OPINIóN
Columna de la UB

Espionaje, gobernanza global y diplomacia

La pandemia ha servido como catalizador de divisiones que han estado minando el orden internacional durante años y las ha profundizado, exacerbando la rivalidad entre las principales potencias.

Diplomacia Columna de Opinión
Estados Unidos, China y Rusia, las principales potencias a nivel mundial. | Lampida

David John Moore Cornwell, más conocido por su pseudónimo John le Carré, nos dejó a finales del año pasado. Pero el género del espionaje, en el que se destacó, sigue más vivo que nunca. Las últimas semanas han sido testigo de una importante cantidad de casos en que reales o alegados espías, acreditados como agentes diplomáticos extranjeros ante diferentes países, fueron expulsados.

La pandemia del Coronavirus ha servido como catalizador de divisiones que han estado minando el orden internacional durante años y las ha profundizado, exacerbando la rivalidad entre las principales potencias. Esa competencia se ha ido expandiendo a diversos ámbitos de las relaciones internacionales y ha impactado sobre las relaciones diplomáticas y consulares entre Estados.

Rusia, que al finalizar la Guerra Fría había quedado relegada en su papel de potencia, desde hace algunos años parece haber retornado activamente al escenario internacional y estas últimas semanas ha sido protagonista de diversos hechos controvertidos. En la mayoría de ellos, ha sido acusada de utilizar a sus agentes diplomáticos o sus funcionarios consulares para obtener documentos e información de orden político, social, militar o económico a través de medios ilícitos.

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El futuro incierto del orden internacional y el rol de las grandes potencias

A las expulsiones de diplomáticos rusos ordenadas por Bulgaria e Italia el mes pasado, se han sumado Estados Unidos y la República Checa. La administración Biden impuso una serie de sanciones a Rusia por sus acciones para interferir en la realización de elecciones democráticas; participar y facilitar actividades cibernéticas maliciosas; fomentar y utilizar la corrupción transnacional para influir en gobiernos extranjeros; llevar a cabo actividades extraterritoriales dirigidas a disidentes o periodistas; socavar la seguridad en países y regiones importantes para la seguridad nacional de los Estados Unidos, y violar principios bien establecidos del derecho internacional, incluido el respeto por la integridad territorial de los Estados, léase la ocupación de Crimea.

Entre esas medidas, se incluyó la declaración de persona non grata de 10 diplomáticos de la Embajada rusa en Washington. Por su parte, la República Checa dispuso la expulsión de 18 diplomáticos rusos tras acusar a este país de estar detrás de un ataque a un depósito de municiones ocurrido en 2014.

Como era de esperar, Rusia acudió al viejo principio de la reciprocidad y adoptó medidas similares contra ambos países. En el caso de Estados Unidos, dispuso la expulsión de 10 diplomáticos e impuso sanciones a ocho funcionarios en una medida “espejo” a la aplicada por la potencia occidental, además de “recomendar” al embajador estadounidense que regrese a Washington para “consultas”. Sin embargo, Rusia eludió responder a las sanciones contra su deuda soberana, aunque ha anunciado que está dispuesta a tomar medidas “dolorosas” contra empresas estadounidenses. En el asunto checo, calificó como “absurda” la medida del país europeo y expulsó a 20 diplomáticos checos, lo que representa casi un tercio del personal de la Embajada checa en Moscú.

Diplomacia a niveles múltiples

La mayoría de las legislaciones nacionales castiga el delito de espionaje (v.g. Ley 13.985), aunque el Derecho Internacional general no contiene disposiciones referidas a la práctica del espionaje. Sin embargo, las normas del derecho diplomático y consular vigentes aceptan implícitamente la recopilación limitada de inteligencia como un elemento inevitable de la diplomacia, aunque otorgan explícitamente al Estado receptor discreción absoluta para suspender o terminar las relaciones con el Estado que envía o declarar persona non grata o no aceptable a sus funcionarios.

La gobernanza global se encuentra en crisis y el deterioro de las relaciones diplomáticas y consulares se inscribe en el marco de la rivalidad estratégica entre potencias. A pesar de que los Estados en ocasiones actúan por fuera de las normas diplomáticas, continúan recurriendo a los mecanismos previstos en ellas para enfrentar los desafíos y complejidades que la vida internacional les presenta. Ello pone en evidencia la resiliencia de un marco normativo de cuya adopción se cumplieron 60 años este 18 de abril.


 

* Ricardo Arredondo, profesor de la Licenciatura y de la Maestría de Relaciones Internacionales de la Universidad de Belgrano y miembro del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Belgrano (CESIUB).