OPINIóN
Política en crisis

FMI: acordar no nos salva, pero evita una catástrofe

En un contexto de constantes tensiones internas, es crucial que aquellos que decidan, y aquellos que influyan en las decisiones y la opinión pública, tengan bien en claro la magnitud de cómo y cuánto puede afectar a la vida de todos los argentinos.

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Guzman FMI | Cedoc Perfil

Por estos momentos atravesamos las vísperas del inminente paso del principio de acuerdo con el FMI por el Congreso de la Nación, donde una vez contenido un poco el fuego, está por servirse a la mesa de la agenda mediática su discusión parlamentaria.

En un contexto de constantes tensiones internas en los principales frentes acerca de las posiciones que van a tomar al respecto, es crucial que aquellos que decidan, y aquellos que influyan en las decisiones y la opinión pública, tengan bien en claro la magnitud de cómo y cuánto puede afectar a la vida de todos los argentinos lo que se va a decidir allí, que básicamente es, si vamos a un desastre económico e institucional, o al menos no caer decididamente en él.

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Están por venir días claves que van marcar el rumbo del país, hasta ahora ha sido el ejecutivo (a través de su Ministerio de Economía) el que negoció con el fondo los detalles del acuerdo, y como manda la flamante ley promulgada por esta gestión, ahora, la responsabilidad del acuerdo pasa por los 257 diputados y 72 senadores nacionales que tiene este país. Es decir, el congreso va a tener en sus manos la responsabilidad de avalar o hacer caer esa negociación, y los legisladores no pueden realizar modificaciones esta vez.

Comúnmente utilizamos la palabra responsabilidad, como sinónimo de deber, y cuando hablamos de la responsabilidad que tienen los senadores y diputados actualmente, es importante destacar su diferencia. Como marca el filósofo y psicoanalista Erich Fromm, en su libro “La revolución de la esperanza”, “deber” pertenece al terreno de la “ILIBERTAD” y “responsabilidad” al terreno de la “LIBERTAD”; esta diferencia entre deber y responsabilidad corresponde a la distinción entre una conciencia autoritaria y otra humanista. La primera consiste esencialmente en la disposición a seguir las órdenes de las autoridades a las que se está sometido. En cambio, la conciencia humanista es la disposición a escuchar la voz de la humanidad personificada en cada uno de nosotros y no depende de las órdenes dadas por nadie más.

Es casi anecdótico que mayoritariamente el acuerdo no fue leído como malo. Sí, algunos partidarios de la antipolítica expresaron que no servía porque no se ajustaba al estado lo suficiente, y en cambio por izquierda como dió a entender Máximo Kirchner y también se expresó la Izquierda, se pide no hacer prácticamente ningún tipo de ajuste para lograr el acuerdo, no recibir controles ni injerencias en la economía argentina por parte del FMI, o no pagar, básicamente una utopía en este tipo de negociaciones.

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Lo cierto es que un default de la deuda soberana perjudica de manera significativa al ciudadano argentino. Y esto sucede tanto si se trata de un gran inversor como de alguien que tal vez no sabe cómo funcionan los mercados financieros, ni le alcanza el salario para ahorrar e invertir en el mercado de capitales.” Expresan de manera sencilla Juan Lecour  profesor de Finanzas en UCEMA y Joaquín Pastor, profesor de Macroeconomía en la UBA.

El default, lo que trae es más presión sobre el dólar, caída del salario, imposibilidad de tomar deuda en el exterior hasta quien sabe cuando (la última vez duró 14 años), estancamiento de la economía (estas son algunas de las posibles consecuencias). Uno podría decir que no debería cambiar tanto “vivir con lo nuestro”, pero el contexto no soporta  la mayor imprevisibilidad e incertidumbre que provocaría un default. Con el nivel de reservas líquidas que posee el país estamos a la vuelta de la esquina de una espiral inflacionaria que destruiría lo poco que se ha ido recomponiendo la Argentina luego de la pandemia y extinguiría las posibilidades de crecimiento. Todo esto sin contemplar el plano político, el cual entraría en su mayor crisis recordada (desde el 2001), ya que la situación sería muy comparable con la renuncia de Chacho Álvarez, teniendo en cuenta que en este caso también una fuerza interna vaciaría de poder a su propio frente, llevando al presidente y el gobierno a un fracaso deliberado. 

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En mi opinión de la cual me hago cargo y absolutizando un poco, nadie puede estar contento con que Argentina fue al FMI, nadie puede negar que fue una toma de deuda irresponsable, nadie puede afirmar que la deuda es legítima (es más se podría continuar investigando y presentando las demandas correspondientes), nadie puede confirmar a ciencia cierta que es el mejor acuerdo de la historia el que se va a lograr en caso de que se apruebe. Es más que se logre, parece un objetivo mediocre, que no genera motivaciones si se lo mira así a simple vista, y va acarrear seguramente correcciones en la economía que van a tener ciertos costos, pero si se va un poco más allá y se contempla y pone en la balanza lo que podría suceder si no se logra un entendimiento con el FMI, queda expuesto lo que verdaderamente vale del acuerdo, que es lo que evita, una catástrofe.