Dependiendo de hacia qué lugar agudicemos los sentidos, y adónde dirijamos la atención, se despertarán diferentes mundos o dimensiones en un mismo instante.
Algunos percibirán problemas, daños colaterales, dolores perennes, tristezas y, otros festejarán sus vacaciones y buen tiempo al aire libre, con juegos, con almuerzos o cenas con familias y amigos, reuniones que tal vez fueron postergadas por diferentes razones.
Eso es nuestra Inteligencia Emocional (IE) y su desarrollo. Ella nos muestra diferentes aspectos de un momento, según los sentidos que pongamos en alerta y las distintas situaciones y emociones a las que prestemos atención.
Se fue un enero que algunos podrían llamar “ligero” pues pasó ante nuestros ojos con cámara acelerada, vertiginoso, veloz, pero, eternamente recordable por angustias, para muchos de nosotros. Y febrero es igual, con malas noticias por un lado y planes esperanzadores por el otro.
Y pasó enero… y ya estamos en febrero
Fue el comienzo de un año, donde las expectativas se volcaron en deseos de superación de obstáculos, en la búsqueda de nuevos caminos para lograr una vida digna y saludable, en tomas de decisiones difíciles, abandonando raíces y sembrando en nuevos territorios, traspasando los límites de la angustia.
Enero fue un mes de dolor perenne, que continúa en febrero porque para varias familias hubo un gran sufrimiento, asesinatos ocasionados por robos, familias destruidas por el dolor, mucha gente durmiendo en las calles, productos alimenticios que no pueden ser alcanzados por los bolsillos de la escasa clase media que queda en Argentina. Más jubilados al borde de la indigencia.
Ine Francisconi: “La inteligencia emocional se convierte en una competencia clave para el éxito”
Un comienzo de año con muchas mascotas perdidas, sufriendo por hechos causados por los estrepitosos ruidos de los festejos navideños y despedidas de año, mascotas abandonadas por sus dueños, lastimadas por vivir en las calles, donde nunca estuvieron, temporal y fuertes vientos que dejaron muchas aves accidentadas y otras cuyos cuerpos ya no volarán.
Un dólar poderoso, supremo, que ha tomado a un país enfermo para agudizar sus males, pero también es beneficioso para algunos privilegiados.
Un nuevo gobierno, que llegó con las sendas victorias y derrotas de las elecciones gubernamentales.
Se va el año chino del “conejo de agua y llega el del dragón de madera” y, aunque no entendamos sobre estos temas, los vaticinios no son buenos ante los fuertes vientos de una Tercera Guerra Mundial.
Es increíble que en tantos años en que la humanidad está socializando, no hayamos aprendido a convivir en una sociedad y en un mundo pacífico en formas eficaces.
Muchas esperanzas pero también muchas incredulidades y desconfianzas llenaron nuestros corazones al comienzo de este 2024. Como todos los comienzos de año llenos de promesas, optimismos y también dudas e inseguridades.
Con la perspectiva y la ilusión de un gran cambio para beneficios propios y de los demás. Porque eso es lo que nos producen estos meses. Pasan rápido, muy rápido, más veloces que nuestro optimismo. Enero y febrero son como de niño, llenos de creencias, e ilusiones. Es el comienzo de nuestras agendas.
Pero también nos damos cuenta, al ver nuestro anuario, que todo pasará rápidamente, hoja tras hoja y que debemos programar sobre la marcha muchas cosas, desarrollando nuestra creatividad y emociones.
Más años de vida: ¿beneficio o carga?
La poca creatividad humana y el aumento de la inteligencia artificial en varios campos, han dado confianzas como ser en ciencia y medicina, pero, también alarmas en otros, sobre todo en los individuos cuyos trabajos dependen de su creatividad y productividad.
La droga, la pobreza, la irracionalidad, la agresividad y el temor, han copado las sociedades humanas. Las emociones se han descontrolado, dejando lugares para los alertas oportunistas de todas la épocas.
Es necesario y urgente manejar las emociones para ir controlando las situaciones en que podemos interactuar y para estabilizar nuestros sentimientos en aquellas en las que no podemos hacer nada.
¿En qué ha madurado la especie humana? ¿En qué hemos madurado? ¿A qué distancia estamos desde el punto de vista de las emociones de las primeras sociedades?
La respuesta la encontramos en cada uno de nosotros y en cómo interactuamos con los demás.
Somos como enero y febrero, todos jóvenes con un almanaque vacío, disponible para nuestra creatividad y emoción. Solo nos falta la decisión.
