Una gestión sostenible de los recursos naturales implica tres aspectos que se entrelazan: económico, ambiental y social. La tecnología acompaña en este manejo de triple impacto positivo y hoy con, la pandemia del COVID-19, se revela más aún el poder que nos ofrece.
Tomaremos por caso el gran problema que tenemos con el sistema alimenticio a nivel global: hay comida que nunca llega al consumidor final y podemos enterarnos de cuánto contamina no solo tirar alimentos sino tan solo producirlos de la manera que lo hacemos. Podríamos implementar herramientas informáticas para reducir el impacto y hacer un manejo responsable del tema.
Tiramos más de un tercio de la comida que producimos mundialmente, cifras que se mantienen aún en situación de pandemia por el coronavirus. Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, entre el 30% y el 40% de los alimentos se desperdiciaba antes del COVID-19 y la cifra probablemente sea mayor en este contexto.
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Para dimensionarlo, es como decir que en un restaurante, de 100 platos que se preparan al día, 40 terminan en una bolsa de plástico. Este desperdicio pone en jaque económico su actividad. De la misma manera, agricultores terminan desechando parte de su producción cuando no tienen dónde insertar sus alimentos, en detrimento de sus economías.
Respecto de la cuestión ambiental, se estima que la demanda de alimentos aumentará por lo menos en un 50% para mediados de siglo. La manera como venimos produciendo y desperdiciándolos representa un riesgo para el medio ambiente y, por consiguiente, nuestra vida. Tal como afirman desde la ONU, la principal causa de la desertificación y la degradación de las tierras es la producción y el consumo incesante de la humanidad. Desde la organización instan a que fortalezcamos la resiliencia de nuestros sistemas alimentarios y sostienen la fórmula “suelo sano = gente sana”.
En añadidura, desde ALADYR, Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso de Agua, informan que el sector agrícola consume el 80% del agua para consumo humano. Según datos de la FAO (la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), producir 1 kilo de tomate precisa unos 15 litros, un kilo de trigo unos 1.500 litros y solo un kilo de carne de vaca requiere 15.000 litros de agua.
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En cuanto a la dimensión social del manejo deficiente del sistema de alimentación global, según UNICEF, “un alarmante número de niños y niñas menores de cinco años sufre las consecuencias físicas de una mala alimentación y un sistema alimentario que les está fallando”. La organización menciona, entre ellas, retraso en el crecimiento, pérdida de la masa muscular y obesidad. Por lo que vimos, al tirar comida además estamos desperdiciando agua. Según datos de la misma organización, hoy 1 de cada 3 personas alrededor del mundo no tiene acceso a agua segura y fácilmente disponible en sus hogares.
Cuando las situaciones nos sorprenden, percibimos nuestro alrededor de forma diferente y miramos el mundo desde otra perspectiva. La situación de la pandemia es una oportunidad para reflexionar. Pero sobre todo, para actuar. Estamos en el siglo XXI, con la tecnología muy presente a nuestro alrededor.
En este sentido, se revaloriza la Inteligencia Artificial, por ejemplo, que optimiza los procesos. Se trata de algoritmos, ecuaciones matemáticas de estadística, que nos dan la posibilidad de reconocer patrones y predecir futuros eventos.
Esta herramienta permite hacer seguimiento de lo que se produce. Algunas personas ya están haciendo algún tipo de rastreo pero otros no tienen noción de lo que pierden, como es el caso de muchos productores que podrían evitar tirar comida y mejorar sus procesos.
Volviendo al ejemplo de los restaurantes, existen aplicaciones que toman información de los mismos, usan machine learning para analizarla e indican la cantidad óptima de comida para comprar y cocinar. Muchas cuentan con un tablero o dashboard que los propios dueños de los restaurantes pueden chequear por día para ver la operación de principio a fin, las tendencias, recomendaciones y qué necesitan hacer para evitar tirar comida. Está constatado que esto permite reducir el derroche de comida en hasta un 30%, y de esa forma también los costos en hasta un 20%, con los consiguientes beneficios ambientales y sociales que esto supone. Además los sistemas informáticos hoy permiten contar con soporte y atención online agilizando los procesos, brindando seguridad y tranquilidad
.El desperdicio mundial de alimentos es peor de lo que pensábamos
También existen aplicaciones que permiten a los restaurantes donar lo que les sobra y coordinar para que quienes más lo necesitan, lo retiren directamente o a través de un intermediario, con solo seguir sencillos pasos desde el celular. Hoy los consumidores eligen cada vez más a las empresas que asumen su responsabilidad socio ambiental.
El coronavirus nos sacudió, disparó nuevos interrogantes y nos lanzó a redescubrir la tecnología. Podemos hacer uso de ella para mejorar procesos y obtener mejores resultados que generen un triple impacto positivo en lo ambiental, económico y social, para todos los seres humanos
* Head of Data and Innovation en Nubiral.