OPINIóN
Columna de la USAL

Valores y juventudes

Con frecuencia se describe la carencia de valores de las sociedades contemporáneas, y aún más la carencia de valores que se ven en los jóvenes, pero muchas cosas por las cuales se los tilda de frívolos o débiles tienen que ver con lo que se les ofrece desde el mundo de los adultos.

Jovenes
Jóvenes | SHUTTERSTOCK

Con frecuencia se describe la carencia de valores de las sociedades contemporáneas, y aún más la carencia de valores que se ven en los jóvenes.

Pero posiblemente estas proclamas sean el resultado de miradas que no reconocen todavía que los jóvenes responden a otros valores. Sean millenials o centennials, como se los suele clasificar, hay en todos ellos una búsqueda de sentido y de adhesión a valores que quizás no percibamos con claridad.

Los jóvenes y la pandemia

Chicos y chicas siguen movilizándose, dando su tiempo, sus recursos y sus afectos por aquello que consideran bello, bueno y verdadero. Los vemos dar vida a campañas virtuales o materiales, en favor de los más vulnerables (humanos o de otra especie), haciendo esto que los jóvenes han hecho desde siempre: responder a la llamada de los valores.

Jóvenes de otros siglos fueron cuestionados por seguir doctrinas “impías” o “blasfemas” a los ojos de los custodios de los valores de su tiempo, basta recordar el destino final de algunos de sus maestros como Sócrates. Otras veces son los fundamentalismos los que se sirven de esa tendencia juvenil a apasionarse por lo que consideran justo y verdadero y en nombre de algún dios, o de algún líder, con los rasgos de un padre o madre bondadosa, se los conduce y se los utiliza.

Pero en ellos, en los jóvenes, la llamada a los valores permanece.

Valores para imitar

Pienso que muchas cosas por las cuales se los tilda de frívolos o débiles, tienen que ver con lo que se les ofrece desde el mundo de los adultos. Cuando se les propone como horizonte de sentido el tener o el placer por encima del ser, los invitamos a seguir vías cortas que suelen terminar en frustración y desilusión. Después de todo, no siempre se puede tener lo que se les ofrece, ni el placer dura para siempre.

También se anima en los jóvenes la ilusión de un concepto degradado de belleza: ilusoria, transitoria, vacía; dependiente de los filtros de una red social. Escucho con frecuencia a chicos y chicas que sufren por no alcanzar en la realidad esa belleza “filtrada” que pueden exhibir en las redes, y tan lejana de la belleza ligada al bien que cultivaban los griegos.

Líderes que resultan ser jóvenes

¿Pero estos son los valores de los jóvenes o son los valores que se ponen a su alcance con la expectativa final de fidelizarlos como consumidores? Humildemente creo que la segunda opción es la respuesta.

Frecuentemente son ellos quienes me recuerdan la intolerancia que deberíamos tener frente al mal. Con sus preguntas sinceras hacen reales los valores que trato de enseñar desde la academia. Son ellos quienes nos advierten con acciones y palabras, sobre la necesidad urgente de cambiar nuestros hábitos, en favor de la casa común.

Creo que incluso podemos tener una cierta envidia, sobre sus modos desenfadados y carentes de hipocresía.

El valor de involucrarse

Quizás no estemos siendo capaces de ver lo que ellos ven, y al decir que no tienen valores los estemos juzgando desde nuestras certezas.

Una respetada maestra, la Dra. Dina Picotti, transmitía a sus estudiantes, una invitación a la hospitalidad. Cultivar una actitud de acogida con lo que no acordamos o confronta lo que creemos valioso. Sin relativizar, sin perder la propia identidad, quisiera sugerir esta actitud cuando de formar en valores a los jóvenes se trata: una actitud de escucha, que no juzga, que acoge y espera. Una mirada dialogante, que les ofrezca a chicos y chicas elementos para mirar y escuchar con una actitud crítica, lo que consideran valioso.

Una cuestión de valores

Pienso en estas palabras de Picotti como habilitantes de un encuentro posible entre los valores de los adultos, que enseñamos y orientamos vocacionalmente a los jóvenes acompañándolos a construir sentidos.

Espero que, desde esta actitud, podamos darles la palabra y desde nuestras certezas ser capaces de reconocer que en ambos mundos –el de los jóvenes y el de los que añoramos esa época– podemos encontrar bien, verdad y belleza. Después de todo la llamada de los valores sigue ahí.

 

 

* Lic. Rodolfo José Escobar, es licenciado en Filosofía y licenciado en Psicología. Magistrando en Dificultades de Aprendizaje y docente del Vicerrectorado de Formación de la Universidad del Salvador.