En un contexto de digitalización sin precedentes, el mundo del trabajo plantea y exige transformaciones constantes, no solo por parte de los empleadores sino también de los trabajadores que deben adaptarse a esta nueva era de cambios, flexibilidad y aprendizaje permanente.
El futuro del trabajo es la convergencia de dos fuerzas: la tecnología que cambia la forma en que trabajamos, pero también las personas estamos cambiando y los paradigmas sobre los cuales nos hemos criado empiezan a perder forma, como por ejemplo, el concepto de familia típica. Sabemos que vamos a vivir más y eso tiene impacto desde lo personal y lo organizativo. Desde lo personal, sabemos que tenemos que tomar hoy decisiones concretas sobre la planificación financiera.
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Este mundo del trabajo nos enfrenta a niveles muy altos de incertidumbre por la complejidad y sabemos que en un ambiente de estas características los niveles de ansiedad se elevan. Esto lo vemos cada uno de nosotros en las organizaciones donde cada vez más, no sólo nuestros proveedores pueden tener algún tipo de enfermedad física, sino que empiezan a tener enfermedades emocionales y psicológicas. Cada uno de nosotros tenemos que pensar en nuestro bienestar psíquico, emocional, físico y financiero, y las organizaciones cada vez más están pensando en estos programas individuales.
Las fronteras se desdibujan y crecen las migraciones, por lo cual el concepto de diversidad ya no es sólo de género, sino de razas y de etnias. Además, los cambios en la fertilidad y la maternidad hacen que las organizaciones repiensen en la flexibilidad y en cómo se otorgan las licencias. Aparece el concepto de trabajadores independientes y freelance que desafían cómo compensamos y retenemos a los talentos.
El futuro del trabajo es la convergencia de dos fuerzas: la tecnología que cambia la forma en que trabajamos, pero también las personas estamos cambiando y los paradigmas sobre los cuales nos hemos criado empiezan a perder forma, como por ejemplo, el concepto de familia típica.
Lo digital está cambiando los paradigmas y generando nuevas formas de negocios. Esto claramente tiene desafíos complejos en las organizaciones, hay escasez de habilidades digitales. La pregunta es qué vamos a hacer. ¿Nos vamos a pelear por el talento que está nucleado hoy en las organizaciones o vamos a estar viendo a los +45 que se quedaron sin trabajo y les cuesta volver a reinsertarse por no contar con las habilidades digitales, al igual que las madres que salieron de la fuerza laboral y que hoy les es difícil reincorporarse? ¿Vamos a generar procesos de entrenamiento? ¿Vamos a dar conversaciones público- privadas para capacitar a todas las personas que están fuera de la fuerza laboral?
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Por otro lado, sabemos que la automatización destruye puestos de trabajo, pero también sabemos que crea puestos de trabajo. La inteligencia artificial va a generar 58 millones de puestos de trabajo. El 60% de las organizaciones ya empezaron a generar procesos de automatización. En la era digital y de información, ser ignorante es una decisión porque el dato lo tenemos. Si el proceso de automatización va a destruir puestos de trabajo, ¿qué vamos a hacer cada uno de nosotros desde lo individual? ¿vamos a esperar que las organizaciones nos entrenen o vamos a ser actores protagónicos de este futuro de trabajo?
Lo cierto es que estamos viviendo la transformación digital y estos momentos generan sentimientos de incertidumbre y miedo, pero también de mucha convicción y la oportunidad de ser actores del futuro que nos toca vivir y ser parte.
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¿Somos conscientes de que estamos viviendo en este punto de inflexión de la historia donde podemos ser actrices y actores protagónicos del mundo en que vivimos siendo responsables y alzando nuestra voz? Estos cambios que atraviesan las organizaciones también nos plantean el desafío de generar una oferta para seguir siendo referentes para las empresas que están atravesando esta cuarta revolución.
* Contadora Pública Nacional, Licenciada en Administración (Universidad de Buenos Aires). CEO Mercer Argentina.