PERIODISMO PURO
Entrevista Exclusiva

Patricia Bullrich, acerca de su pasado en la JP: "Éramos fundamentalistas"

La ministra de Seguridad se refirió al momento en el cual viró del Peronismo hacia una visión "más republicana". Asegura que no se siente una peronista en Cambiemos.

Patricia Bullrich, en la entrevista con Jorge Fontevecchia.
Patricia Bullrich, en la entrevista con Jorge Fontevecchia. | Pablo Cuarterolo

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, fue entrevistada por el CEO de Perfil Network, Jorge Fontevecchia, para el ciclo Periodismo Puro. En uno de los tramos, la funcionaria a su historia política, desde su pasado en la guerrilla peronista hasta su actualidad en un Cambiemos. Bullrich aseguró que fue adquiriendo valores republicanos que la alejaron del peronismo.

—Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, tres apellidos de prosapia patricia y antiperonista. Sin embargo, a los 15 años, en los 70, fuiste montonera. Estuviste presa en la cárcel de Devoto seis meses, en 1976 te fuiste al exilio. Viviste en Brasil, México y Francia. Volviste a la democracia, primero con Antonio Cafiero, luego con Carlos Menem. En el 93 fuiste electa diputada. Dejaste el menemismo, ocupaste un cargo en el gobierno de Eduardo Duhalde en la provincia de Buenos Aires. Más tarde, con Fernando de la Rúa fuiste primero secretaria de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios y luego ministra de Trabajo, también ministra de Seguridad Social. En 2003 competiste contra Mauricio Macri por la jefatura de Gobierno de la Capital y sacaste el 10% de los votos. Fundaste tu partido, Unión por la Libertad, y en 2007 volviste a ser electa diputada. Te aliaste a Elisa Carrió, después al mismo Macri, y venís siendo ministra de Seguridad desde que asumió. Pronto vas a cumplir medio siglo de acción política pasando por todos los partidos, más la guerrilla. Casi nadie acumula una experiencia, salvo, probablemente, Juan Schiaretti, el gobernador de Córdoba. ¿Qué te determinó a actuar en política?

—Siempre sentí la vocación, desde muy chica. Algo que quizás dicen los chicos en algún momento, que quieren ser presidentes cuando sean grandes, en mi caso era verdad. Desde muy joven sentí que era lo que quería hacer. Además, me tocó empezar en un momento en el que había un gran aluvión de participación juvenil y eso contribuyó a mi decisión. Antes incluso de entrar a la Juventud Peronista, mi abuela me había llevado a conocer la sede de la Unión Cívica Radical en la calle Tucumán, conocer a Ricardo Balbín. Mi abuela materna era radical de alma. Recuerdo que cuando entré en ese lugar sentí que era como vieja. Balbín me pareció una persona muy grande. Cuando somos chicos vemos a los demás muy grandes, más viejos. Y eso me pareció Balbín y lo que vi: todo muy viejo, más allá de que en mi familia había mucha historia radical. Y eso me llevó a otras ideas, que también tenían que ver con la impronta familiar. Mi madre conoció a Diego Muñiz Barreto y más tarde a Rodolfo Galimberti. Así es como llegué a ese espacio. 

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—Un comienzo similar al de mucha gente de tu generación. Lo que hace una diferencia es el recorrido ulterior. Y la continuidad.

—Mi recorrido político puede dividirse en dos grandes etapas y en dos líneas de pensamiento. En la primera etapa no estaban los valores que hoy defiendo: el eje no pasaba por la libertad, por la democracia. La idea básica era la imposición. Imponerle al otro lo que tiene que pensar, imponer la idea de un hombre nuevo, de una sociedad distinta. Nos creíamos dueños de la verdad. Éramos fundamentalistas. En el exilio descubrí lo que significaba todo eso. Conocí otros países, otras maneras de pensar la democracia. Y, una vez más, la libertad como valor. Ese fue un primer cambio. Cuando vi que había gente presa, que había gente que desaparecía, empecé a comprender el valor del Estado de derecho, lo que significaba que la sociedad tuviera reglas. Por eso, lo tengo dividido en dos grandes ideas. Así comprendo yo mi trayectoria política. Dos grandes momentos. Y también dos grandes ideas. La primera se expresó en el peronismo que, en mi caso, no era un peronismo tradicional, sino uno revolucionario. Un peronismo despreciado por el mismo peronismo, que lo veía como algo externo. Ese fue un primer momento. Luego vino la idea de construcción, de una sociedad democrática, sin corrupción, con libertad. Fue una ruptura. Entré al Parlamento en un momento en el que la corrupción estaba a flor de piel. 

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—Al final, tu abuela tenía razón.

—Sí, tenía razón.

—En el prólogo de tu libro autobiográfico, “Memorias de la acción”, se dice “militando desde los 15 años, encontró a la Argentina golpeada, exhausta, frustrada. Soñada por todos como un lugar de realizaciones, en el que se fue quedando estancada, aceptando su decadencia; resignada, casi como algo inevitable”. ¿Es la rebeldía frente a esto lo que te empujó a seguir a pesar de los fracasos anteriores?

—Luchar contra la idea de inevitabilidad de la Argentina, esa frustración, el permanente fracaso. La certeza de que estamos condenados. En mi caso fue un gran motor la certeza de que no teníamos por qué resignarnos a esto. A que la Argentina debe vivir en una eterna decadencia. Buscar el camino, ver cómo se sale. Romper la lógica corporativa, que es lo que viví. No me refiero al peronismo de cuando era más joven, sino al de 1983: un espacio corporativo, un peronismo sindicalizado. Romper con eso que parecía inevitable marcó el cambio. Y esa idea sigue vigente. 

—Somos de la generación de los cincuenta años de decadencia argentina.

—Hasta ahora ha sido inevitable. La idea de cambiar todo eso es mi gran motor.

—¿No te frustran los fracasos?

—No, la frustración es un elemento externo. Si un político realmente tiene voluntad, cuando se frustra también se frustra el país. Contribuye a la idea de inevitabilidad de los problemas del país. No tenemos derecho a frustrarnos, porque frustrarse es parar los motores.

—El libro se inicia con una frase de Albert Einstein que dice: “No podremos resolver los problemas que nos aquejan con la misma mentalidad, personas y mecanismos que los generaron”. ¿Eso es lo que en cada momento te va acercando a una nueva alternativa y vas creyéndole? ¿Es lo que te acercó a Mauricio Macri?

—Es lo que creo desde que me fui para no volver del peronismo, allá en los 90. Rompí con ese pensamiento y tengo uno mucho más republicano, más abierto. Comprendí el valor del otro. ¿Cómo progresan las sociedades? No por la apropiación o la corporación, que es como lo pensaba en el peronismo. Más allá de que los actores cambien, percibo una continuidad en un pensamiento que tiende a solidificarse. Por eso no volví al peronismo ni me reivindico peronista. No soy de los que dicen “soy peronista acá dentro”.

Podés leer la entrevista completa acá

JAP CP