OPINIóN

La última oportunidad de la mano de Sergio Massa

Ministerio de Economía.
Ministerio de Economía. | AFP

Lo único que queda claro con los últimos movimientos que el presidente Alberto Fernández ha hecho en el Gabinete nacional es que Sergio Massa es la última oportunidad que tiene el actual Gobierno para intentar sobrevivir a una de las peores crisis económicas y sociales que se tenga registro en la historia argentina. La asunción del flamante "superministro" no implicará ninguna solución mágica dentro de los grandes desafíos que hasta aquí nos presenta la realidad de cada día.

Una de las grandes peleas que deberán enfrentar las nuevas autoridades económicas será sin lugar a dudas el descontrolado nivel inflacionario. Aún no se conocen los datos oficiales de julio, pero las estimaciones más benévolas indican que será de un 8 por ciento. Un claro golpe al bolsillo de la gente que ya no puede aguantar más. Los controles de precios han fracasado y las tareas llevadas a cabo en torno a presionar al sector privado para evitar las supuestas subas de precios "especulativas" no fueron más que puestas en escena que no han generado absolutamente ningún efecto.

Dentro del plano inflacionario, Sergio Tomás Massa enfrenta un desafío mayúsculo: el déficit fiscal y el endeudamiento sin freno del Banco Central de la República Argentina. Para ponerlo en términos fáciles de entender, el déficit (el nivel de gastos por sobre los ingresos) se encuentra muy por encima del nivel acordado con el FMI (acuerdo que por la precaria salud financiera de la Argentina no es conveniente incumplir).

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Por otro lado, el denominado "déficit cuasifiscal" generado por el BCRA es una bomba inflacionaria que parece no tener freno: el nivel de emisión monetaria siempre fue descontrolado –bajo el lema oficial "la emisión no genera inflación"- y se lo fue "esterilizando" -para que esos pesos emitidos no impacten de lleno en el nivel de precios- con las famosas Leliqs. .

Estos instrumentos pagan una tasa efectiva anual cercana al 80 por ciento, lo que significa que (al solo efecto de tomar dimensión del desastre monetario) mientras los intereses que pagaban las Leliqs al momento de asumir Alberto Fernández implicaban 52 mil millones de pesos mensuales, hoy esos mismos intereses equivalen a 350 mil millones de pesos. Esto no significa otra cosa más que emisión, que más tarde o más temprano tendrá un impacto determinante en el nivel inflacionario.

El otro dilema que deberá resolver el Gobierno con la nueva renovación ministerial será el cepo cambiario. Con todas las restricciones, la autoridad monetaria no para de perder reservas internacionales por lo que se entiende que a esta altura el cepo no tiene ningún sentido. También es cierto que no hay posibilidades de que un gobierno kirchnerista que no genera ningún tipo de confianza piense en liberar el tipo de cambio.

El impacto en la inflación y los problemas en términos de dólar futuro comprometido por el BCRA son cuestiones que dejan una sola alternativa: desdoblar el tipo de cambio. Lo cierto es que no hay dólares necesarios para poder importar bienes que requiere la economía argentina para seguir funcionando. Tal vez el primer paso sea un acuerdo con el campo para acelerar la liquidación de exportaciones dentro de un contexto de agonía en términos de divisas. Nadie sabe bien que es lo que se va a anunciar pero este es un tema que no podrá obviarse.

La credibilidad es el gran talón de Aquiles de cualquier plan económico y será en tal caso lo que Sergio Massa deberá enfrentar si desea aplicar cambios que requieran cierta profundidad en las medidas.

Lo cierto es que el Gobierno ha jugado su última carta, que no es la mejor ni la ganadora sino que es apenas la única que quedaba disponible en el mazo. Veremos con el tiempo si esa carta alcanza para evitar lo que algunos ven demasiado cerca: un final catastrófico.

 

Fuente: Noticias Argentinas (NA)

(*) Economista, conductor y columnista en Radio Rivadavia.