En el marco de una tradición centenaria, la atención de la salud se ha focalizado en un continuo de intervenciones médicas movilizadas por la interacción episódica con pacientes y sus condiciones sintomáticas y etiológicas.
La generación de conocimientos médicos o más precisamente farmacológicos, ha sido complementada por los estandarizados ensayos clínicos en procesos de fases que sin sus precisiones y protocolos actuales, ya eran mencionados en el libro de Daniel y en los escritos de Avicenna.
Sin embargo debemos aceptar que los mayores avances científicos evidentes, han sido el efectivo resultado del fuerte impulso dado a la investigación en biología molecular, proteinómica y la secuenciación de genomas durante las últimas tres décadas.
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Frente a estos diferentes abordajes, los sistemas de salud enfrentan día a día problemas extremadamente complejos dados por una tendencia casi automática de generalización por el sistema de fast track de resultados y recomendaciones obtenidas en ensayos clínicos extremadamente limitados y cuya aplicación extendida a grandes poblaciones, no debiera ser ni instantánea ni segura sino estrictamente controlada.
La principal razón de esta afirmación, radica en que en estas generalizaciones no se logra tomar en consideración el conjunto múltiple de factores exógenos, tales como variaciones genómicas de los diferentes individuos o pacientes, la variedad de agentes patógenos y sus variantes, los comportamientos, entornos sociales y ambientales que influirán en conjunto en la posible efectividad planificada para diferentes tratamientos.
La precisión de resultados sanitarios obtenibles de cualquier intervención son indiscutiblemente multifactoriales, por ello la imperiosa necesidad de registrar y considerar datos de diferentes fuentes de información. Algunas estimaciones generalizadas evalúan que los resultados de una intervención dependerán entre un 15% / 40% de la atención médica recibida, entre un 10% / 20% del comportamiento de los individuos tratados, entre un 5% / 20% de diferentes factores físicos y ambientales y entre un 30% / 50% de la genética de cada paciente.
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Factores genéticos
Al analizar estos factores mayormente determinantes, debemos entender la complejidad y el alcance de nuestro sistema genético (con aproximadamente 20.500 genes codificadores de proteínas y 17.850 no codificantes) el cual determina unívocamente que no existen dos personas genéticamente idénticas, aun más es dable afirmar que no han existido ni existirán jamás.
De los 3000 millones de bases diferenciadas del DNA humano solo un 0,1% es decir 3 millones son distintas, sin embargo estas son más que suficientes para generar importantes diferencias entre los individuos. Se trata de tres millones de naipes que se mezclan aleatoria y constantemente antes de de confluir en gametos femeninos o masculinos.
Para peor debemos entender que apenas el 43 % de las células contenidas en todo ser humano son humanas, el resto son de colonizadores microscópicos tales como bacterias, virus, hongos y arqueas cuya mayor concentración se aloja en zonas de escasa oxigenación pero que interactúan sistémicamente participando no solo en funciones fisiológicas sino también en expresiones epigenéticas y en posibles mutaciones somáticas y germinales.
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En conclusión por más cálculos meta-estadísticos que ensayemos, solo podremos aseverar que contamos con evidencia sanitaria científicamente sólida, una vez que una determinada intervención haya sido aplicada a millones y millones de personas y haya transcurrido suficiente tiempo para evaluar detenidamente sus impactos y eventuales consecuencias.
Desde luego es importante resaltar en este punto, que esto no contradice la imperiosa necesidad de utilizar novedosas vacunas en circunstancias epidémicas o pandémicas como las actuales aunque los plazos de desarrollo, alcances y resultados de aplicación, aun no estén suficientemente verificados; la recomendación sin embargo es que deberíamos continuar muy alertas y atentos a controles y revisiones en el corto, mediano y largo plazo.
Factores de comportamiento
Los comportamientos efectivos observados resultan desde luego fundamentales a cualquier contexto sanitario complejo como el presente, la generación de normas (su sustento científico y oportunidad), la adhesión ejemplar y generalizada o no a estas normas o estándares de comportamiento, definirán el éxito o fracaso de cualquier intervención sanitaria.
En estos días nuevamente podemos observar con un hipotético diario del lunes como en Israel a pesar de tener gran parte de la población vacunada con una vacuna de alta efectividad, han comenzado a resurgir no solo contagios leves sino también casos severos entre población ya vacunada.
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La respuesta oficial de expertos israelíes: la variante delta importada por viajeros entrantes o retornantes reduce la efectividad de las vacunas a un 61 % del riesgo de contagiarse y de aproximadamente 95 % de cursar la enfermedad de forma grave o muy grave (es decir de cada 100 vacunados 5 podrán cursar la enfermedad de forma grave incluyendo posibles muertes tal como ya ha ocurrido).
Esta aseveración que aunque cierta resulta lamentablemente parcial ya que nadie se detiene seriamente a hacer una formal mea culpa por haber eliminado tempranamente la obligatoriedad del distanciamiento y uso de barbijos (circulaban por redes sociales videos de alumnos festejando el no uso de barbijos en clases).
Idénticas malas nuevas están resurgiendo también en Europa por ello además de la vacunación masiva , testeos extensivos y el uso de barbijos ; se debería continuar con el distanciamiento social responsable evitando la transmisión masiva del virus en todo tipo de aglomeraciones (fiestas, velatorios, actos políticos o cualquier otra irreverente excusa).
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Debemos asumir que la responsabilidad no puede ser asignada estrictamente a ciudadanos irresponsables sino fundamentalmente, a todos los profesionales de la salud y las autoridades sanitarias que puedan haber avalado por acción u omisión una cesación temprana de cuidados preventivos, y muy especialmente a las autoridades políticas a quienes les cuesta enormemente predicar con su propio ejemplo.
* Martín A. Morgenstern. Dr. Econ, MBA y Bsc.- Profesor e Investigador Economía de la Salud.