OPINIóN
Coaching

Seguir el ritmo vital propio

“Deberíamos…” es poner el foco puesto en el afuera sin registro de lo que muestra o demanda el cuerpo o los propios deseos

Frustración
Frustración | Agencia Shutterstock

En este cambio vertiginoso del paradigma del modo de producir, trabajar y vivir en el que hoy estamos inmersos aparece un tema central para el ser humano: escuchar los propios ritmos vitales. El ritmo de la mente. El emocional. El del cuerpo. Y el que propone la sociedad. 

En nuestra entrada al mundo laboral nos sumergimos a un ritmo que propone el afuera y que parecería no tener en cuenta las necesidades de cada ser humano. Una vorágine sin fin por hacer, producir, llegar, alcanzar, poseer, consumir. Una zanahoria adelante permanente. El foco puesto en el afuera sin registro ni escucha de lo que muestra o demanda el cuerpo o los propios deseos.

 

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Seguir el ritmo vital propio

A este ritmo de la sociedad se le suma el ritmo de la mente. El que no puede parar con los “deberíamos tener más”, “deberíamos ya estar allá”, “deberíamos haber logrado equis cosa”, “deberíamos, deberíamos, deberíamos”. 

El foco colocado en la insuficiencia. Así como somos no alcanza. Hay que hacer más, hay que producir más. ¿Estamos eligiendo a consciencia este modo productivo? ¿Cuándo obtenemos todos esos “deberíamos” alcanzaremos la felicidad?

Estos ritmos acelerados e imparables se chocan de frente con el ritmo de nuestro propio sistema nervioso. Es que cuando no logramos registrar nuestro propio ritmo orgánico entramos en guerra con nosotros mismos y aparecen los “deberíamos” de más arriba.

Otra vez hay que romper el molde

Poder honrar el ritmo vital propio requiere presencia intencional.

Presencia para registrar cuando consumimos más información de la que podemos procesar.

Presencia para registrar cuando el entorno, cualquiera sea ese entorno, nos empuja a ir a una velocidad que no es la orgánica.

Presencia para registrar cuando nos exigimos vivir con la agenda colapsada para sentirnos valiosos.

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Presencia para registrar cuando estamos corriendo sin parar a una meta que no sabemos si es nuestra, si la elegimos.

Presencia para registrar si lo que estamos haciendo está alineado a nuestro propósito vital o es una imposición del afuera.

Presencia para registrar si no parar ni frenar tiene que ver con que no nos animamos a cambiar.

Para empezar a escuchar ese ritmo vital propio el cuerpo pide frenar. Escuchar. Suavizar. Dejar la mente a un lado. 

La reinvención personal entonces no es solo profesional. 

Es una reinvención profunda del modo de Ser. 

Un reseteo integral y orgánico para elegir a consciencia quiénes queremos ser. 


*directora de Zelmira K Comunicación y Coach Ontológico