OPINIóN
Teatro

La muerte del croupier

El absurdo es tal que la obra, paradójicamente, toma una dimensión real y aquel efecto, poco a poco, se diluye. Y el texto se sumerge en la realidad.

La muerte del croupier
La muerte del croupier. | Gentileza del autor.

“Despedidos” y “Un croupier muerto durante una huelga” son los ejes sobre los que se construye la obra. Un fotógrafo recientemente despedido “embriaga” su despido con una prostituta “devenida en actriz”. Ella forma parte de un elenco que ensaya “La muerte del croupier”. “Es una fantasía loca”, le dice al fotógrafo, “imaginate un grupo de actores que piden a funcionarios la habilitación de un galpón para que funcione como un casino”.

Piedra y encrucijada

El pedido es absurdo, y es sobre ese absurdo que la obra se desliza. Si “el teatro en el teatro” distancia al espectador, “La muerte del croupier” no terminará de conseguirlo: el absurdo es tal que la obra, paradójicamente, toma una dimensión real y aquel efecto, poco a poco, se diluye. Entonces el texto se sumerge en la realidad: no es la violencia desatada de las armas la que en esta época mata, es el hambre, la desesperación de los despedidos (y los que podrían llegar a serlo al día siguiente), el desconsuelo, el cansancio, el frío de la calle, adecuada manera -esta última- de nombrar la impiedad. Al elenco que ensaya la obra los funcionarios le niegan la habilitación del imaginario galpón (“casinos hay demasiados”, contestan), salvo que el posible casino se ponga a tono con “nuevas experiencias que aligeren burocracias y favorezcan el desarrollo productivo”: si el que pierde dona órganos se le restituye el dinero perdido. Y si dona niños, se le devolverá mucho más. El cuerpo aparece como un lugar sacrificial, lo absurdo deviene trágico, y el horror convoca un final en el que resonarán nombres de la vida: el amor, el sexo, el humor, alguna nostalgia, la esperanza y, siempre, la resistencia.   

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El fotógrafo, sin proponérselo, pasa a formar parte de esa troupe que ensaya “en un galpón que en realidad es un teatro”. El devenir de los ensayos- primero como espectador y después como protagonista- lo lleva a revivir situaciones que lo dejan en el borde de la locura. Su monólogo final será la inesperada catarsis que lo devolverá a la realidad que lo espera.

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La muerte del croupier. Funciones los martes a las 21.30 hs en Tadron Teatro de Niceto Vega 4802, Palermo