OPINIóN
Otra marcha atrás

Las 24 cuotas del gas, el nuevo error del Gobierno

La tensión social desatada por las compensación a las empresas es una falla política, pero se corrigió con otra más grave.

Macri con Javier Iguacel 10052018
Macri con Javier Iguacel | NA

Finalmente, después de una semana de tensión política y de un rechazo generalizado por parte de la ciudadanía, el gobierno decidió dar marcha atrás con los aumentos adicionales a las tarifas de gas. Esta medida representa un cambio de ritmo porque, hasta este punto, la gestión de Macri había mantenido el pie en el acelerador de las reformas indicadas por el FMI.

En lo económico, es claro que no se puede ir a fondo con las medidas de reducción del gasto público, sin mejorar los ingresos de la gente, por lo que deberán buscarse soluciones más creativas. Pero  políticamente hablando, queda la sensación de que la decisión final llegó a destiempo, embarrada,con la soberbia habitual de algunos funcionarios de llevar adelante un proyecto sin consulta ni consensos.

 

Queda la sensación de que la decisión final llegó a destiempo, embarrada,con la soberbia habitual de algunos funcionarios de llevar adelante un proyecto sin consulta ni consensos.

 

Hasta Cristina Kirchner, vía Twitter, aprovechó para relacionar su pedido de detención con el freno al tarifazo, algo que -por supuesto- considera mérito suyo. Una pura victimización que, sin embargo, podría enseñarle algo sobre el manejo del tempo político a un gobierno con poca capacidad de reacción.

Empecemos por notar que no es la primera vez que tenemos que escribir que se dio marcha atrás con alguna medida. Al poco de asumir Macri, y ante protestas de sus propios aliados, renunció a nombrar por decreto a dos miembros de la Suprema Corte. Poco después, también se retrocedió con un aumento a las tarifas de los servicios.

Podría enumerar sucesivos errores políticos, como estos, en los que hay otra constante: el núcleo duro de Cambiemos, el Pro, se “corta solo”, y los socios y aliados se enteran por los medios. En su momento, la contramarcha se debió a la intervención de Sanz; en este caso, a las protestas de Carrió, que amenazó incluso con romper el bloque. Los socios tienen razón en sentirse dejados de lado por la falta de tacto y a soberbia del sector encabezado por Marcos Peña. Es otra actitud que podría tener consecuencias de cara a 2019.

 

Los socios tienen razón en sentirse dejados de lado por la falta de tacto y a soberbia del sector encabezado por Marcos Peña.

Una parte de la identidad de Cambiemos, se supone, es su capacidad de aceptar los propios errores. Esto los diferenciaría de la gestión kirchnerista, que tendía a empecinarse en medidas sin importar lo impopulares que fueran. Sin dudas, es loable asumir un error y pedir disculpas. El problema es que, cuando esto se da continuamente, en lugar de transmitir una imagen de honestidad, parece un síntoma de ineficiencia y poca claridad en el rumbo a seguir.

Podríamos decir: está bien asumir los propios errores, pero tampoco hay que cometer tantos. Peor aun si pasamos mucho tiempo defendiendo un error. Repasemos: en los últimos días, Javier Iguacel, Secretario de Energía se expuso reiteradamente para justificar esos aumentos. Llegó a afirmar que las quejas venían de “militantes kirchneristas”.

Pero las críticas no solo llegaron de la oposición, sino de la sociedad y, en parte, de los aliados del gobierno. El propio presidente (en quien ha recaído gran parte de la comunicación oficial, con el ocaso de Peña) defendió los aumentos, que, según dijo, le dolían “en el alma”. Poco después de todas estas defensas a capa y espada, el gobierno acepta las críticas y da marcha atrás. A esta altura, más que generar una impresión positiva, esto produce la impresión de que el presidente mentía al afirmar que no había otra opción. O que la idea detrás de esta medida era “si pasa, pasa”.

No es que esto sea así, pero es un error comunicativo imperdonable, especialmente para un gobierno que debe manejar una economía en crisis y que, como si eso fuera poco, pretende ser reelecto en poco más de un año. Quizás hubiera sido preferible sostener la medida y pagar ese costo político antes que pagar el deterioro de la imagen que le traen estas idas y venidas.

Pero definitivamente, hubiese sido preferible no llegar a esta situación. Consultar la medida, con propios y ajenos, sondear una opinión popular que viene muy golpeada por la economía, en lugar de tomar decisiones delante de una planilla de Excel.