OPINIóN
El absurdo

Tan conectados tecnológicamente, pero parecemos desconectados

En la era de la “infotainment” la tecnología prepara la información para que sea fácil, entretenida y vacía. Es una extensión de nuestros sentidos, pero de la misma forma en que los amplifica también los amputa.

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Celulares | TELAM

Inundados por incontables cantidades de información, perdemos la noción de las grandes narrativas, de la continuidad del tiempo y la memoria. Todo es "ahora", ya. Una de las cosas que se está perdiendo es el conocimiento de la historia –gracias al smartphone que hace desechable todo lo demás, incluyendo nuestra memoria.

Sin conocimiento de la história, el pueblo es fácilmente manipulable ya que no tiene la visión para percibir que los políticos están recurriendo a las mismas falsas promesas que han utilizado antes, sin resultados. 

Siguiendo al filósofo George Santayana, "aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo; un pueblo verdaderamente ilustrado es malo para los políticos y los negocios". La clase gobernante “no tolera” a todo aquel que muestra la habilidad de pensar de manera seria e independiente. 

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"No hay duda de que Internet y la TV por cable han permitido que variados intereses políticos y corporativos diseminen desinformación a una escala antes imposible, pero para que eso sea creíble es necesaria una población malamente educada y desacostumbrada a verificar y recordar las cosas que se le dicen".  Es decir, se ha incremento la ignorancia.

El uso de redes sociales perjudica la memoria

La decadencia educativa y cultural podría estar relacionada con lo que aportan los medios electrónicos como en una especie de retroalimentación la primera agrandando el efecto de la otra. Los jóvenes se ven “obligados” a leer y conocer las películas o las series televisivas; el arte, los libros de filosofía clásica o las novelas de autores clásicos se reconocen aburridas. 

 

Conectados tecnológicamente, parecemos desconectados

Nuestra atención queda atrapada en el consumo masivo y continuo de contenido electrónico. En un análisis de la televisión alemana, Udo Michael Krüger, fue el primero (1988) en usar el término "infotainment" para referirse a la información y al entretenimiento como una misma cosa. Hoy, todo está preparado y presentado para ser fácil de usar, entretenido y “vacío”. 

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En nuestros días todo queremos traducir el tiempo en dinero y todos nos preparamos para pasar el examen (no realmente, para aprender), sin indagar en las profundidades de los temas. Los jóvenes están orientados a lenguajes científico-técnicos, como por ejemplo la tecnología de la información, a través de la cual pueden extender su memoria a la Red y utilizar la nube como un almacén de información mucho mayor del que las mentes más prodigiosas pueden albergar. Y, también, el argumento de que las habilidades intelectuales modernas están orientadas hacia el reconocimiento de algoritmos y no a la memorización de información. Como si estuviéramos uniéndonos a una mente global incorpórea. 

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Lo que tenemos que pretender es la defensa de la calidad de la información y además la capacidad para transformarla en ventaja o utilidad. La economía y el éxito personal son los motivos actuales de nuestra preocupación y deseo. La ética y la moral pasaron a un segundo plano. 

El conocimiento debe estar ligado a principios que superen modas y corrientes pasajeras; ideas o valores que puedan encontrarse fundamentalmente en el arte, la religión, la filosofía y la ciencia. ¿Es posible ser ignorantes con la increíble tecnología al alcance de la mano? Marshall McLuhan afirma que la tecnología es una extensión de nuestros sentidos, pero de la misma forma que los amplifica también los amputa. 

Los alcances de la “invasión” tecnológica son enormes, su potencial maravilloso, pero habría que “chequear” que su fabuloso encantamiento no esté obnubilando aspectos de nuestra percepción o por lo menos modificando algunos hábitos que determinan nuestra relación con el mundo y nuestra capacidad de conexión real con los demás. 

La conexión continua y diaria nos está haciendo desconectar del mundo real y de nosotros mismos. ¿Tenemos la capacidad real de poder estar conectados a nuestro entorno y a lo que sucede fuera de la pantalla? Todos están con su teléfono celular todo el tiempo y en la calle chocando con otras personas o con otros autos, porque viven ensimismados, controlando  sus aparatos. Estamos los humanos tan conectados entre nosotros, como con nuestros dispositivos inteligentes?

*Doctor en medicina, Miembro de la Academia Argentina de Cirugia, Docente Autorizado de la UBA, Miembro Internacional de la Asociación de Cirugía Plástica Americana