Aunque el gobierno nacional argentino haya gestionado pésimo la pandemia, aunque no haya conseguido las vacunas que prometió que íbamos a tener, aunque amigos del poder político hayan robado vacunas, aunque los cierres totales hayan resultado en un empeoramiento tremendo de la situación socio-económica, aunque se haya filtrado la agenda de una vicepresidenta que busca escabullirse impunemente frente a un sinfín de causas penales, y aunque nos hayamos comportado como sociedad de un modo imprudente, no pudiendo articular libertad con responsabilidad, tal vez sea criterioso cerrar las escuelas durante quince días frente a un aumento de casos de Covid-19 que no cesa y que ya resultó en el colapso del sistema de salud privado, y que a este ritmo, en tan solo días resultará en la saturación del sistema de salud público también en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
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Argentina desde que comenzó a salir del encierro total, no logra descender como esperábamos, en la tabla de muertos por coronavirus; así, en el ranking de muertes por Covid-19 por cada millón de habitantes, según el sitio Worldometer, cuando tuvimos el pico que no se sabe si fue un pico, ocupábamos el lugar 4to. Hemos ocupado el lugar número 12 durante buena parte de la primavera, y el número más alentador que supimos conseguir fue estar en el lugar número 33 de muertes por cada millón de habitantes sobre un total de 221 países. Según mediciones registradas por el mismo sitio, Argentina hoy ocupa el lugar número 11 en cantidad total de casos de infectados con Covid positivo y el lugar número 9 de casos calificados como “serio crítico”. Mal.
Por otra parte, mientras nos anunciaba el gobierno nacional, que en febrero de 2021 íbamos a contar con 10 millones de argentinos vacunados contra el coronavirus, los registros que nos brinda el sitio Our World In Data, transcurriendo el mes de abril, marcan que en Argentina hay12% de personas vacunadas con una dosis y solo 1,8% de personas vacunadas con ambas dosis. Mal.
La vida, la presencialidad que hay que defender
Datos sobre la incidencia de escuelas abiertas durante la pandemia por coronavirus: en Israel, el país más vacunado del mundo que ya tiene bajo control la pandemia, días atrás un anuncio de un periodista israelí nos informaba por televisión “abrir escuelas aumenta masivamente los contagios”, y sobre este punto se expresaron con pesar el presidente israelí, dirigentes opositores y expertos sanitaristas, cuando en mayo del año pasado abrieron las escuelas y registraron un incremento descomunal de infecciones, a partir de lo cual al mes siguiente Israel anunció el cierre de la mayoría de los colegios y guarderías. En Uruguay (el país ejemplar en la región en el manejo de la pandemia hasta hace escasos meses) cuando abrieron las escuelas durante 2020, la pandemia se encontraba controlada, con un virus que prácticamente no circulaba, y se planteó una apertura escolar con asistencia optativa, con burbujas pequeñas donde los alumnos asistían dos veces por semana a clase, en un formato mixto que combinada modalidad presencial y digital. Uruguay actualmente con el virus que estalla, igual que Chile, mantienen las escuelas cerradas, bajo el imperativo de descomprimir los sistemas de salud saturados. En Perú, luego de la suspensión escolar, en un intento de volver a la presencialidad, el gobierno ordenó que recomiencen las clases el 15 de abril, sin embargo, tras la muerte de al menos 200 niños que asistían a la escuela, una inmensa cantidad de padres consideran que las clases presenciales no son una opción frente a una pandemia que no les da respiro.
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En México se sostiene que aún no se efectuará el regreso a clases, y que recién se permitirá el ansiado retorno, cuando se alcance aquello que denominan “el semáforo verde”. En Estados Unidos en 2021, tras la suspensión de clases presenciales, se organizó la vuelta a las aulas para el 26 de abril bajo protocolos estrictos que incluye volver a la escuela con una prueba de Covid-19 negativo. En numerosos países europeos se cerraron las escuelas semanas o meses, en una modalidad frecuente que oscila entre cierres y aperturas dependiendo de que el virus potencie o aminore su circulación. En Grecia, tras la suspensión de clases en el marco de un confinamiento de cinco meses, los alumnos volvieron recientemente a la presencialidad (en esta vuelta a las escuelas los alumnos debieron ingresar con un test de covid-19que haya dado negativo durante las últimas 24 horas, y alumnos y docentes deben obtener una prueba de diagnóstico rápida y gratuita en las farmacias y deben presentarla cada lunes y jueves para poder ingresar a clases). Portugal este año sufrió una cuarentena estricta de 45 días, y dicha cuarentena implicó cierre de escuelas para la contención del virus. Italia, frente a la escalada del Covid-19, cerró las escuelas por algunas semanas y volvió a abrirlas hace escasos días. Francia en el marco de un endurecimiento de sus medidas para enfrentar el virus, también anunció días atrás una nueva cuarentena que incluyó el cierre de colegios durante al menos tres semanas. Inglaterra y Alemania en 2021 también cerraron sus escuelas en el afán de frenar la escalada en la ocupación de las terapias intensivas. La lista de países que tuvieron que cerrar sus escuelas cuando el virus circulaba con virulencia por supuesto continúa.
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En Argentina se cerraron las escuelas durante el ciclo lectivo 2020 en casi todo el país cuando el virus apenas nos perturbaba, y se abrieron las escuelas cuando el virus circula a extrema velocidad. Y nos cuentan nuestros dirigentes políticos, todos, que las escuelas no impactan en los niveles de contagio del coronavirus, pero para el gobierno nacional y provincial sí incide la circulación que ocurre en los alrededores de los claustros escolares. El gobierno porteño considera que las aulas abiertas y la circulación alrededor de los claustros escolares no inciden en los niveles de contagio del virus. Y esto sería un dato real, sí y solo sí, se testearan a los alumnos de las burbujas que cierran cotidianamente en los diferentes centros educativos. pero quien escribe esta nota fue testigo directo y ha investigado el cierre de numerosas burbujas en distintas escuelas porteñas, observando que no se testean a los niños o adolescentes si no presentan síntomas (y sabemos que la mayoría de niños y adolescentes no suelen presentar síntomas), por tal motivo nunca sabremos si muchos padres/madres que contraen el Covid-19 lo contraen o no por la asistencia de sus hijos a las escuelas.
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¿Esto quiere decir que hay que cerrar escuelas en medio de una pandemia? No necesariamente. Aquello que sí indica esta enumeración de datos, es que en numerosos países del mundo y de la región, el tránsito y circulación en las escuelas (como parte del tránsito y la circulación integral de un país) inciden en una pandemia en momentos donde el virus escala desenfrenadamente. Y estas observaciones dan cuenta que no se puede afirmar con cifras categóricas aquello que no se mide.
* Sandra Choroszczucha. Politóloga y Profesora (UBA). www.sandrach.com.ar