Un nuevo anuncio de la Ministra Cantero vinculado a la eliminación de la repitencia en el nivel secundario parece estar más orientado a ocultar la deserción escolar y generar altos índices de graduación que a mejorar los aprendizajes.
La pregunta que surge es ¿a qué costo la provincia de Santa Fe implementaría esta nueva secundaria? Y la respuesta es sencilla a la luz de lo poco que ha mostrado la ministra: alumnos en la escuela sin garantizar una educación de calidad. Anunciar un cambio así muestra más improvisación y genera incertidumbre en una sociedad que está reclamando poner en foco la educación.
Si bien la pandemia obligó a implementar de manera inesperada un cambio tanto en los procesos de enseñanza como de aprendizajes y se gobernó el sistema a través de circulares confusas que obligaron a las y los docentes a tomar sus propias decisiones al momento de sostener la trayectoria educativa de las y los estudiantes, la experiencia tiene que servir de algo, y en mi opinión se evitó la repitencia, pero la provincia obtuvo resultados bajísimos en el dispositivo nacional que evalúa los aprendizajes.
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Que la educación secundaria tal como lo conocemos hoy está agotada inclusive antes de la pandemia, es una verdad de perogrullo. Sin embargo, este enorme desafío no se afronta sólo desde un Ministerio, sino que debe involucrar al conjunto de la comunidad educativa con el objetivo de alcanzar los consensos necesarios para que la transformación sea posible. Al momento ese diálogo imprescindible no se ha establecido.
No hay plan
¿Por qué estamos discutiendo una idea sin un proyecto concreto sobre la mesa? Porque es mejor maquillar la situación que hacer una reforma educativa profunda y consensuada, y porque sobre todas las cosas: no hay plan.
Al momento no sabemos cuáles son las acciones prioritarias previstas para llevar adelante una transformación como la que pretende la actual gestión del Ministerio de Educación de Santa Fe; se desconocen cuestiones sustanciales que hacen al funcionamiento del sistema como la estructuración del ciclo lectivo, del tiempo escolar y los espacios, la organización de los cargos docentes, la estrategia de protección y seguimiento de las trayectorias escolares, la interacción entre docentes y estudiantes y lo más importante: ¿Cuál es el presupuesto que financiará las horas cátedra, los cargos e infraestructura que demandaría la implementación de esta reforma? Huele a mucha improvisación, una marca registrada de la gestión provincial en casi todos sus ámbitos.
Se simplifica con fundamentos que comparan este modelo propuesto con el sistema universitario, pero la propia universidad está discutiendo la dificultad que tiene para que los alumnos egresen, y sobre todo que lo hagan en tiempo. Ante este panorama incierto, cabe preguntarse: ¿Cómo harán los alumnos santafesinos para tener continuidad en materias correlativas? ¿Cómo serán las modalidades de las evaluaciones?, o la verdadera intención es barrer debajo de la alfombra los malos resultados hasta llegar a quinto año.
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La implementación de estrategias para la permanencia de las chicas y los chicos en la escuela es urgente; sin embargo, la protección de la trayectoria escolar debe venir acompañada de la calidad educativa. En un escenario de crisis educativa tan complejo como el actual, es el Estado el que debe garantizar este derecho sin improvisar y con la certeza que está dando pasos firmes para la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Si queremos cambiar para que nada cambie seguiremos pensando sólo en la repitencia, sino sería bueno que el gobierno aborde el tema con seriedad, presente el plan que tiene y cómo llevarlo adelante.
*Carolina Piedrabuena es ex Subsecretaria de Administración Ministerio de Educación de la provincia de Santa Fe.