No hay muertes buenas y muertes malas. Los que fueron malos, muertos, no dejan de ser malos pero empiezan a ser tratados mejor, quizás por un falso prurito, quizás por un verdadero sentimiento de misericordia.
No creo que el difunto juez Claudio Bonadío quede en la historia como uno de los jueces que honraron la judicatura Federal como Jorge Antonio Bacqué, Andrés José D'Alessio, Leopoldo Schiffrin o Carlos Fayt. Sí creo que será recordado como ejemplo del corporativismo y el camaleonismo judicial por encima de la Constitución y las leyes.
Puedo decir esto con Bonadío muerto porque lo dije con Bonadío vivo.
En mi vida le he deseado la muerte a pocas personas; Bonadío no ha sido una de ellas. El tiempo puede ser remedio para algunas cosas, la muerte no.
Además del sentir humanitario, que casi siempre me alejó del deseo de la muerte, -no cuenta aquí el tema de la eutanasia-, en este caso deseaba que el propio Bonadío hubiera podido ver el desenlace que tendrá la causa que junto al todavía Fiscal Carlos Stornelli armaron artificios y aviesamente.
Qué me contás: San Bonadio a la diestra de San Nisman
Quería que viera cómo la misma se evaporará como cubitos en una siesta de enero.
En los años venideros, el 4 de febrero se seguirá recordando por el inicio de la Conferencia de Paz en Yalta o por la muerte de la abogada feminista española Concepción Arenal, no por la muerte del tal Bonadío.