Hace poco más de un año nos encontramos en la Seccional Capital de la UOM, Unión Obrera Metalúrgica, con Roberto Bonetti, secretario general adjunto del distrito y Antonio Caló titular nacional de la organización. En esa oportunidad comenté que estaba escribiendo la historia política del gremio metalúrgico y que me sorprendía la poca información que se contaba en los archivos de la propia organización.
La ausencia de material documental -dijeron los compañeros- se debía a que las sucesivas intervenciones militares que pretendieron destruir al gremio, incineraron centenares de documentos, actas, fichas de afiliación, películas, fotografías y correspondencia histórica. Al mismo tiempo muchos de sus militantes, delegados y dirigentes metalúrgicos fueron asesinados, desaparecidos y detenidos sufriendo largos años tras las rejas.
Por su lado Abel Furlán, secretario de organización de la UOMRA me vinculó con los compañeros que trabajaron en la producción del libro “Historia de una lealtad peronista” y me facilitaron varios datos del historial del sindicato metalúrgico que me ayudaron en la reconstrucción histórica.
Mientras que los militares detenían, asesinaban y destruían los documentos de la memoria histórica de la UOM, desde la izquierda progresista, inspirada en los viejos partidos socialista y comunista, se dedicaban a desfigurar, ocultar o calumniar a sus dirigentes como Ángel Perelman, Augusto Timoteo Vandor, José Ignacio Rucci, Lorenzo Mariano Miguel de la misma manera que lo hacen con el actual secretario general, Antonio Caló. La oligarquía desde sus medios de doctrina porteña mitrista, coincidía diariamente en el vapuleo a la dirigencia obrera.
La UOM nunca respondió a las injurias. Tal es el caso de las graves acusaciones que realiza Rodolfo Walsh cuando le adjudica el asesinato de Rosendo García, secretario general de la UOM de Avellaneda, al propio Augusto Vandor. Ficciones como éstas, son refutadas una por una con documentación detallada y fuentes categóricas. Al día de hoy nada se ha respondido, tal vez sea esa, una de las particularidades del estudio que presentamos.
Por mi parte conservo tres viejos libros incunables que coincidían en la génesis de la UOM: Historia del movimiento obrero argentino de Alberto Belloni editado por Arturo Peña Lillio en 1960, Como hicimos el 17 de octubre de Ángel Perelman de la editorial Coyoacán en 1961 y Sindicalismo y peronismo en la Argentina de Osvaldo Ernesto Pérez de la editorial Manantial en 1989. Los tres autores fueron dirigentes gremiales y los dos últimos de la UOM.
Estos autores sostienen que el enfrentamiento que mantenía en 1942 el Partido Comunista -que controlaba el desaparecido SOIM, Sindicato Obrero de la Industria Metalúrgica- con el grupo de Frente Obrero que integraba Perelman, junto a un puñado de militantes trotskistas y socialistas entre los que se encontraba mi padre, Jorge Abelardo Ramos, fue la clave del nacimiento de la UOM. Este último elemento aumentaba mi curiosidad por desentrañar esta historia.
En la década de 1940 la presencia del aparato comunista y socialista era abrumador en el movimiento obrero. Las asambleas metalúrgicas se realizaban en el Luna Park o en la Federación de Box. Estos partidos no seguían la realidad nacional sino las disposiciones de Moscú y Londres respectivamente.
La ausencia de material documental se debía a que las sucesivas intervenciones militares que pretendieron destruir al gremio, incineraron centenares de documentos, actas, fichas de afiliación, películas, fotografías y correspondencia histórica.
Cuando Adolfo Hitler da por terminado el pacto de amistad, que mantenía con Jossif Stalin, invade con sus tanques la Unión Soviética. Esa misma noche, los comunistas y los socialistas argentinos llaman a suspender los reclamos obreros para colaborar con la URSS e Inglaterra. Proponían levantar las huelgas para realizar “trabajo voluntario” y “rifas solidarias” en ayuda de los soldados rusos e ingleses. Las bases obreras metalúrgicas de la argentina se planteaban problemas que tenían que ver con su propia subsistencia. Exigían aumento de salarios, el pago de las horas extras, mejores condiciones laborales y la reincorporación de los compañeros despedidos.
Los trabajadores se rebelaron a la dirigencia estalinista y las huelgas se mantuvieron a lo largo de 1942.
Este mal paso de la izquierda argentina fue el primero de muchos otros, que los alejó hasta el día de hoy, de las masas obreras. Este acontecimiento fue considerado una traición por el grupo de Frente Obrero que junto a la agrupación FORJA de Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz, sostenían la neutralidad en el conflicto de las grandes potencias imperialistas.
Perelman, que representaba a los tres mil trabajadores dela Compañía Argentina de Talleres Industriales y Transporte (CATITA), convocó junto a varios delegados de otras empresas a constituir la UOM, Unión Obrera Metalúrgica de la República Argentina, el 20 de abril de 1943; pocos meses antes de la Revolución del GOU, Grupo de Oficiales Unidos que integraba el coronel Juan Domingo Perón el 4 de junio del mismo año.
La asamblea fundacional se realiza en el edificio de la Unión Ferroviaria de avenida Independencia 2880 de la Capital Federal con la presencia del secretario general de la CGT, el ferroviario, José Domenech, de origen socialista.
De Ángel Perelman no solo se debe reivindicar su rol de fundador y primer secretario general de la UOMRA sino ser el gestor del acuerdo político con el coronel Perón para sellar una alianza que no se rompería jamás.
Este libro intenta retratar la historia argentina desde la perspectiva de los trabajadores metalúrgicos que fueron silenciados tanto por las dictaduras militares como por la “academia” universitaria.
“Mujeres de acero”, es el cierre de la obra, donde las mujeres en plena revolución feminista, tecnológica y digital se presentan al Siglo XXI. Sin olvidar -lo recuerda siempre Caló- que la fundadora y primera presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, secuestrada, desaparecida y asesinada, fue la compañera Azucena Villaflor, peronista, metalúrgica y afiliada a la UOM.