OPINIóN
Infraestructura energética

Por el desarrollo del país

28_11_2021_logo_ideas_Perfil_Cordoba
. | Cedoc Perfil

El mundo se encuentra atravesando circunstancias excepcionales. La guerra entre Rusia y Ucrania repercutió con gran intensidad en el ámbito de la producción energética. Ante la repentina escasez de gas, los países debieron reevaluar su estrategia de generación, adquisición y consumo de este recurso fundamental.

En rigor, el veto de la Unión Europea al hidrocarburo proveniente de Rusia propulsó una escalada inédita en los precios generales de esta oferta. Para comprender la implicancia de la decisión, alcanza con recordar que Moscú solía proveer el equivalente al 40 por ciento del gas que las demás naciones del viejo continente utilizaban para mantener activa su propia generación de energía.

A todas luces, la interrupción del flujo histórico evidenció una inquietante realidad y quedó en foco la fragilidad que actualmente exhibe la transición hacia el uso de las energías renovables. Sucede pese al compromiso y el plan de acción que proyectaron dirigentes políticos y organizaciones de todo tipo para contribuir a la reducción de gases contaminantes.

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Es innegable: aunque notable, el crecimiento de la producción de energías limpias aún no logró constituirse como verdadero reemplazo al momento de suplantar la provisión de gas. La escasez de este último recurso continúa afectando en demasía el equilibrio entre la demanda, la oferta y los precios.

Pero no todo es negativo, ni determinante. Dentro de este panorama adverso, aparecen nuevas líneas de mejora a tener en cuenta a escala global y también a nivel nacional. Porque la Argentina, se encuentra ante una ventana de oportunidades única.

Como país, se presenta ante nosotros un atajo histórico hacia la emancipación económica, a pesar de que durante este proceso de re configuración se continúe padeciendo las consecuencias económicas de la guerra. Ocurre porque prevalecen los recursos y capacidades nacionales; sobre todo, aquellos asociados con la generación y el transporte de la energía.

El crecimiento en la producción de las energías limpias otorgaría posibilidades de auto abastecimiento a los hogares, además de que proveería de excedentes a los sistemas. Es decir que la continuidad del suministro podría garantizarse, entre otras ventajas.

El alto valor estratégico de esta producción se afianza a la luz de novedades alentadoras como los recientes avances en la obra del gasoducto Néstor Kirchner.

Este hito permitirá mejorar el transporte del gas desde el yacimiento neuquino de Vaca Muerta hacia el resto del país. Son más de 1.000 km los que recorrerá para abastecer de este suministro a los puntos de mayor urbanización.

A la promesa del gasoducto se suman la construcción en desarrollo de  las centrales  hidroeléctricas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic sobre el rio Santa Cruz, así como otras iniciativas de generación de energías renovables como la solar y la eólica, que se encuentran en pleno desarrollo.

En efecto, la combinación de estos proyectos podría revertir las variables negativas de nuestra economía, como en el caso actual de la falta de divisas, un contratiempo que dificulta la autorización de inversiones con potencial de contribuir al crecimiento social y económico.

La propulsión de esta producción cubrirá la demanda energética de forma estable y continua. Además, generaría un ahorro de miles de millones de dólares en importaciones dentro de este rubro. En concreto, evitaría compras al extranjero de buques de Gas Natural Líquido (GNL).

Mejor aún, surgiría una apertura inédita para exportar, con el ingreso consecuente de divisas que tanto necesita la Argentina de hoy.

Otro factor beneficioso para el país en este momento deriva de la coincidencia de la mayoría de los partidos políticos, así como entre empresarios y empresarias de diversas industrias, quienes comparten el anhelo de optimizar la distribución energética mediante el desarrollo de nuevas obras de infraestructura.

Por ello, resulta idóneo aprovechar este impulso más allá de las distintas administraciones, o de las discusiones que ocupen la agenda en el sano ejercicio de nuestra democracia, encauzar esta visión conjunta y materializar las potencialidades energéticas de la Argentina.

El potencial disruptivo es invaluable. Con la extracción y el traslado de la energía funcionando en plena pujanza, se podrá activar una secuencia virtuosa de generación de empleo y bienestar social y económico, con la Argentina como jugadora clave dentro del nuevo escenario internacional.

*Presidente de Eling Energía.