OPINIóN
interés nacional

Una nueva visión en política exterior

Archivo. Bolsonaro recibió en febrero a Felipe Solá.
Archivo. Bolsonaro recibió en febrero a Felipe Solá. | cedoc

Como las fiestas de Año Nuevo son usadas para hacer un balance de nuestras vidas, las fechas patrias son usualmente aprovechadas para reflexionar sobre la situación de nuestro país. Es por eso que, escribiendo en la Semana de Mayo, uno no puede dejar de inquietarse por las urgencias que enfrenta la Argentina. Voy a dejar de lado los agudos desafíos económicos para concentrarme en un punto crucial: nuestra política exterior.

La política exterior argentina, desde la vuelta de la democracia, muestra líneas directrices que se han mantenido estables, más allá de los cambios de gobierno. Sin embargo, esas visiones compartidas respondían a un mundo que se está fragmentando de modo acelerado. Esto es especialmente evidente en el caso de los organismos internacionales. Estos constituyen un espacio vital para países como el nuestro ya que los organismos multilaterales buscan resolver conflictos en base a reglas objetivas, desplegando un rol igualador en las relaciones internacionales. Al mismo tiempo, sirven para acceder a información, facilitan la coordinación entre actores de similares intereses y ayudan a alcanzar soluciones globales. Por desgracia, la poca atención o directamente la abierta hostilidad de varias potencias han hecho que las organizaciones internacionales perdieran relevancia.

En el ámbito regional, el florecimiento de las democracias en los años 80 llevó a dos fuertes consensos regionales: el apoyo recíproco entre las naciones para fortalecer la institucionalidad democrática y la búsqueda de un desescalamiento en la competencia militar. Ambos objetivos operaban en conjunto: al eliminar las hipótesis de conflicto, perdía relevancia el sector militar que en el pasado había quebrado la institucionalidad democrática. Ningún país ejemplificó esto mejor que el nuestro: rápidamente se arribó a soluciones limítrofes con Chile y se comenzó una política de amistad con Brasil. La relación con este último supone la más importante para nuestra nación, ya que somos vecinos de una potencia regional cuya economía supera cuatro veces la nuestra y cuya población nos quintuplica. Fue en parte por este cálculo que la Argentina buscó una asociación con Brasilia, la cual se materializó en el Mercosur. Sin embargo, la región no es lo que era; el comercio entre los socios del bloque solo ha caído a lo largo de los años y estos han comenzado a buscar otros horizontes comerciales. Por último, la asociación con nuestro país como manera de fortalecimiento democrático es una idea totalmente ajena a la actual administración brasileña.

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Frente a este contexto, estamos obligados como sociedad a encontrar una política exterior que sirva a los intereses de nuestro país. Es condición para esto una diplomacia activa que busque conservar los espacios existentes de multilateralismo. Es necesaria una nueva visión acerca de cómo lidiar con un cambiante ambiente regional, en especial en relación con Brasil. Y es también fundamental buscar aquellas oportunidades de comercio en un mundo cada vez más complejo. Como en 1810 o en 1983, es esencial que las fuerzas políticas renueven sus consensos y su visión sobre el rol de la Argentina en el mundo.

*MA Global Governance University of Delaware, MA Estudios Internacionales UTDT.