Más allá del fervor que estamos viviendo a ambos lados de la llamada grieta, el proceso judicial está en sus etapas iniciales y es poco probable que haya una sentencia firme contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en el corto plazo. Lo que es más probable que suceda es que, sea cual sea la resolución en primera instancia judicial, alguna de las dos partes apele y el proceso continúe, sin que haya sentencia firme ni inhabilitación alguna previo a las elecciones del año que viene. Ahora bien, si judicialmente no hay ninguna consecuencia firme en el corto plazo, políticamente sí hay efectos visibles causados por el pedido de prisión realizado por el fiscal Luciani.
Podríamos estar en presencia de un evento ordenador para el oficialismo, que supere las diferencias y rispideces internas y lleve a lograr la cohesión interna que cualquier coalición precisa para enfrentar unas elecciones. Y podríamos ver algunos paralelismos entre lo que sucede puertas adentro del Frente de Todos hoy y lo que sucedió en su momento en Juntos por el Cambio con el intento de intervenir Vicentín por parte del oficialismo.
Podríamos estar en presencia de un evento ordenador para el oficialismo, que supere las diferencias y rispideces internas
Desde que asumió el gobierno de Fernández y hasta el 9 de junio de 2020, cuando se publicó el DNU 522/2020 el cual disponía la intervención transitoria de la empresa Vicentín S.A.I.C. por 60 días, la oposición al gobierno se encontraba francamente perdida. No lograba unificar posiciones frente a la pandemia de Covid-19, habían marcadas diferencias entre quienes ocupaban cargos ejecutivos como Larreta y Morales y quienes no como Bullrich o Wolff. La retórica de la oposición no estaba unificada, su capacidad de imponer agenda pública y política era baja o nula y tenían demasiados conflictos internos como para unificar posiciones. Vicentín barrió todo eso y le dio a Juntos por el Cambio lo que necesitaba para volver a tener peso en la política y en la opinión pública luego de la derrota de 2019. Vicentín le dio a la oposición un discurso simple, efectivo, de arrastre entre sus militantes, que unificaba internamente de cara al oficialismo. “Vamos a ser Venezuela”. Cuatro palabras que lograron superar las diferencias internas de la coalición. No resolverlas, pero sí ocupar el primer lugar en la agenda y volverse bandera de Juntos por el Cambio, logrando así fortalecer su posición, ocupar espacios en la agenda mediática tapando el covid-19. Así, el gobierno perdió la iniciativa, la oposición fortaleció su relato y pudo competirle espacios a este. Algo similar estamos viviendo con el proceso judicial que acusa a Cristian Fernández de Kirchner de asociación ilícita.
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El oficialismo hasta la semana pasada estaba tan fragmentado que públicamente miembros del mismo como Grabois ya hablaban de posibilidades de ruptura. Massa había logrado superar el vacío que dejó la renuncia de Guzmán, ocupando una posición de poder privilegiada y unificando las carteras económicas del gobierno. Alberto Fernández como presidente veía debilitado su poder y para todos era una incógnita cómo iría a reaccionar el kirchnerismo ante medidas ortodoxas que aplicaría el flamante ministro. En primer lugar, habían bloqueado la designación de Rubinstein como Secretario de Programación Económica por sus fuertes críticas pasadas al kirchnerismo. La incertidumbre reinaba interna y externamente, los malos resultados económicos y la agenda política lejos de los problemas comunes de la población les daba sentimientos de frustración a la militancia, que no encontraba hechos movilizantes. Todo eso cambió con el pedido de Luciani de 12 años de prisión e inhabilitación de por vida para CFK.
Este hecho concreto generó en el Frente de Todos una reacción similar a la generada por Vicentín en Juntos por el Cambio. No resolvió ninguno de los conflictos internos existentes, pero sí los superó en importancia, se posicionó como prioridad uno, logró movilizaciones espontáneas y comunicados oficiales de los principales funcionarios del oficialismo, algunos de ellos, como Vilma Ibarra, distanciada hace años de la vicepresidenta. También, como Vicentín y “Vamos a ser Venezuela”, el pedido de prisión a la ex presidenta ordena a la coalición en torno al ala más “dura” de la misma: hoy la movilización es en contra del llamado partido judicial, de la derecha, de los golpistas y de otras consignas siempre asociadas más al kirchnerismo que al Frente Renovador o al peronismo que intentó representar Alberto Fernández.
En la política argentina es imposible predecir el futuro
Ciertamente en la política argentina es imposible predecir el futuro. Nadie puede asegurar cómo va a seguir la cohesión interna de ninguna de las dos coaliciones. Pero lo cierto es que este hecho le sirve al oficialismo para ordenarse internamente por un tiempo por lo menos, ocupar los primeros lugares de la agenda pública mientras Massa intenta ordenar los números de la macroeconomía, da motivos de movilización y un marco de acción claro frente a la oposición. Si el peronismo terminará haciendo de esto una bandera para las elecciones del 2023 o simplemente será un fusible que sirva para traer paz en este momento de incertidumbre interna del oficialismo sólo lo sabremos con el tiempo. Por lo pronto, el oficialismo tiene paz interna, algo que hasta hace unas semanas era impensado.
*Licenciado en Ciencias Políticas UCA. Gerente de Asuntos Públicos en JeffreyGroup.