Las ideas de Javier Milei desfilan por los canales de televisión sin que ningún periodista se atreva a interpelarlo con seriedad y fundamento. Se esparcieron por el territorio nacional tiñendo de violeta 17 provincias argentinas.
Milei no solo es el producto del fracaso de la "casta política", sino también de una sociedad que supo abrazar la defensa de los derechos humanos y que ahora vota a una candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, que relativiza el genocidio que se llevó a 30 mil desaparecidos.
Argentina vive una crisis interminable, Y cuanto más profunda es esa crisis, más profunda es la necesidad de creer en algo. Y ese algo es Milei que logró interpelar el descontento social con frases como: "Váyanse todos", "Políticos de mierda", "Mi lucha es contra la casta política".
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Con esas sencillas frases y tres o cuatro ideas delirantes (vender órganos, dinamitar el Banco Central, dolarizar la economía), logró llegar a un amplio sector de la sociedad (en especial los jóvenes de entre 16 y 24 años) cansada de no poder llegar a fin de mes y de ver como sus ingresos se evaporan y su economía familiar se destruye.
¿Pero es Milei la solución a todos los problemas de la Argentina?
“No pienso tocarle el bolsillo a los trabajadores. Se lo voy a cargar a la política”, dice el candidato más votado.
Como si limpiar de “ñoquis” el Estado, reducir los ministerios, privatizar la salud y la educación fueran a terminar con el famoso déficit fiscal, su caballito de batalla que enarbola como estandarte.
“Basta de justicia social. Estamos ante el fin del modelo de la casta, basado en esa atrocidad de que donde hay una necesidad nace un derecho”, brama Milei ante los micrófonos condescendientes.
¿Serán conscientes los 7 millones de votantes qué quiere decir Milei con esta definición? ¿Sabrán que “terminar con justicia social” es barrer con los derechos laborales y sociales que se ha conseguido hasta aquí?
O privar de derechos elementales a quienes tienen necesidades básicas irresueltas.
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Peronistas, radicales y Juntos por el Cambio condujeron los destinos del país durante los últimos 50 años y es absolutamente incuestionable que fracasaron en resolver la crisis económica. Y ahí está Milei un agitador emergiendo ante tanto agotamiento social.
Siete millones de personas lo votaron. Según el Observatorio de Psicología Social Aplicada de la UBA, para el 81% de las personas encuestadas el principal problema era la inflación y el 76% consideraba que el Estado no realiza las acciones adecuadas para paliar la crisis económica. Y el INDEC no miente: el 45 por ciento de los argentinos cobra un salario de un empleo registrado y aun así es pobre.
Un informe de la Universidad Católica Argentina (UCA) da cuenta de lo crítico que puede llegar a ser el escenario social sin una contención estatal entre los sectores más vulnerables. Aquellos que intentaron llegar al poder con la idea del ajuste en la mano se encontraron con la protesta social como contrapeso a la tijera.
Milei no tiene contrapeso, y su plan económico motosierra anticipa una época incierta. Por eso y por mucho más, yo no lo voté a Milei.
