La histórica resistencia al cambio que tenemos los seres humanos recibió un enorme cachetazo por parte del coronavirus. Nos guste o no, es hora de barajar y dar de nuevo: muchas cosas no van a continuar siendo iguales a como eran apenas en febrero pasado.
¿Y si apelamos a la estrategia de presupuesto de base cero para nuestros siguientes pasos? En lugar de la vieja “trampa” de mirar cuánto y en qué invertimos el año pasado y hacer una extrapolación más o menos lógica para éste, podemos repensar nuestra empresa o trabajo como si la comenzáramos hoy. ¿Cómo sería? ¿Necesitamos realmente una oficina? Todos podemos ser los líderes de nuestra propia startup.
Las circunstancias nos obligarán a efectuar cambios. Habrá que adecuar los espacios físicos: en Estados Unidos se habla de six feet offices (six feet -seis pies- son poco menos de dos metros) y six feet retail, modelos conceptuales arquitectónicos para que oficinas y centros comerciales cumplan las medidas de distanciamiento social.
El teletrabajo, un desafío más en tiempos de pandemia
La firma de estrategia Board of Innovation llama low touch economy (economía de bajo contacto) a esta forma de hacer negocios que contempla restricciones en los viajes y los traslados, limitaciones para juntar personas en la misma sala, un trato especial para grupos vulnerables y un particular cuidado con la higiene.
El hombre es animal de costumbres: más de uno debe estar contando las horas que faltan para tomar un café en un bar, cenar afuera o ir al cine cuando todo haya pasado. Pero difícilmente las personas quieran volver a hacer filas para completar trámites que pueden realizarse online y la tarea de convencer de que todo tiempo pasado fue mejor a quienes descubrieron los beneficios del trabajo remoto, de no viajar o de las compras a distancia probablemente sea en vano. ¿Queremos volver a fojas cero? ¿Deseamos apiñarnos otra vez en un transporte público en hora pico? ¿Necesitamos entrar y salir todos a la misma hora del trabajo? ¿Debemos seguir en la oficina si dos horas antes de la “finalización del horario” nuestros objetivos del día están cumplidos? ¿Acaso la tranquilidad del hogar no es una alternativa para esa tarea que requiere máxima concentración?
Equipos de trabajo, clientes y accionistas en épocas de coronavirus
Muchos comprendieron el factor de cambio y apelan a nuevos modelos de negocio. Desde restaurantes con compartimentos cerrados para dar mayor seguridad a los comensales hasta opciones de pick-up para completar una compra por internet y retirar el producto sin bajarse del vehículo. OpenTable.com, especializada en reservas de restaurantes, adapta sus capacidades y brinda turnos para supermercados o comercios minoristas.
Pepsico lanzó su canal de venta directa. Si un gigante global hace una movida semejante es porque las cadenas de valor tal como las conocíamos son cosa del pasado. El comercio de proximidad lleva mucho tiempo sin agregar valor. Sin embargo, las fabricantes no avanzaban hacia la venta directa -más eficiente y más económica para el consumidor- porque no se atrevían a ir contra sus canales de distribución. Ese principio, con la pandemia y la explosión del comercio electrónico, quedó fuertemente cuestionado y solo una experiencia nueva y atractiva podrá evitar el salto de eslabones.
En hoteles y hospitales aparecen robots para ocuparse de la limpieza y profesionales que requieren de cercanía física para atender, como dentistas o peluqueros, necesitan pensar nuevas medidas de protección. La palabra de moda es “protocolo”.
Teletrabajo: convertilo en un verdadero placer
Esta vorágine incluye la gestión del capital humano. Históricamente, las empresas se movieron por El principio de Peter: la gente asciende hasta alcanzar su nivel de incompetencia. Un vendedor excelente suele ser nombrado, al cabo de un tiempo, supervisor de ventas. En ese momento deja de lidiar con los clientes –en lo que se destaca- y pasa a controlar a sus pares. Si es bueno, llegará a Gerente de Ventas, desde donde peleará con otros gerentes, cuestiones presupuestarias y conflictos entre supervisores. Si resulta lo suficientemente mediocre en ese cargo, ya no ascenderá. Según esta teoría, las organizaciones las mueven aquellos que no alcanzaron aún su nivel de incompetencia. Es hora de rediseñar las jerarquías: para mantener un negocio productivo no hacen falta cargos, sino talentos.
El futuro no existe, se construye: las empresas no pueden desplegarse, competir y triunfar en este nuevo mundo repitiendo prácticas, costumbres y vicios pre coronavirus. Es la hora de la innovación, de reimaginar el trabajo y los negocios. Ya lo dijo Darwin: no sobrevive el más fuerte ni el más inteligente, sino el que mejor se adapta al cambio.