¿Podemos encontrar alguna lógica acerca del día exacto en que decide ejecutarse un golpe militar? Tratemos de reflexionar sobre ello mirando nuestra historia en la que ocurrieron cinco golpes de estado.
La primera interrupción del orden constitucional fue el sábado 6 de septiembre de 1930, cuando un millar de tropas comandadas por el general José Félix Uriburu ingresaron a la Casa Rosada y desalojaron al vicepresidente Enrique Martínez, puesto que el primer mandatario Hipólito Yrigoyen estaba de licencia aquejado por una gripe. ¿Es posible pensar que se haya dispuesto que el golpe se realice el fin de semana, cuando la actividad laboral desciende significativamente? Podría objetarse que aún no existía el sábado inglés (fin de la jornada laboral al mediodía) que fue sancionado en 1933, pero el golpe se consumó en las primeras horas de la mañana, más cercano al mediodía, cuando los sectores obreros ya finalizaban sus tareas.
Trece años después, en 1943, asistimos a un nuevo golpe militar: para muchos estudiosos fue un parteaguas en la historia, puesto que de esta experiencia emergió Juan Domingo Perón, el líder político más importante de la historia argentina. Bien, el golpe fue el 4 de junio. ¿Qué día cayó? Un viernes. El día de la semana en que se va reduciendo la actividad laboral y es más complicado organizar (en caso que se intentara) algún tipo de resistencia.
En 1955, tuvo lugar el tercer golpe de estado en nuestro país, en este caso, la autodenominada “Revolución Libertadora”, que terminó con la experiencia de diez años de gobiernos peronistas. ¿Cuándo se inició el alzamiento? El 16 de septiembre. ¿Qué día tocó? Nuevamente,un viernes. ¿Podemos afirmar que a la poderosa Confederación General del Trabajo (CGT) le resultó más complejo convocar a la clase trabajadora a resistir puesto que los grandes establecimientos fabriles, que albergaban a millones de obreros peronistas estaban cerrados el fin de semana? El sábado 17 y domingo 18 reinó la incertidumbre y el cruce de comunicados entre las tropas leales al gobierno y las fuerzas rebeldes. Finalmente, el lunes 19 de septiembre Perón se refugió en la cañonera Paraguay que lo llevó al exilio.
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El cuarto golpe, el 28 de junio de 1966, de la llamada “Revolución Argentina” fue un martes. Acá me dirán:“esto da por tierra con tu teoría”. Pero creo que no. Este golpe, a diferencia de los anteriores,cuyo discurso era que venían a “ordenar el caos” dejado por los civiles para luego retirarse a los cuarteles, propuso quedarse al menos veinte años. Como afirmó el dictador Juan Carlos Onganía al asumir,no tenían plazos sino objetivos o tiempos. Un “tiempo económico” en que se produciría la modernización de la economía y la acumulación de capital, a continuación, un “tiempo social” en el que esas riquezas se derramarían sobre el conjunto de la población y finalmente el “tiempo político” en que convocarían a elecciones. En resumen, un golpe diferente a los tres anteriores, también se producía en un día diferente, ni viernes ni sábado, sino un martes, en plena actividad laboral.
Nos queda el último golpe militar y el más atroz: 24 de marzo de 1976. ¿Qué día cayó? Un miércoles. En este caso podemos barajar dos hipótesis (cabe señalar que me siento más cercano a la segunda): en primer lugar, en la Nochebuena del 24 de diciembre de 1975, Jorge Rafael Videla, Jefe del Ejército, dio un discurso en la provincia de Tucumán. Fue allí para festejar la total aniquilación de los “subversivos” del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), que habían conformado una guerrilla rural en el monte tucumano –recordemos que esa aniquilación fue avalada por decretos firmados por el gobierno constitucional de Isabel Perón-. En su discurso, Videla, le “otorgó” noventa días de plazo al gobierno peronista para que estabilizara la situación política y ordenara el caos económico y social. Ese plazo se cumplía el 24 de marzo de 1976. En segundo lugar: este golpe militar, autodenominado Proceso de Reorganización Nacional (jugando con la historiografía que denomina Proceso de Organización Nacional al período 1862-1880), vino a cambiar la Argentina de raíz, de una vez y para siempre. ¿En qué consistía ese cambio? Debía modificarse la estructura económica, atacar un modelo de desarrollo industrial, con -casi- pleno empleo, altos salarios y protección al empresariado nacional a través de aranceles a las importaciones y créditos baratos para producir. Así, destruyendo el aparato industrial, destruían la fuerza de la clase trabajadora. Basta pensar que en la década de 1970 la poderosa UOM (Unión Obrera Metalúrgica) contaba con millones de afiliados -y todos los sindicatos fijaban sus paritarias después que lo hacían los metalúrgicos- y hoy es un gremio de escasa importancia.
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En definitiva: el terrorismo de estado no fue para acabar con la guerrilla que por cierto ya estaba muy diezmada, sino para eliminar físicamente a los y las dirigentes obreros más importantes. Por eso, el golpe se produjo un día miércoles. Es sabido que en la madrugada del 24 de marzo los camiones del Ejército llegaron a las principales fábricas del país, con los listados de los delegados sindicales, aportados por las empresas, para detenerlos, conducirlos a los campos de concentración y finalmente asesinarlos.
Sábado, viernes, martes y miércoles. Un recorrido por los cinco golpes de estado de la historia argentina y una breve reflexión sobre ¿las lógicas? acerca del día en que se realizaron aquellas interrupciones del orden constitucional.
PM/ CP