Resulta difícil de acreditar que persistan, en pleno siglo XXI, posiciones negacionistas en relación a los crímenes de lesa humanidad, desapariciones forzadas, y robo de bebés cometidos durante el terrorismo de Estado. Las posturas de José Luis Espert y Juan José Gómez Centurión desconocen pronunciamientos judiciales, como la sentencia del juicio a los comandantes (causa 13/84), o las emanadas de los fueros internacionales, que han puesto el énfasis en la obligación de los Estados de investigar y juzgar las graves violaciones a los derechos humanos.
A su vez, la mayoría de los candidatos expresaron sus miradas sobre las políticas de mujeres y de género. En esto también, Espert y Centurión se mostraron abiertamente en contra de las agendas de ampliación de derechos, (y de los estándares internacionales que rigen la materia), y Roberto Lavagna omitió hacer mención a las mismas. En contraposición, cuestiones como el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, o el diseño de acciones para erradicar las múltiples formas de violencia contra las mujeres, ocuparon la mayor cantidad de tiempo en las alocuciones de Nicolás del Caño, Mauricio Macri y Alberto Fernández, quien habló de agendas feministas y definió a las violencias como una cuestión de carácter estructural.
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Sin embargo, en lo que atañe al oficialismo, los números no parecen acompañar el énfasis exhibido en el debate. Si bien el Gobierno incluyó, como puntualizó Macri, la erradicación de la violencia de género como una de sus 100 prioridades, y lanzó un Plan Nacional con asignación presupuestaria, en lo que va de 2019 se ejecutó sólo un 4.5% de los 46 millones de pesos destinados a cumplir dicha meta. Lo expuesto reviste gravedad, dado que en Argentina es asesinada una mujer cada 34 horas.
Por su parte, Roberto Lavagna decidió abordar la cuestión del hambre en tanto vulneración de derechos que azota a gran parte de las y los argentinos, eje que fue retomado por Alberto Fernández. Es importante pensar la potencialidad del hambre como metáfora de la exclusión. En nuestro país, los derechos económicos, sociales y culturales, como vivienda, educación, salud, empleo, entre otros, han sido los que más retracción sufrieron en los últimos años. Además, el déficit en materia de alimentación condiciona también el derecho humano al desarrollo.
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Sin embargo, hubiese sido importante que los candidatos que decidieron visibilizar el hambre, hablaran de cómo la deuda externa constituye una limitación a la ampliación de derechos. Hay un abismo entre lo que exigirá el Fondo Monetario Internacional, y las obligaciones que ha asumido la República Argentina en materia de promoción y protección de los derechos humanos. La famosa “frazada corta”. En este punto, el diálogo con la comunidad internacional debe estar signado por la premisa de que, o todos se ponen de acuerdo (concretamente la troika ONU, FMI, Argentina), o bien tendremos un insalvable problema de agendas.
En línea con lo expuesto, es necesario situar el foco en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, por los que el Estado argentino se comprometió también a implementar políticas públicas que tiendan a alcanzar, entre otras, hambre cero, salud, educación, fin de la pobreza, reducción de las desigualdades. Hoy la deuda condiciona la posibilidad de cumplir con las metas que, y en esto debemos ser claros, no son discrecionales, sino que forman parte de las obligaciones constitucionales (artículo 75 inciso 22), e internacionales asumidas por Argentina.
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Para culminar, en materia de derechos humanos falta aún asumir su transversalidad. No se pueden abordar como compartimentos estancos. Los mismos deben encontrarse presentes en el diseño, implementación y análisis de impacto de las políticas públicas, como también en el modo en que se estructuran las instituciones para garantizar la democracia. Los diversos ejes que se abordaron en el primer debate, a saber, relaciones internacionales, economía y finanzas, educación, así como los que se abordarán el próximo domingo, deben estar atravesados por los estándares construidos a lo largo del tiempo tanto en el sistema universal (ONU), como en el sistema interamericano (OEA).
Los derechos humanos no son un sitio al que se arriba. No son una medida aislada. Son siempre un punto de partida, pues una de sus principales características es la progresividad, es decir, garantizar cada vez más derechos y mejores condiciones de ejercicio. Los derechos humanos son la única agenda que enlaza ejes sincrónicos y diacrónicos, que unen pasado, presente y futuro. Por ello fue central su inclusión en el primer debate, aunque queden deudas, que son siempre parte de nuestros dolores persistentes, y de las libertades que faltan.