OPINIóN
Política

El Presidente y la Justicia

La Justicia debe volver a ser un servicio de "justicia" y no seguir a merced de los "servicos".

El presidente Alberto Fernández inauguró la sesiones ordinarias en el Congreso.
El presidente Alberto Fernández inauguró la sesiones ordinarias en el Congreso. | Pablo Cuarterolo

El Presidente es abogado.

El Presidente es abogado penalista.

El Presidente durante mas de treinta años ha lidiado con nuestro aparato (descompuesto) de Justicia.

El Presidente es un político, uno inteligente.

El Poder Judicial federal, hoy, en la República Argentina, se ha transformado en un sistema de denegación de “justicia”. El nefasto régimen que encabezó, por lo menos desde lo formal, el ingeniero Macri, perfeccionó el uso de ese aparato no sólo para proteger a los amigos, si no para perseguir y encarcelar a los adversarios políticos. El estamento civil que entonces más colaboró con el Proceso, fungió los últimos cuatro años como ariete de la razón de Estado. Hoy recurren a su ancestral capacidad camaleónica y a la falacia de la “independencia judicial.”

Esto es lo que el Presidente quiere y debe cambiar. La Justicia debe volver a ser un servicio de “justicia” y no seguir a merced de los “servicos”. La veda en la actuación judicial para la AFI busca eso. Así como se descubrió que había supuestos panelistas en programas de televisión que en realidad eran buchones de los “servicios”, a no extrañarse que salte que hay magistrados con la misma vocación de alcahuete.

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La reforma del Presidente implicará licuar poder donde hubo abuso del mismo. Esto debe hacerse siguiendo a rajatabla las pautas constitucionales. Cuanto más delicada es la encerrona más virtuosa debe ser la salida. Una licuación de poder debe tener legitimidad y sapiencia jurídicas, pero también coraje político. Creo que el Presidente y sus dos principales escuderas en la materia lo tienen, espero lo ejerzan.

Algo del pago chico. Entre la ciudad de Rosario y la de San Lorenzo hay escasos 30 kilómetros, según el dato demográfico y la  proximidad física no ameritaría la institución de un Juzgado Federal en San Lorenzo; pero por una cuestión geopolítica SI. Alguna vez la ahora jubilada de privilegio como diputada, denunció y demonizó a San Lorenzo ante el juez que la recibió en su despacho como si fuera la “Madre de la Patria”. Al poco tiempo la “Madre de la Patria” se olvidó del tema y el Juez con vocación de lacayo también.

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La reforma del Presidente debe ser honda y amplia. No alcanzará con “tocar” la primera instancia solamente. El cambio debe darse también en las instancias revisoras de la Justicia Federal penal, puntualmente en Casación. La que alguna vez caracterizó Leon Carlos Arslanian como “los esperpentos”, hoy en día es la muestra acabada de la denegación de justicia. Lo que se buscó con esa Cámara, con dos fallos ya muy añosos (Di Nunzio y Casal) fue transformarla en un “filtro” de la Corte, ahora es un “filtro” de sí misma. El criterio que impera en las cuatro salas de Casación es sumamente restrictivo a punto tal que ni siquiera se hacen las audiencias, y respecto de los recursos de la defensa el margen de “indamisibilidad” in límine es altísimo. La reforma del Presidente debe llegar hasta el primer piso de Comodoro Py 2002.

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Tema aparte, para otro debate o para el mismo, serán las jubilaciones, la duplicación de sueldos por las subrogancias, los viáticos diarios de cinco dígitos y el impuesto a las ganancias. Ocurre, o debería ocurrir, que un juez es caro o barato no por lo que cobra sino por lo que hace y cómo lo hace.

El Presidente le ha plantado cara a la expresión corporativa más acendrada y abroquelada de la República; se trata de terminar o disminuir la venalidad y la banalidad en el Poder Judicial de la Nación.