OPINIóN

Cacho Castaña y la doble moral argentina

¿Fue machista? ¡Claro! Pero esa no era su identidad principal, ni deja motivos para que se lo agravie.

Cacho Castaña
Cacho Castaña. | Cedoc

Muere un poeta, un buen músico, un ídolo de multitudes. Y enseguida aparecen los reproches por una frase muy desafortunada que dijo en broma. En un contexto de charla relajada. Un chiste que afortunadamente ya no cuaja en una sociedad en alerta por los abusos y la violencia machista.

Se muere un gran autor de canciones. El mejor pintor del Polaco Goyeneche. Un carismático, representativo de otra época, en la que los culos de las mujeres eran objetos de largos segundos cinematográficos. Un tipo al que toda una sociedad le aplaudía su “Don de macho”. Un tipo que transitó la noche, con toda su bohemia, con todas sus trampas, con todas sus tragedias. Y en las redes sociales, lo que se discute es que se murió un “tipo que celebraba violaciones”.

Mentira. Cacho Castaña era un machista, claro. Su propia gloria tuvo que ver con una cultura que se celebraba. Sus canciones -esas que ya no cantaba- hablaban del poder del hombre sobre la mujer, de la mujer objeto, del maltrato como venganza de un engaño. Si. Pero nunca recibió denuncias por violencia de género. Pero nunca fue acusado ni por violación, ni por acoso sexual, ni forma parte de la lista de femicidas.

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Es injusto que en la hora de su muerte, la doble moral lo castigue por algo que fue sin querer serlo. Cacho nació en los 40. Fue un muchacho de Boedo que se crió en los bares, que cultivó las amistades varoniles, que se formó en la más machista de las sociedades, si. Pero no se caracterizó por eso. Y lo que le cabe a Cacho, le cabe a la inmensa mayoría de los hombres que seguimos aprendiendo día a día, lo que significa la igualdad de género. Lo que le cabe a Cacho, le cabe a cada uno de los que vamos modificando nuestro humor, nuestro lenguaje, nuestra manera de ocupar el mundo al lado de las mujeres y ya no, delante de ellas.

Cacho Castaña fue un enorme artista. Y esa enormidad está perfeccionada por el amor que despertó en multitudes. Por la conmoción que generan muchas de sus canciones en las gargantas y la sensibilidad de millones de mujeres y hombres, que lo admiraron.

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¿Por qué entonces, necesitamos discutirlo, negarlo, humillarlo en la posteridad? ¿Por qué somos selectivos y no le perdonamos a él, lo que otros dejamos pasar sin hace alusión alguna?

¿Por qué muchas mujeres -muchas de esas que hoy repudian a Cacho Castaña por una frase desafortunada- aplauden a Maradona, le celebran sus frases atroces, su violencia verbal, su homofobia?

Maradona es violento. Incluso existen videos que lo muestran maltratando a su última esposa.

¿Por qué entonces no hay manifestaciones contra él, en la puerta del Club Gimnasia de La Plata, repudiándolo?

¿Por qué toleran, algunos, la apología constante de la muerte que hace Hebe de Bonafini, sin levantar la voz para sancionarla?

¿Por qué medimos con distintas varas a unos y otros, mientras insistimos en que hay algunos valores que ya no se tocan, que ya no se mueven, algunas lineas que ya no aceptamos correr?

La muerte de Cacho Castaña es la muerte de un artista. De un tipo adorado. Que como todos y todas, tuvo defectos, virtudes, una gracia arrolladora, y una vida repleta de tragedias personales, y carencias de todo tipo. Se murió un tipo que luchó contra sus ansiedades, sus vacios, sus soledades, sus depresiones, sus adicciones, y que en los últimos años sufrió la devolución del maltrato que le hizo a su cuerpo.

¿Hace falta que nos detengamos en una frase que dijo en un móvil de Televisión, y lo sigamos condenando por eso?

Que descanse en paz, Cacho Castaña… Que nos quedan sus Gargantas con Arena, sus Café La Humedad, su anecdotario de trampas en una Buenos Aires que se fue muriendo con los Cachos que ya no están.

No seamos injustos con los artistas, sobre todo cuando se mueren.

¿Fue machista? ¡Claro! Pero esa no era su identidad principal, ni deja motivos para que se lo agravie.

Se fue un gran artista. Un artista popular. La doble moral argentina, se da el lujo de cuestionarlo mientras una multitud pone sus canciones y lo llora.