A medida que han ido en aumento la cantidad de personas que necesitan atención fonoaudiológica, para tratar dificultades en la comunicación, los profesionales fonoaudiólogos disponibles para dar respuesta a esa demanda han disminuido.
El Trastorno del Desarrollo del Lenguaje (TDL) es una dificultad del desarrollo que afecta al 7% de la población infantil. Se manifiesta en la falta de facilidad para entender y hablar, o solo para hablar, en ausencia de otros problemas del desarrollo como la sordera, la discapacidad intelectual o el autismo.
Desde edades tempranas, estos niños suelen iniciar terapia fonoaudiológica por períodos muy prolongados con el objeto de aminorar los efectos negativos de esta dificultad. Al inicio, la labor se centra en ayudar al niño a decir las primeras palabras. Luego en combinarlas en frases, más adelante en contar cosas y, cuando llega el momento de la escolaridad primaria, el objetivo se centra en colaborar en el proceso de alfabetización, ya que muchos niños con TDL pueden presentar cuadros de dislexia. Es así como, el tiempo mínimo de atención fonoaudiológica puede ser de alrededor de 3 años ininterrumpidos, en donde la frecuencia de atención suele ser de dos veces en la semana.
Aunque la demanda ha ido en aumento en los últimos años, la oferta de profesionales disponibles para atender estas necesidades no ha hecho más que disminuir. En la década del 90, egresaban entre trescientos y 350 fonoaudiólogos de la Universidad de Buenos Aires cada año; hoy, egresan aproximadamente entre cincuenta y sesenta. Probablemente, esta merma se deba a la falta de divulgación de la profesión y a la oferta de muchas carreras nuevas que aumentan la diversificación de los potenciales estudiantes.
La Fonoaudiología es una profesión que no se reduce solamente a atender dificultades vinculadas con el lenguaje, sino que trabaja en otras áreas: el campo de la Audiología, en donde se evalúan y atienden los problemas de audición; la rama vocal, en donde se tratan las alteraciones de la voz; el área Fonoestomatológica, en donde se interviene sobre los trastornos de la deglución y las alteraciones orofaciales; y la ya mencionada área del Lenguaje, en donde se analizan y atienden los problemas lingüísticos en niños, y las dificultades de lenguaje adquiridas en adultos, que han sufrido accidentes cerebrovasculares u otro tipo de eventos que ocasionan secuelas lingüísticas. Lamentablemente, es en esas cuatro áreas en las que existe un faltante de profesionales capacitado para atender la alta demanda que se genera a nivel mundial. En el caso de las personas que padecen problemas neurológicos y requieren internación domiciliaria, con la participación de un fonoaudiólogo: pueden pasar meses esperando un profesional que pueda asistirlos para mejorar su deglución y/o su comunicación.
Esta situación de escasez de profesionales se disparó aún más luego de terminar el período de confinamiento. Al finalizar el ASPO, empezaron a observarse las consecuencias imprevistas del aislamiento social: la tasa de consultas por ausencia del lenguaje en niños se disparó de manera notable. Hoy, hay muchos más niños de 2 y 3 años que no hablan o conversan poco, sin tener diagnóstico de TDL. El aislamiento, la falta de relaciones sociales, la ausencia de escolaridad, de rutinas, y el uso excesivo de las pantallas son algunas de las causales de esta “pandemia de dificultades de comunicación” que aqueja a la población.
Un diagnóstico a tiempo podrá ayudar a cientos de niños y familia. Pero si faltan profesionales, ¿quién podría diagnosticarlos y llevar adelante los tratamientos? Hoy la sociedad es consciente de esta problemática que afecta a la población a nivel mundial. Hace falta dar a conocer la Fonoaudiología y sus múltiples áreas de trabajo, ya que, en todas ellas, el faltante de profesionales es el mismo y la búsqueda de mano de obra, muy alta.
*Directora de la Diplomatura en Trastornos del Lenguaje Infantil desde una perspectiva Neurolingüística de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.