OPINIóN
El revés

Pacto de Mayo, julio o agosto: ¿quiénes pierden más?

El gobierno solo pondrá algo “ajeno”: recursos que surgen de arcas públicas. Los gobernadores, en cambio, se juegan su prestigio, capital político y continuidad aceptando ser “partícipes necesarios de la continuidad de este modelo oficial carente de sentido común y sensibilidad social”.

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Cumbre. Posse y Francos con los mandatarios provinciales. | NA

Nunca un pacto debe juzgarse por su forma, ya que los acuerdos pueden ser para el bien o para el mal. Maniqueísmo presente en toda evaluación de alianzas, convenios y compromisos. Lo que importa es: ¿Para qué se promueven? ¿A favor y en contra de quiénes se realiza?

El promocionado Pacto de Mayo y ahora tal vez de julio, o agosto, presenta varias aristas que superan, en mucho, la difusión que el gobierno le asigna como el de ser un hito fundacional, un momento clave en la vida de los argentinos.

Primero, porque los potenciales signatarios, los que más importan son, en esta etapa, los gobernadores, no el presidente de la Nación. El gobierno solo pone algo “ajeno”: recursos para obras o deudas que surgen de arcas públicas. 

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Son los gobernadores los que ponen algo propio, los que comprometen apoyos que surgen de su capital político local. Son ellos los que juegan su prestigio, su caudal electoral, sus continuidades. Son los gobernadores y ni siquiera tienen en cuenta frescos antecedentes de la contraparte del oficialismo nacional, que no acostumbra a cumplir compromisos.

Casi una apuesta a la nada, o a poco. 

Otro detalle que los mandatarios provinciales debieran sopesar es qué estimación real tiene este Pacto ya que, en verdad, pretende ser la representación simbólica de un pensamiento político para dar cierta solidez a un gobierno, pero es en realidad una proposición de mediano porte con aires de objetivo estratégico carente de algún plan valioso de gobierno, de algún modelo de país que integre y reparta para todos.

Al menos es lo que hasta ahora van demostrando. Ajuste y baja de inflación. No está mal, claro, pero sucede sobre la lapidación del consumo, la licuación de salarios y jubilaciones, el no pagar deudas a proveedores del Estado, no actualizar presupuestos en Educación y en Salud, no sostener miles de comedores sociales que mitigan, en parte nada más, el hambre de tanta gente y esencialmente sobre la cuantificación negativa en la caída del empleo, la falta de trabajo que se ha convertido en el nuevo fantasma que recorre la Argentina.

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La necesidad de disimular es lo que lleva el gobierno al Pacto. Y esto, les guste o no y lo quieran disfrazar de la forma que prefieran, es lo que aceptan los gobernadores al estampar su rúbrica pactista. A partir de allí, son participes necesarios de la continuidad de este modelo oficial que, no está de más recordar, es un experimento político basado en infranqueables márgenes ideológicos más que sobre miradas políticas, sentido común y sensibilidad social.

Pero, tal vez, lo central que los gobernadores deban tener en cuenta es que esta representación simbólica que constituye el pacto está elaborada en una mente donde junto a la idea del pacto, se alojan diálogos con animales muertos, con Moisés; cruces de un Mar Rojo que se abre; fuerzas del cielo, entornos bíblicos mesiánicos, lo que pone en duda el real significado, para quienes lo impulsan, y queda solo como cascarón, el significante que en definitiva es lo que los gobernadores están viendo.

Algunos caen en lo instrumental y hablan de “darle herramientas al gobierno” como si se tratara de una ferretería inocua y no de un gobierno que ya ha mostrado -y sin esas herramientas-, la capacidad de daño que puede ocasionar

Otros salen de apuro diciendo que “hay que darle tiempo al gobierno” y muestran como única capacidad de análisis esta mención cronológica. 

¡Regálenle al presidente un reloj si quieren darle tiempo!

Ya que se viene el 25 de mayo, hagamos honor a aquel viejo grito de '¡El pueblo quiere saber!' "

Reiteramos, y en este sentido el pacto es significativo, no son las formas sino el “para que” se lo quiere dotar de herramientas y de tiempo. Para que proyecto y para qué modelo de sociedad. 

En un pacto que involucra al Estado nacional y a las provincias y define futuros para 47 millones de argentinos, es lo menos que deben conocer los signatarios pactistas.

Es la perinola del todos ponen, pero en ésta, uno solo saca rédito"

Ya que se viene el 25 de mayo, hagamos honor a aquel viejo grito de “¡El pueblo quiere saber!” Y si lo hacen el 9 de julio, que no vaya a contramano del sentido de Independencia.

Esa fastuosidad autoimpulsada y la necesidad mucho más individual que colectiva de sentirse protagónico de inexistentes tiempos nuevos, debe alertar a los gobernadores que, firmando este pacto, dejan atrás el tiempo del candor y arriesgan su probidad.

Sépanlo, este acuerdo no beneficia a todos. Es la perinola del todos ponen, pero en ésta, uno solo saca rédito.

La magnificencia de fechas patrias para honras propias, el excesivo jugar al límite de las orillas democráticas, no ofrecen una imagen de grandeza, por el contrario, hacen visualizar con mayor claridad los intereses que se imponen en el revés de la trama. 

*Diputado Nacional mc – PJ Río Negro