Moverse durante los 3 primeros meses en un cargo de alta responsabilidad ejecutiva, acoplarse a una nueva estructura organizacional y su cultura, dar respuesta a los desafíos y resultados que está requiriendo el negocio, es para la mujer como subirse al cuadrilátero.
No se trata de temas retóricos, ni sexistas, es un tema reconocido por los expertos que los primeros 100 días son cruciales tanto para la empresa que contrata como para la nueva empleada, especialmente si viene de afuera.
Existe un nivel de exposición muy elevado, donde las habilidades son escrutadas y puestas a prueba tanto por los accionistas, como los pares y colaboradores. En esta posición es muy fácil dejarse absorber por la rutina operativa y que lo estratégico pase a segundo plano.
Ni encerrarse en la duda con miedo, ni precipitarse hipotecando su futuro.
La experiencia ha demostrado la importancia que tiene que las ejecutivas puedan asumir este período como el momento para sentar de manera sólida las bases de su éxito.
Los cruciales primeros 100 días
Su equipo y organización, una ruta para explorar y avanzar no sólo durante los tres primeros meses sino en lo que ocurrirá después, donde se le exigirán resultados, y la constitución de un equipo capaz de trabajar en el mismo sentido y planes de acción estratégicos definidos, son el camino para lograr un liderazgo efectivo.
Ciencia, maternidad y cristales rotos
En un mundo donde queremos igualdad, este recorrido implica para la mujer en posiciones de liderazgo permitirse explorar creencias y patrones internos de lo que significa la dirección, la autoridad y el poder.
A medida que avanzan en este sentido, las mujeres en posiciones directivas logran afirmarse a sí mismas. Librándose de etiquetas convencionales para alcanzar una integración que les permite ser firmes, expresarse de manera precisa, tomar decisiones sobre lo que sí y lo que no a medida que adquieren confianza en su cargo.
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Adicionalmente, para que una ejecutiva tenga éxito en su rol, es vital también explorar las redes de alianzas y asociaciones con las que tiene que relacionarse en cada una de las interfases de su actividad: clientes, socios, inversionistas, accionistas.
En el caso de la mujer, acostumbradas algunas a moverse en las esferas privadas, pasar al ámbito público y hacerse visible se constituye en un reto.
Por tanto, al definir sus espacios comunicacionales, ajustar los contenidos compartidos y aprender a gestionar en redes, se expanden sus resultados facilitando la inmediatez en las respuestas, así como la constitución de alianzas y nuevos espacios de proyección, lógica mucho más inclusiva y adaptada a la diversidad.
* Vicepresidenta de International Coaching Federation Venezuela. Actual CEO Progress Human Development.