en Ética para Corruptos, un libro que debería ser de lectura obligatoria para mandatarios, políticos y funcionarios públicos, aunque estén ya inmunizados contra la verdad y la honestidad. Bautista, que se desempeñó en la administración pública y creó los Cuadernos de Ética para Servidores Públicos con el auspicio de la Universidad Autónoma del Estado de México, sostiene (con Max Weber, padre fundador de la sociología y la ciencia política), que hay quienes viven para la política y quienes viven de ella. A estos últimos los considera ignorantes morales, que desconocen la noción de servicio y bien común. Cree que esa falta de vocación corre pareja con un vacío existencial, que es a la vez vacío de valores y de sentido. La historia muestra que es imposible gobernar bien cuando se carece de códigos éticos alineados con principios morales, observa Bautista. Si solo viven movidas por el deseo de riqueza y poder, las personas se corrompen y corrompen a las instituciones. “Para contar con buenos gobiernos se requiere primero contar con buenos individuos”, sentencia este estudioso. Y es ahí, dice, donde la ética con base moral entra a formar parte del arte de gobernar.

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Los tiempos que vivimos, con vacunatorios VIP, con oscuras transas en la repartija de puestos, de ministerios y de cajas, con pandemia de mentiras que resultan insultantes para el ciudadano tomado por idiota por el emisor oficial de las mentiras, con búsqueda obscena de impunidad para lo imperdonable, y otras exquisiteces, confirman de manera lúgubre las ideas de Michel Onfray y ponen en evidencia la necesidad de una formación ética y moral como la que propone Bautista, y que resulta hoy una vana ilusión. Preparémonos, entonces, para la mentira de hoy. Y para su desmentida de mañana.

*Escritor y periodista.

Producción: Silvina Márquez