OPINIóN
Columna de la USAL

Adultos ausentes, jóvenes a la deriva

En los últimos tiempos nos encontramos inmersos en situaciones que nos obligan a reflexionar sobre la manera en que se desarrollan los acontecimientos que nos interpelan.

Juan Cruz Mussi fue agredido por varios jóvenes, entre ellos al menos dos rugbiers.
Juan Cruz Mussi fue agredido por varios jóvenes, entre ellos al menos dos rugbiers. | Captura de pantalla

En los últimos tiempos nos encontramos inmersos en situaciones que nos impactan profundamente y nos obligan a reflexionar sobre la manera en que se desarrollan estos acontecimientos durísimos que nos interpelan. Son estos tiempos de ira, de violencia, de confrontación permanente.

¿Qué sucede en una sociedad que no puede hacerse cargo de los problemas más serios que la aquejan? Problemas que van más allá de situaciones económicas, de vulnerabilidades, problemas que expresan dificultades profundas, que hacen a la dimensión de las personas como seres humanos. Nos estamos habituando a situaciones de extrema violencia, donde son los jóvenes los que están en el centro de la escena y los adultos los miramos sin comprender cuánto tenemos que ver con lo que a ellos les sucede. Culpabilizar a los jóvenes por sus actitudes violentas puede ser muy tranquilizador para una sociedad de adultos que renunció a hacerse cargo de la educación, de ser ejemplos y portadores de la obligación de educar. Es en esta renuncia de los adultos a ocupar su lugar se encuentra una de las razones por las cuales los jóvenes están muchas veces a la deriva, sin rumbo sujetos a las modas, al maketing, a los vientos de una sociedad que no puede reflexionar sobre sí misma y planificar un futuro. Descuidamos lo más valioso que tenemos, los niños y los jóvenes.

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Un niño necesita de un adulto que lo ame, lo cuide, lo acompañe y le transmita normas claras que orienten su conducta. Parece que estos conceptos han caído en desuso, o lo que es peor, tienen “muy mala prensa”. De este modo los niños se crían a la deriva, sin otro rumbo más que sus deseos e impulsos. El mundo adulto no les ofrece ejemplos a seguir, y de este modo quedan sujetos a todos los vaivenes de la publicidad irresponsable que entroniza el consumo, el deseo de romper límites y experimentar sensaciones nuevas.

Disfrutar aún a costa de hacerse daño, sin medir las consecuencias de la propia conducta en su salud y en la de los demás. Algunos adultos luego se sorprenden y miran extrañados las consecuencias de su propio abandono del rol del adulto. Tenemos en la actualidad muchos ejemplos de situaciones en donde se han perdido tempranamente vidas, jóvenes muy valiosos que tenían un proyecto de vida solidario, deseosos de  ocuparse de los demás. Estos jóvenes no buscaban la comodidad y el éxito fácil, lamentablemente los hemos visto partir con inmenso dolor preguntándonos por qué suceden cosas tan injustas. Alguien que tenía una vida por delante llena de promesas desaparece de un momento para otro y nos quedamos impactados preguntándonos qué pasó para llegar a esto.

¿La educación que estamos brindando, contribuye a formar personas responsables que aman la vida? O les estamos transmitiendo a los jóvenes que nada importa más que el propio deseo y la inmediata satisfacción?  Qué hay detrás de estos hechos: hay alcohol, hay sustancias psicoactivas, hay descontrol. A la vez, escuchamos voces influyentes que pregonan el “consumo responsable y no problemático” cuando sabemos que en la adolescencia todo consumo trae consecuencias  bio-psico-sociales, debido a la inmadurez del sistema nervioso central y la impulsividad que maneja la conducta.

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Desde el Instituto de Prevención de las Adicciones en el cual venimos trabajando desde hace casi treinta años, nos hemos  ocupado de esta problemática de manera integral y todas las alertas, los señalamientos que se han hecho a lo largo de los años parecen haber resultado insuficientes para crear conciencia de la necesidad de hacer PREVENCIÓN como prioridad para la educación.  Nuestros alumnos de la Maestría en Prevención y Asistencia de las Drogadependencias son profesionales que trabajan en esta problemática en distintos ámbitos de todo el país. Ellos refieren situaciones en donde es necesario encarar las adicciones no sólo con estrategias de tratamiento sino también con prevención. Todos los espacios son valiosos para prevenir, la familia, la escuela, el deporte, el trabajo,  podríamos enumerar todos los ámbitos en que se desarrolla la vida en comunidad. Qué lejos estamos de pensar en términos de prevención cuando en estos días se está imponiendo el tema del “último primer día de clase” como una moda que tiene por finalidad alcohol y descontrol. Padres, educadores, comunicadores sociales se sorprenden y espantan ante esto pero no se cuestionan qué tenemos que ver los adultos con lo que sucede.

¿La escuela, el deporte, la música se ven inmersas en situaciones de consumo, son sólo los jóvenes responsables de su propio descontrol? Preocupémonos por saber qué pasa con una sociedad que no reacciona para buscar un rumbo donde la salud individual, familiar  y social sea un  objetivo. El aumento de la tolerancia social y la banalización de los consumos no es sólo responsabilidad de los jóvenes, hay adultos ausentes que han renunciado a ocuparse de los problemas.

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En síntesis, el desafío es entender que todas estas conductas, violencia, adicciones, bullying, abusos, descontrol, no surgen de la nada y no son el único destino posible. No nos habituemos a contar los muertos! Por dura que parezca esta expresión es lo que está empezando a suceder. Tenemos que reaccionar! La prevención como anticipación es posible. Somos personas que tenemos el derecho y la obligación de transmitir valores, ayudando a los niños a crecer en un ambiente saludable, amable, amoroso y cuidadoso. No son palabras pasadas de moda. Sí hemos permitido que caigan en desuso. La propuesta es dejar de responsabilizar solamente a los jóvenes y adolescentes de sus problemas y de las situaciones en las que se ven inmersos. Esta actitud es, por lo menos, hipócrita. Desentenderse, mirar para otro lado, seguir adelante sin pensar es como si el dolor de tantas familias no nos importara. Hay mucho por hacer y educar en valores y en salud es un camino que da muchas satisfacciones a quienes se atreven a transitarlo.

(*) Directora Instituto de Prevencion de las Adicciones USAL