OPINIóN
Autoprotección

Qué hacer ante un ataque de arma blanca

1-11-2020-Logo Perfil
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Existe una serie de mitos relacionados con la defensa contra ataques de arma blanca, ya sea un cuchillo o algún objetivo similar punzo cortante.

Como artista marcial con más de 30 años de práctica e instructor de Defensa Personal nunca he visto a alguien – que aún con entrenamiento y experiencia- se haya enfrentado a un ataque con arma blanca y no haya corrido serio riesgo de vida e incluso, es corriente que reciban una herida comprometedora.

El reciente y resonante caso del cantante Chano reaviva discusiones sobre la posibilidad de utilizar de armas de fuego por las fuerzas de seguridad y también hace recordar lo sucedido en septiembre del 2020 en Ciudad de Buenos Aires, donde el inspector Juan Roldán perdió la vida por un ataque a puñaladas en el pecho, cuyo agresor había recibido un disparo de arma de fuego en los miembros inferiores, efectuado por Roldán al intentar defenderse del ataque.

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En los entrenamientos de defensa personal siempre decimos que la mejor técnica ante un ataque con cuchillo es correr más rápido que el atacante y no es solo broma, como podemos ver en los resultados de la realidad. Un ciudadano, incluso un miembro de las fuerzas de seguridad, podrá entrenarse con técnicas que a simple vista parecerán simples y eficaces, más el riesgo siempre será muy alto. Claro que es mejor algún conocimiento y entrenamiento que ninguno, pero insisto, el peligro siempre será importante.

Un oficial de Policía de Utah (EE.UU.) el Sargento Dennis Tueller, explicó un concepto que mundialmente se reconoce como la Regla de Tueller o Regla de los 21 pies (6,4 metros.)

Tueller establece esa distancia como mínima para tener posibilidades de defenderse efectivamente con un arma de fuego ante una agresión con arma blanca, teniendo el arma enfundada y lista para hacer un disparo.

A menor distancia las probabilidades de sobrevivir a una agresión con arma blanca disminuyen notoriamente, aun impactando en una zona vital del agresor, que podrá alcanzar a herirnos gravemente.

Los 6,4 metros pueden ser cubiertos en un segundo y medio, el tiempo que dispone el agredido para disparar su arma, si la tiene o bien huir estratégicamente poniéndose a salvo.

Por otra parte, una vez más la prevención y comportamientos de seguridad ayudarán a disuadir las intenciones de un ataque, aun teniendo habilidad en el ejercicio de técnicas de Defensa Personal, será mejor no tener oportunidad de usarlas pues son muchos los factores que inciden y hasta ahora hemos dejado de lado los emocionales.

La necesidad de sentirse a salvo y seguros es profunda en todos nosotros.

Cuando vemos ejecutar técnicas de Defensa Personal para anular ataques con armas, desde afuera esto parece sencillo, más necesita de un atento, repetido, regular y periódico entrenamiento, tanto como tener un estado físico adecuado.

Se suelen dejar de lado los aspectos emocionales que se comprometen en un enfrentamiento. Profesionales especialistas se detienen en un tema: el miedo, considerado una “fobia universal humana”. El pensamiento de convertirse en víctima de un criminal o de un acto violento impacta en nuestra capacidad de dar una respuesta adecuada.

El conocimiento y las habilidades de la defensa personal construyen un sentimiento de control esenciales para sentirnos seguros y bien. 

Aunque estemos técnicamente preparados no siempre contamos con el estado emocional para tomar la medida de una respuesta equilibrada, adecuada al nivel del ataque y se corre el riesgo de perder la objetividad. La discusión sigue abierta.

*Docente de la Diplomatura en Seguridad Privada y Corporativa Universidad Blas Pascal  (UBP).