La revolución tecnológica ha cambiado nuestras vidas y también cambió la forma de hacer periodismo. Hoy podemos conectar directamente con la audiencia, y esa misma audiencia nos exige más, pidiéndonos que le mostremos de manera transparente cómo hacemos nuestro trabajo. Pero es importante entender que en un mundo en el que el capital no conoce fronteras, el ecosistema financiero está siempre un paso adelante. Entender la relación entre estos dos mundos, el de la plata y el de la información, es una condición necesaria para interpretar la matrix del poder actual.
Tener una sociedad offshore no es un crimen. Las mayores empresas del mundo utilizan paraísos fiscales para optimizar su situación tributaria, la mayoría de manera legal. De Perfil a las principales multinacionales, todas las empresas que operan en múltiples jurisdicciones y/o con varios accionistas tienen la necesidad de constituir una serie de sociedades que le permitan adaptarse a las particularidades de cada lugar.
El ecosistema financiero global es complejo por definición, planteado para evitar la evasión, pero al mismo tiempo generando las condiciones para permitir que los que tienen la capacidad y la determinación fácilmente abusen de sus grises.
Hoy por hoy es cada vez más difícil aprovecharse de esas facilidades dada la digitalización del dinero y los acuerdos trasnacionales que permitan el intercambio de información financiera. Hay algunos que creen que se está terminando la era de la plata negra, ya que es cada día más difícil blanquear guita que uno tiene debajo del colchón o en un galpón, sufriendo las vicisitudes del clima. Yo no concuerdo del todo: cada día aparecen más medios para evadir, desde bitcoin al arte o el oro.
Lo más importante de los Paradise Papers es lograr que el lector entienda que existe un sistema financiero internacional que facilita la optimización tributaria y en muchos casos permite la evasion y el lavado. Los banqueros especializados tienen más conocimiento que los reguladores, y los que buscan evadir tienen más recursos que los que buscan evitarlo. Tener sociedades offshore no es ilegal, y en la mayoría de los casos no viola la ley, pero las offshore son parte del oscuro ecosistema financiero global que facilita la ilegalidad. Analizarlo, y entenderlo, es tan importante como denunciar la corrupción en un estado democrático.