Mientras nos ocupamos de la reunión de la Celac, los furcios del presidente, la investigación sobre la filtración de la recompra de deuda externa y la nueva moneda regional, el calendario electoral se nos viene encima. El debate político, por su parte, se concentra en quiénes van a ser los candidatos a la Presidencia en el Frente de Todos y en Juntos por el Cambio. Alguna línea se le dedica a la Provincia de Buenos Aires y hasta ahí se llega. Poco y nada se sabe de lo que está ocurriendo en el resto del país.
Esta realidad no parece molestar a quienes conducen esas jurisdicciones olvidadas. Cuando vemos las reuniones de los gobernadores, nos encontramos que la mayor parte de ellos están ahí hace años, aunque no tengan ningún mérito conocido sobre la gestión de sus territorios. Rodríguez Saá, Kirchner, Capitanich, Insfrán, Zamora, son quizás las familias más visibles. En otros casos los líderes están en una segunda línea manejando desde allí los destinos de la provincia. Serían casos como los de Rovira en Misiones, que hace más de veinte años administra el poder, Weretilnek en Río Negro y otros. Todo indica que desde la política nacional no existe la intención de cambiar esa realidad.
El 12 de febrero se dará el puntapié inicial con las elecciones internas, abiertas y simultáneas en La Pampa. Serán unas PASO muy particulares, porque solo participarán los partidos políticos que así lo requieran. Martín Maquieyra y Martín Berhongaray serán los candidatos de Juntos por el Cambio, mientras que el Frente de Todos, con el actual gobernador Ziliotto como único candidato, no participará en la interna, evitando que la elección se convierta en una suerte de primera vuelta, como ocurre habitualmente.
Estas disrupciones en el ordenamiento legal de elecciones provinciales que van introduciendo los gobernadores, tratando de adaptar las reglas del juego democrático a sus necesidades políticas del momento, se repiten cada vez con más frecuencia y en más provincias. Es la forma en la cual los “gobernadores vitalicios” van “cambiando” para garantizar su permanencia. Las cada vez más frecuentes, anulación de las PASO, Ley de Lemas y las reelecciones sin control, son piezas centrales de ese proceso y apenas concitan la atención de la agenda política nacional.
La ajenidad que manifiestan tanto la coalición oficialista como la opositora respecto al desarrollo político y a las realidades provinciales es, sin duda, uno de los aspectos que pueden ayudar a explicar que buena parte de las provincias argentinas no crean empleos privados, no han logrado brindar buenos servicios educativos, de salud y de Justicia, y sin embargo, son gobernadas por las mismas “familias de dirigentes” por generaciones.
En el mismo sentido podemos analizar el hecho que en los próximos meses buena parte de las provincias están eligiendo las máximas autoridades políticas del país y no existe el más mínimo debate al respecto. Parece que “la política y las elecciones” solo tienen que ver con el control del gobierno nacional. Sin embargo, son las provincias quienes administran dos terceras partes de todo el empleo público de la Argentina y son los diputados y senadores nacionales que se van a elegir en cada una de las provincias del país, quienes van a “apoyar o enfrentar”, a través de las presiones que ejerzan sobre sus respectivos territorios a las políticas e iniciativas que pueda proponer el nuevo Poder Ejecutivo Nacional que asumirá el 10 de diciembre de 2023.
El cronograma de elecciones provinciales que arranca el 12 de febrero en La Pampa es vertiginoso y demasiado importante como para “desentenderse” de su importancia. El 16 de abril hay elecciones a gobernador en Rio Negro y Neuquén, el 7 de mayo es el turno de Jujuy y Misiones. El superdomingo llega el 14 de mayo con elecciones en San Juan, Tucumán, Salta y La Pampa. El 11 de junio habrá elecciones en San Luis, elecciones PASO en Mendoza y también podría votarse en Corrientes, Tierra del Fuego y Córdoba. El proceso nacional, por su parte, comienza a definirse el 24 de junio cuando vence el plazo de presentación de la lista de candidatos.
La democracia en la Argentina no está logrando los resultados que hace cuarenta años pensamos que tendría. Prestar atención a lo que ocurre en todas las provincias del país en el momento en que se están eligiendo sus autoridades parece un acto de responsabilidad que se debe promover sin demora tanto en los medios de comunicación como en las propias agendas de los candidatos nacionales.
*Magíster en filosofía de la economía de la Universidad de Cambrigde y especialista en políticas públicas.