El sábado pasado se realizó una nueva edición de la Marcha del Orgullo LGBTIQ+, la que se ha convertido en los últimos años en una de las movilizaciones más importantes del país, y que logró reunir a más de un millón de personas que celebran la libertad, el amor y la conquista de derechos.
Este es un hito no sólo de la Argentina, sino que en muchas ciudades del mundo se conoce el festivo “Gay Pride Parade”, donde a través de carrozas, decoraciones coloridas, bailes y carteles con consignas, se reivindica la diversidad sexual y las múltiples y variadas identidades de género.
Sin embargo, esta fiesta multicolor no siempre fue abrazada por multitudes. Por el contrario, nació de forma intempestiva en los 70 en Nueva York, como respuesta a una redada violenta de la policía en el pub Stonewall Inn frecuentado por personas gays, lesbianas, bisexuales y transgénero. En aquellos tiempos las leyes condenaban la homosexualidad y la sociedad era mayoritariamente violenta hacia la comunidad LGBTIQ+: manifestarse publicamente para defender el derecho a ser diferente no sólo era “vergonzoso” sino peligroso.
En Argentina, la primera marcha fue en 1992, y fue impulsada por organizaciones activistas lideradas por Carlos Jáuregui y César Cigliuitti. Se juntaron apenas 100 personas y la mayoría concurrió con caretas ya que, en esa época, si eras abiertamente gay o lesbiana, corrías riesgo de que te echaran del trabajo. Por ese entonces, militantes trans reclamaban por el derecho a que la justicia reconozca su cambio de género, ley que lograrían obtener recién más de veinte años después.
La perseverancia y la convicción dieron sus frutos. De ser un reclamo de una minoría que quería dejar de sufrir la discriminación por su sexualidad y su identidad de género, el movimiento creció, sumando poco a poco el apoyo de personas cisgénero y hetersoxuales, hasta convertirse en un espacio que hoy reúne a cientos de miles de personas que simplemente coinciden en el derecho a disfrutar, sentir, amar y vivir en libertad, independientemente de si se sienten hétero u homosexuales, cis o transgénero. Es irónico cómo de pasar a representar una comunidad, la Marcha del Orgullo logró convertirse en una de las movilizaciones más multitudinarias de nuestro país.
Y no fue el mero paso del tiempo el que logró una evolución en las mentes de nuestra sociedad. No hace mucho tiempo atrás, la Organización Mundial de la Salud consideraba a la homosexualidad una enfermedad mental, y hoy se la reconoce como una característica más de la libertad humana. Fue gracias a estas manifestaciones y al activismo civil constante a lo largo de décadas, que se logró cambiar este paradigma y tantos otros más.
La consigna de la marcha de este año fue una Ley Nacional Antidiscriminatoria que contemple como agravantes la diversidad sexual y la identidad de género, una Ley Integral que iguale oportunidades y libere a las personas trans de la marginalidad estructural a la que históricamente fueron sometidas y el derecho a la Educación Sexual Integral no binaria en todas las escuelas del país. Pero, además, y con la misma fuerza que el primer día, se reclamó justicia por Tehuel De la Torre, el joven trans que en marzo de 2021 fue desaparecido luego de salir a buscar trabajo y que aún hoy a instancias del juicio oral, nos seguimos preguntando dónde está.
Es cierto que en Argentina, a veces, existe un exceso de partidización que hace que aparezcan consignas políticas que son poco representativas de lo que verdaderamente significa este encuentro: la libertad y el orgullo de que cada persona pueda ser como es. Pero aquí la grieta no es protagonista, la Marcha no pertenece a ningún partido político, sino a los cientos de miles de ciudadanos y ciudadanas de a pie que desde hace décadas han salido a manifestarse por sus derechos. Y si ha logrado crecer tanto a lo largo de los años y conquistar leyes sustanciales para la comunidad es porque ha sabido demostrar que su mensaje es esencial para construir un mundo mejor y porque ha recibido con los brazos abiertos a todo el mundo sin importar su procedencia.
*Juan Bautista Canavesi. Vocal por Capital Federal de PRO Diversidad. Gerente Operativo de Cultura Popular en el Ministerio de Cultura de la Ciudad.