OPINIóN
Informe

Estadísticas universitarias | Qué dicen de la conducción, el alumnado y los cambios de carrera

Hay más docentes mujeres y se reciben más chicas, pero la conducción tanto pública como privada está a cargo de hombres. Otro dato destacable es que más que deserción, hay cambios de carrera.

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Expectativas. Los jóvenes ingresan todos los años con mucho entusiasmo. Pero el estímulo se va perdiendo en el camino y con el tiempo son pocos los que se reciben. | cedoc

Hace unos días se dio a conocer la síntesis estadística del sistema universitario que produce el Ministerio de Educación. Año tras año, las universidades argentinas cargan datos en el sistema SIU- Araucano, los que sumados a los datos de otros sistemas de información, generan estas estadísticas.

Si se hace un análisis de los sucesivos informes de estadísticas universitarias, vemos que hay procesos consolidados, como la relación entre lo público y lo privado, los perfiles disciplinarios de las carreras, la matriz estudiantil y sus preferencias, por ejemplo. Por eso es peligroso ver a la estadística como una fotografía y no como parte de una película, porque la educación es un proceso, no un suceso que se agota en un solo acto.

Es peligroso ver a la estadística como una fotografía y no como parte de una película, porque la educación es un proceso, no un suceso que se agota en un solo acto

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Qué nos dicen las estadísticas y qué no nos se dicen, no depende de ellas en sí mismas, sino de otra información con la que se pueda trabajar. Así por ejemplo:

Las estadísticas muestran cómo, año tras año -y desde hace bastante- se consolida la feminización de la matrícula estudiantil, del plantel docente y del egreso, lo que también surge es que quienes conducen las universidades, en su enorme mayoría, tanto en instituciones públicas como privadas, son hombres. El techo de cristal se evidencia de modo muy claro en el sistema universitario.

Lo que no dicen las estadísticas es que en varios casos, quienes conducen las universidades, lo hacen desde hace más de dos períodos consecutivos. Allí se evidencia que universidad y república, no son conceptos que siempre vayan de la mano.

Las estadísticas muestran una tasa de ingreso relativamente amplia en función de quienes concluyen el secundario, lo que no dicen las estadísticas es que hace muchos años, esa tasa en función de la franja etaria es baja, ya que solo uno de cada dos estudiantes del secundario lo termina en tiempo y forma.

Las estadísticas reflejan el incremento regular del ingreso, pero asimismo se verifica  el sostenimiento de la deserción. Es bueno que se haya empezado a reflejar -algo que sabíamos todos- que una buena parte de lo que se expresaba como abandono, era en realidad un cambio de carrera, es decir, hay estudiantes que no abandonan la universidad, pero buscan un horizonte diferente.

Es bueno que se haya empezado a reflejar -algo que sabíamos todos- que una buena parte de lo que se expresaba como abandono, era en realidad un cambio de carrera,

Es imperioso contar con mejores datos, la nominalidad de las estadísticas estudiantiles es reciente. Por eso es valorable lo realizado por el Departamento de Información Universitaria generando criterios comunes e informes regulares.

Surge de las estadísticas es que en la relación entre el total de estudiantes y el total de docentes de universidades públicas ronda los ocho estudiantes por cargo docente, una relación excelente. Lo que no dicen esos datos es que hay una enorme asimetría en la distribución de los recursos humanos. Es así que vemos universidades con mucha demanda estudiantil y pocos docentes, e instituciones con muchos cargos para su población estudiantil, estas diferencias se dan incluso hacia dentro, entre unidades académicas.

De esos cargos docentes, casi el 80% son simples (cumplen 10 horas semanales) lo que impide que razonablemente además se pueda desarrollar investigación o extensión.

Se sostiene en las carreras el mayor peso de las ciencias humanas y sociales, en relación a ciencias básicas o aplicadas. Pero no se evidencia que hay instituciones buscando innovar en tecnologías digitales, datos, etc. lo que es interesante.

El sistema universitario argentino es fuerte, pero con tareas para el hogar en materia de géneros y diversidad, mejoras institucionales, articulación e inclusión efectiva, asimetrías presupuestarias, mejorar el vínculo con el sector socio-productivo, por citar algunas. Esperemos que las estadísticas del año que viene puedan mostrar que las universidades fueron capaces de sostener la educación durante el COVID-19.